- Pabellón de Castilla la Nueva





Fachada principal del Pabellón de Castilla la Nueva, desde la Plaza de los Conquistadores. A la izquierda al fondo, fachada del Pabellón de la Diputación de Barcelona. (Postal de la época)

Desde mediados de 1927, algunas Comisiones de las provinciales castellanas ya se habían mostrados partidarias en participar en el Certamen sevillano, entre ellas la toledana que, el 9 de julio de dicho año incluso aprueba organizar la propaganda para concurrir al mismo. En enero del año siguiente se acuerda la construcción del edificio representativo de la región castellana, a cargo de las Diputaciones provinciales de Madrid, Toledo, Guadalajara, Cuenca y Ciudad Real, además del Ayuntamiento de Madrid.[1]

Para gestionar la concurrencia de la capital de España, el Comité de la Exposición, designó como su representante en Madrid a Miguel de la Cuesta,[2] manteniéndose en este cargo hasta poco después de que, en el mes de marzo de 1928,[3] el vicepresidente de la Diputación de Madrid, en nombre y representación de las diputaciones de las provincias de Castilla la Nueva, solicitara oficialmente a la Comisión Permanente de la Exposición, la concesión de 1.400 m2 de terrenos para la construcción del edificio representativo de dicha región.

El proyecto del edificio le fue encargado de forma directa sin concurso, a los arquitectos provinciales de Madrid Baltasar Hernández Briz y de Toledo Manuel Sánchez Arcas, aunque en algunas publicaciones también se menciona a Ovidio Botella,[4] sin haberse podido confirmar dicha participación.

Los autores del proyecto, realizaron dos visitas a Sevilla, la primera en marzo de dicho año a fin de elegir el solar donde se construiría el pabellón y más tarde, en el mes de julio ya para dejar terminado alguno de los aspectos del edificio y su construcción.[5] Precisamente con motivo de ésta segunda visita, en unas declaraciones de Hernández Briz a un periódico sevillano facilitó detalles del anteproyecto que ya había sido aprobado por las distintas Comisiones provinciales.[6]

Asignado el espacio para la construcción del edificio, en el mes de octubre, la Permanente aprueba el proyecto del pabellón y se autoriza el comienzo de las obras.[7] La situación que ocupó la parcela del pabellón, fue en un lugar destacado en la Plaza de los Conquistadores, frente a los jardines del estanque monumental, ocupando toda una manzana, dando su fachada principal al paseo central que iba desde el pabellón de Turismo a las Galerías Comerciales, y su trasera a las representaciones de las Diputaciones de las provincias Vascongadas y Barcelona.

Según las declaraciones realizadas por sus autores, a la prensa sevillana, el pabellón tendría una estructura de carácter popular, sobresaliendo en sus temas decorativos las notas más características de la región. El acceso en la fachada principal, se haría por la llamada Puerta de Castilla, que estaría compuesto por cinco puertas superpuestas de arcos rectangulares escalonados, por cada una de las provincias de la región empezando por Madrid, Toledo, Cuenca, Ciudad Real y Guadalajara. Esta era una solución claramente pre-racionalista,[8] en el que aparecía el nombre y el escudo en cerámica de cada una ellas en el dintel.

Puerta de Castilla con el nombre de cada una de las provincias en el dintel escalonado de ésta. A la izquierda cubo de una muralla y en la zona ajardinada delante de la puerta la estatura de Francisco Pizarro, que realizó Antonio Bidón. (Fototeca Municipal de Sevilla-Archivo Fernández Carmona)

Esta zona de la fachada principal, la componía en su parte izquierda, de un cubo de muralla de una fortaleza realizado en mampostería, tras el cual se elevaba una esbelta torre de chapitel acristalado de estilo toledano. A la derecha se extendía un muro de tapial típico castellano, y apoyado a éste, un porche con cubierta de teja árabe, sostenida por simulados pilares de madera, reservado para exposiciones al aire libre.

En la fachada lateral derecha se instaló la llamada Puerta de Madrid, que daba acceso a los salones reservados a la Diputación y Ayuntamiento de la Villa y Corte.


Alzados de las fachadas laterales izquierda y derecha. (Archivo Municipal de Sevilla)

Interiormente, el pabellón se articulaba mediante un gran Salón de las Diputaciones ubicado en el espacio formado por el cubo de muralla; antesala y conserjería a izquierda y derecha de la Puerta de Castilla y Sala de Turismo al fondo. A la derecha de esta zona de entrada, se situaba un amplio cuerpo central a modo de galería a la que darían las distintas salas de las provincias. Cada una de ellas podría decorar libremente sus locales; y a continuación una rotonda, distribuidora de los espacios asignados al Ayuntamiento y Diputación de Madrid.[9]

Las obras de construcción del pabellón se retrasaron, iniciándose el 24 de octubre de 1928,[10] siendo ejecutadas por el contratista Sr. Sangües,[11] demorándose hasta poco antes de la inauguración del Certamen. Según la memoria de la misma, se decía “Hemos procurado dar al pabellón un carácter eminentemente popular y característico de las construcciones de este género en la región, construyéndose con ladrillo al descubierto y cajones de tapial, con esgrafiados en cal, con temas decorativos característicos de las construcciones rurales. La parte de Madrid de marcado sabor barroco en su torreón y puerta denominada de Madrid, así como la parte de servicios generales más castellana y con recuerdos característicos toledanos en su torre de chapitel luminoso”.[12]

Efectivamente había claras alusiones al barroco madrileño centrados en la Puerta de Madrid de formas neobarrocas y ostentosa, levantada en uno de los extremos del edificio, y la cúpula de su rotonda. Todo ello mezclado con un recuerdo a las murallas medievales que se elevaba junto a la puerta principal, y contrastando con ésta, la adjunta y esbelta torre racionalista rematada con un agudo fanal prismático de hierro y cristal que quería semejarse a las lámparas toledanas, como la claraboya terminada en estrella situada en el centro de la cubierta del pabellón.

Puerta de Madrid, del Pabellón de Castilla la Nueva, a la izquierda se aprecia la fachada principal. (Ilustración de la revista Sevilla y la Exposición-Álbum Artístico)

Otro de los aspectos en que se hace hincapié, tanto en la memoria como en el pliego de condiciones, es la iluminación artística con que se quería dotar al pabellón, mediante reflectores en el exterior que iluminaran el edificio en las noches de las grandes fiestas, en consonancia con las instaladas en la Plaza de España y otros lugares del recinto, además de una original iluminación interior del edificio que se proyectara exteriormente a través de la cubierta acristalada de la galería, el chapitel de la torre y la claraboya con estrella como un típico farol toledano, mediante lámparas tubulares.

Secciones trasversal y longitudinal del pabellón, con el desarrollo de la galería y la cubierta acristalada de ésta. (Archivo Municipal de Sevilla)

El edificio de una sola planta, tenía una superficie de 1.222 m2 construidos,[13] sobre una parcela de 1.400, distribuidos de la siguiente manera, el Ayuntamiento de Madrid ocupaba 180 m2, y su Diputación 140 m2, con entrada propia a través de la Puerta de Madrid. Las restantes provincias ocupaban 108 m2 y la oficina de turismo unos 120,[14] y el resto de la superficie lo ocupaban, aseos y distintas dependencias de servicio del pabellón.

El sistema constructivo que se adoptó fue el del hormigón armado para la estructura, y para los cerramientos bloques de cementos, materiales muy apropiados para que su ejecución fuera rápida, teniendo en cuenta el poco tiempo con que se contaba.

A pesar de carácter provisional del edificio, tuvo un alto presupuesto de 473.053 pesetas, que unido a los gastos de instalación alcanzaron las 700.000 pesetas., aunque algunas fuentes, algo exageradas, lo elevan hasta casi el millón de pesetas.[15]

Los contenidos de este pabellón eran fundamentalmente históricos y artísticos. Cada provincia decoró su sala de forma independiente, exhibiendo obras de artes y documentos históricos y representativos de ellas. Sólo en los vestíbulos de éstas, y por acuerdo de las diputaciones, se instalaron fotografías con los monumentos más representativos de las distintas localidades de cada provincia.

De la mano de los textos con que se describen este pabellón en diarios y publicaciones,[16] haremos un recorrido por las distintas salas del mismo y los contenidos que albergaba.

Como ya se ha indicado en la descripción del pabellón, éste contaba con dos puertas de acceso, la llamada Puerta de Castilla, situada en la fachada principal y la de Madrid en la fachada lateral derecha; siendo elegida esta última para la entrada del público. Según algunas notas la ornamentación de la parte alta de esta puerta, dice reproducir del frontispicio del Hospicio de Madrid, y a ambos lados se encontraban dos originales fuentes copias de la calle Hortaleza, realizadas en cerámica e iluminadas artísticamente.

Esta portada quería imitar el barroco madrileño con una ornamentación muy recargada, que más bien recordaba a este estilo, pero en su faceta levantina. A ambos lados del acceso se instalaron dos fuentes gemelas, copia de la llamada Fuente de los Galápagos o de San Antón de Hortaleza, realizada por el ceramista toledano Juan Ruiz de Luna.

Planta del pabellón en la que se ha indicado la situación de las salas y el itinerario de la visita. (Archivo Municipal de Sevilla)

Aunque en el proyecto orinal el acceso al pabellón se realizaría por la Puerta de Castilla, y la salida por la de Madrid, al diseñar la circulación del público en el interior del pabellón, se estableció que el recorrido fuera con entrada y salida por la Puerta de Madrid, empezando la visita por los salones situados a la derecha hasta llegar al fondo, donde se encontraba la Capilla, para continuar con los situados a la izquierda. Nosotros sin embargo, haremos el recorrido primero por los salones asignados a la Diputación y Ayuntamiento de Madrid, por ser más lógico y unitarios los contenidos correspondientes a la capital del Reino, para continuar con el resto salones y espacios del pabellón.


SALONES DE LA DIPUTACIÓN Y AYUNTAMIENTO DE MADRID.

Traspasada la Puerta de Madrid, como así rezaba en el dintel, se situaba un pequeño vestíbulo donde se instaló un arnés de justas con grabado ecuestre de Don Perafán de Rivera, virrey de Nápoles y primer duque de Alcalá de los Gazules.

La Diputación de Madrid organizó su exhibía en tres salas dedicadas a Cervantes, al Cardenal Cisneros y a la propia Diputación. Sin embargo, se echó en falta la concurrencia de ciertos lugares emblemáticos de la provincia como El Escorial, El Pardo, Aranjuez o Alcalá de Henares, incluso hubo ciertas críticas por no haber concurrido Madrid en con un pabellón propio.[17]

La primera sala de la derecha correspondía a la llamada Sala de Cervantes, donde se mostraba la partida de nacimiento de este inmortal escritor, conservada en la Parroquia de Santa María la Mayor, además de bargueños y sillones fraileros del siglo XVI; tapices con escenas del Quijote, y un busto policromado de Cervantes realizada por Juan Cristóbal, propiedad del Cuerpo de Inválidos. Entre los lienzos destacaban cuatro bodegones atribuidos a Velázquez, un San José y el Niño y retrato de un caballero a Murillo y otros atribuidos a Claudio Coello, así como un sillón que la tradición suponía su pertenencia a Francisco Quevedo. En el centro se situó una vitrina de caoba que alojaba varias ediciones primitivas de las obras de Cervantes, y en los ángulos dos armaduras del siglo XVI.

Busto de Cervantes tallando por Juan Cristóbal para el Cuerpo de Inválido. (web juancristobalescultor.es)

El siguiente espacio lo ocupaba otra sala de la Diputación de Madrid, cuya instalación se había divido en dos partes, la primera con fotografías de los principales lugares de la provincia, y una vitrina donde se podían contemplar autógrafos firmados por Napoleón, Goya, Daóiz, Espartero, Agustina de Aragón, Menéndez Valdés, Jovellanos, etc. Y en la segunda se exhibió una colección de útiles de la Edad de Piedra encontrados en el yacimiento de Las Vaquerías, y en una vitrina libros de actas y documentos de los siglos XIV al XVIII.



Puerta de Madrid, y detalle de la fuente que flanqueaba esta entrada realizada en cerámica por Juan Ruiz de Luna, que reproducía a la existente en la calle Hortaleza de Madrid, también llamada Fuente de los Galápagos. (Postal de la época e ilustración de revista Toledo Revista de Arte)

La siguiente sala de gran riqueza, correspondía a la llamada del Cardenal Cisneros, donde se expusieron, en una artística vitrina de caoba, distintos objetos y ornamentos pertenecientes al cardenal como un pectoral, un báculo, un portapaz de plata, un cáliz de oro, una célula del Rey Fernando IV fechada en 1491, una carta manuscrita por el cardenal de 1498, y un arca de marfil de estilo renacimiento italiano. En dos grandes estantes se colocaron casullas con bordados del siglo XII, cruces pectorales, cálices, cruces relicarios y la Biblia políglota compútense, además de otros ornamentos litúrgicos y tapices flamencos. Gran curiosidad produjo entre los visitantes, una camisa que perteneció a la reina Isabel la Católica, colgada de una de las vitrinas, y el báculo del Cardenal Cisneros.

Juegos de ornamentos del Cardenal Cisneros, enviados por la Catedral de Toledo para la exposición en la sala dedicada al Cardenal. (Toledo en la Exposición Ibero-americana de Sevilla de 1929)

También se exhibieron objetos de cerámica del siglo XVI, candelabros de hierro del XV, un retrato anónimo de Cisneros del XVII del convento de San Juan de la Penitencia de Alcalá de Henares, y una tabla de la escuela castellana con influencias italianas representando La coronación de la Virgen, del siglo XIV.

En la llamada Rotonda de Madrid, o patio central de distribución de las salas correspondientes a la villa y corte, se exhibieron ricos tapices de la Catedral de Sigüenza.

Enfrentados a los salones instalados por la Diputación madrileña, se encontraban los tres salones asignados al Ayuntamiento de Madrid. En el llamado Salón Clásico, se podían admirar la magnífica custodia procesional de la Villa de 1568 obra de Francisco Álvarez, platero de la reina Isabel de Valois, y en vitrinas de caoba y ébano del siglo XVIII, se exponían una colección de vidrios y cristales artísticos, y otra colección de joyas antiguas

Colgados en las paredes se encontraban cuadros de Valdés Leal, Velázquez, Van-Dick, Sánchez Coello y de la escuela flamenca del siglo XVII, junto a tapices del siglo XV, además de un original frontal de plata repujada del siglo XVII de la iglesia Magistral de Alcalá de Henares.

En otra Sala denominada Romántica, con decoración estilo imperio, se expusieron distintos cuadros, de Goya, Villamil, y Bejarano, entre ellos uno de Eduardo Cano que representaba una escena familiar del regreso de Prim de la Guerra de África. En los ángulos se colocaron lujosos armarios con ricas colecciones de joyas y objetos de plata, cristal, marfil y conchas. Y en vitrinas, abanicos, porcelanas y bronces.

En el espacio entre ambas salas, se colgó una colección de fotografías de la Capital del Reino, en las que se reproducía la calle de Alcalá y la Gran Vía, así como documentos de los siglos XIV al XVI, libro de actas municipales y obras editadas en la capital en el siglo XVI.

Custodia de la Villa. (Imagen de la Exposición El Antiguo Madrid. 1926)

La representación madrileña, tanto la municipal como la de su diputación era modesta para el potencial que a priori podría haber mostrado, de hecho se criticó que no hubiera concurrido a la Exposición con un pabellón independiente, y al hacerlo dentro del de la región castellana, ésta fuera muy exigua.[18]

Ante estas críticas, y al objeto de desligarse del resto de provincias que concurrían conjuntamente, abrió un acceso independiente en uno de los extremos del edificio, colocando en el dintel de la puerta el rótulo MADRID, conociéndose como Puerta de Madrid.


LA GALERÍA

Tras dejar las salas del Ayuntamiento y Diputación de Madrid, se encontraba la espaciosa galería, iluminada de forma cenital por la claraboya que era su cubierta y que durante la noche se iluminaba con luz eléctrica, acordándose entre todas las provincias, al ser este un lugar común, colgar de sus paredes tapices flamencos del siglo XVII procedentes de Madrid y la colección completa de la Catedral de Sigüenza, además de obras de Zurbarán y Alonso Cano. En vitrinas, también se podían admirar, objetos religiosos en plata y oro, arquetas, objetos de concha y bronce, así como ornamentos litúrgicos ricamente bordados. También se acordó, que las fotografías con vistas de monumentos y lugares turísticos de cada provincia, se instalaran en el vestíbulo que antecedía a los salones de cada una de ellas. Desde esta galería se accedían a las salas de las restantes provincias de Castilla la Nueva.

SALÓN DE GUADALAJARA.

El primer salón que encontramos a la derecha, siguiendo nuestro recorrido, es la Sala correspondiente a Guadalajara.[19]

Precediendo a esta sala se encontraba el vestíbulo, cuyo espacio era compartido con la representación de Toledo, en el que se instaló una colección de fotografías de sus principales monumentos y sitios pintorescos, como las de los palacios del Infantado, Cogolludo y de los duques de Pastrana, Monasterio de Lupiana, de la Catedral de Sigüenza, y de las localidades de Alcocer, Trillo, Jadraque, Sacedón, Sigüenza entre otras, así como una gran alfombra con el escudo de la provincial en el centro, confeccionada en la fábrica de tapices de Sigüenza para la Exposición.

Sobre la puerta de la Sala de la provincia de Guadalajara, se situó el Crucifijo de Pareja, y presidiéndola, en el testero del fondo, el magnífico tapiz procedentes de la antigua Colegiata de Pastrana que representaba el Desembarco en Alcázar Seguer de Alfonso V de Portugal, de este mismo lugar también se exhibieron los otros cuatro correspondientes a los siglos XV y XVI. Junto a los tapices, se mostraron un San Francisco de Rivera, una Virgen de Alonso Cano, un Cristo entregando sus vestiduras de Zurbarán procedente de Jadraque, y tallas policromadas de Cifuentes.

Anunciación de El Greco de la Catedral de Sigüenza. (Fototeca Universidad de Sevilla)

En el centro del salón, se encontraban dos vitrinas, en las que se expusieron tres privilegios rodados del siglo XIII del Ayuntamiento de Guadalajara y diversos documentos antiguos de Atienza, Budía y del Convento de Valfermoso y de la Catedral de Sigüenza, también de esta catedral se expuso un precioso tríptico flamenco y un cuadro de la Anunciación de El Greco, entre otros objetos religiosos, como casullas, cálices, báculos, etc. También se hallaban en estas vitrinas, cartas de Santa Teresa y San Juan de la Cruz; tallas de Hita del Castillo, arqueta bizantina y cruz de cristal de roca de Pastrana; el cáliz del Quijote de Guadalajara, etc.


SALÓN DE TOLEDO

Seguidamente se encontraba el Salón de la Diputación de Toledo, compartiendo vestíbulo con la de Guadalajara y que, igual que su vecina, instaló en la antesala una serie fotografías de monumentos, poblaciones y lugares emblemáticos de esta provincia, realizadas por los fotógrafos toledanos Pedro Román, y de Rodríguez.

La instalación toledana tuvo una importante representación con varias secciones como la de Arte Antiguo, Libros y Documentos Históricos, y Arte Moderno, que gracias a la edición de un catálogo de los objetos expuestos,[20] y a la obra de Estrella Ocaña Rodríguez,[21] que analiza la participación de Toledo en la Exposición, tenemos bastante información al respecto.

Así en la de Arte Antiguo, donde se exhibían 45 obras, destacó la imagen gótica de la Virgen con el Niño de estilo flamenco del siglo XV, además de una colección de pinturas entre ellas el Ecc-Homo de Luis de Morales, varias de tema religioso de Luis Tristán, y diversas tablas de temática sacra de las escuelas alemanas y flamencas del siglo XV; los pendones del Cardenal Mendoza, con bordados de finales del mismo siglo, y el Real de Toledo, igualmente bordado en oro, plata y sedas del siglo XVIII; espadas toledanas de los siglos XVII y XVIII, bargueños, sillones, mesas, arcones, objetos de cerámica del XVI, etc., así como dos armaduras también del siglo XVI de la Cofradía de la Soledad, que fueron cedidas para la exposición, con la condición de que fueran devueltas quince días antes de la procesión del Corpus.

Entre los documentos, 16 en total, de la sección de Libros y Documentos Históricos, se encontraban el códice árabe del siglo XII de Villarrubia de Santiago; diversas confirmaciones de privilegios reales y fueros, como el Fuero de los Francos de Toledo del mismo siglo y de otras localidades; el testamento del Cardenal Mendoza otorgado en 1494 ó el autógrafo de El Greco; carta de Miguel de Cervantes; ejecutorias de hidalguía y el libro becerro de los privilegios reales concedidos a Toledo, entre otros valiosos documentos.

La sección de Arte Moderno, se dividía a su vez en diferentes apartados como los de Pintura, Escultura, Cerámica, Tejidos y Bordados, Orfebrería, Damasquinado y Grabado, Hierro Artísticos y Hojalatería Artística.

Entre los pintores contemporáneos destacaron diferentes obras de Aureliano Beruete, Esteban Doménech, Ángel Oliveras, Enrique Vera y Ricardo Arredondo, de este último se exponía sus obras ‘Las Viciosas’ y ‘Patio y Muralla de la Antequeruela’; en escultura estuvo presente Aurelio Cabrera.


Dos vistas de la Sala de la Diputación de Toledo con los objetos que se expusieron, al fondo colgado en la pared se aprecia el pendón del Cardenal Mendoza. (Ilustración del Catálogo de la Sala de Toledo en el Pabellón de Castilla la Nueva)

En Cerámica se expusieron diversos objetos y paneles de este material de los ceramistas toledanos Sebastián Aguado, Ángel Pedraza y Juan Ruiz de Luna. En Tejidos y Bordados, labores antiguas de los siglos XVI y XVII, y actuales, cedidas por Elisa Páramo y M. Jiménez. En Orfebrería y Damasquinados y Grabados, bandejas, joyeros, arquetas, espadas, dagas y navajas cedidas por coleccionistas como Viuda de Nicolás Garrido, Justo Villasevil, Eladio Rubio, etc.

Los alumnos del Colegio de Huérfanos María Cristina, aportaron objetos para el apartado de Hierros Artísticos, y para la Hojalatería Artístico se instalaron nueve faroles imitación del siglo XVII, por Hijos de Mariano Toledo. En total fueron unos 100 objetos los expuestos en la sección de Arte Moderno.

Detalle del Pendón del Cardenal Mendoza, cedido por el Museo Arqueológico para la exposición. (Toledo en la Exposición Ibero-americana de Sevilla de 1929) y “Paisaje” oleo del pintor Ricardo Arredondo. (Enciclopedia Espasa Calpe)

Así mismo otros artistas toledanos tomaron parte en la decoración del pabellón en general, como Julio Pascual, herrero, cuyas rejas se encontraban distribuida en distintas partes del edificio


SALÓN DE LAS DIPUTACIONES Y SALAS DE TURISMO Y SALAVERRÍA.

Justo antes de llegar a la Capilla, se encontraba a la derecha la llamada Sala de Turismo, con una colección de vistas y fotografías de los lugares más pintorescos de la región, así como cuanta información pueda serle de utilidad el visitante.

Frente a esta sala se situó el Salón de las Diputaciones, así llamada para el descanso de los diputados de toda la región, que había sido decorado con gran lujo de detalles con tapices, alfombras y rico mobiliario.

En la antesala del Salón de las Diputaciones, se instaló la llamada Sala de Salaverría, en la que se expusieron tres obras del pintor Elías Salaverría, tituladas Don Juan Tenorio, San Ignacio de Loyola y Don Ramiro. Curiosamente otro San Ignacio de Loyola del mismo autor,[22] se podía contemplar en la Sala que dicho Santo tenía en el pabellón de las Diputaciones Vascas. Resulta extraña esta exhibición del artista vasco, en el pabellón castellano, ya que ni por la temática de los personajes retratados en los lienzos, ni por la naturaleza del autor se pueden acomodar mínimamente con los contenidos del pabellón.


LA CAPILLA

Al fondo de la galería central, se situó la Capilla, cuyo altar estaba formado por un retablo de cerámica, obras del ceramista talaverano Juan Ruiz de Luna, cuyas obras de cerámica artista adornaban otros espacios del pabellón, como las fuentes laterales de la llamada Puerta de Madrid, o el Salón de Toledo, donde expuso placas esmaltadas, tibores y diferentes objetos cerámicos. El retablo del altar de la capilla del pabellón representa la aparición de Santa Leocadia a San Ildefonso, que eran acompañado de dos blandones también realizados en cerámica.

Altar de cerámica realizado por Ruiz de Luna que se encontraba instalado en la Capilla del pabellón y que representaba la Aparición de Sta. Leocadia a S. Ildefonso. (Ilustración revista Toledo Revista de Arte)

Continuando el recorrido por las salas, encontramos las correspondientes a las Diputaciones de Cuenca y Ciudad Real. En la antesala que compartían, se había instalado una exposición fotográfica los principales monumentos más interesantes de ambas provincias, así como una interesante colección de imágenes de la ruta que siguió Don Quijote.


SALÓN DE CUENCA.

En el Salón de Cuenca, y dentro de grandes vitrinas, se expusieron pergaminos, gran número de cálices, cruces procesionales, así como innumerables objetos de culto, todos ellos de gran valor tanto material como artístico, entre ellos el báculo de San Julián.

El suelo estuvo cubierto por una artística alfombra de la Catedral de Cuenca, y en las paredes colgaron lienzos de Veronés, Morales y del Greco, de este último sus obras El Bautismo del Salvador y Jesús con la Cruz a cuesta; una tabla con un Calvario de la Catedral de aquella ciudad, así como una dolorosa de Pedro de Mena, y una Virgen sentada de estilo gótico policromada, entre otras esculturas de distintos siglos que representaban al Padre Eterno, San Juan, la Virgen, varias de ellas de alabastro, además de los Profetas. Al fondo de la sala varias cruces de marfil, y otras góticas de cobre colocadas sobre un paño frontal, bordado en oro y plata junto a una estatua en barro de San Roque.

Calvario de la Catedral de Cuenca. (Fototeca Universidad de Sevilla)


SALÓN DE CIUDAD REAL

En el Salón de Ciudad Real, se mostró una interesante exposición de bordado, mantillas y piezas de encajes de Almagro. Entre los objetos litúrgicos destacan tres custodias de plata, de las parroquias de Viso del Marqués del siglo XVI, Piedrabuena y Fontanarejo; dos grandes cruces góticas parroquiales una de ellas de plata del siglo XIV de la parroquia de Carrizosa; un Cristo de marfil de Alonso Cano; y en una vitrina un hermoso terno rojo.

También de la parroquia de Piedrabuena, procedía una alfombra llamada de Los Ciervos; y del convento de monjas carmelitas de Malagón, unas valiosas colgaduras de damasco valoradas entonces en 200.000 pts., y muy codiciadas por anticuarios tanto nacionales como extranjeros.

En pintura se exhibió un cuadro de Rivera de la parroquia de Daimiel, y de la misma localidad un Greco y Nacimiento del Niño de Dios, del convento de las monjas carmelitas; de Moral de Calatrava un Tristán, además de un Velázquez, e interesantes tablas italianas representando la Sagrada Familia. Además de cuadros, bargueños, mobiliario de época y otras piezas de gran antigüedad, como una arqueta de marfil de Almagro.[23]

También fue muy interesante los valiosos objetos expuestos en una vitrina por el Obispado del Priorato de las Órdenes Militares, pergaminos, autógrafos, ejemplares de libros raros del Quijote, Calderón y Ramón de la Cruz, y otras curiosidades. También se encontraba en este salón, un mapa en relieve que mostraba la ruta seguida por Don Quijote.

La Diputación de Ciudad Real, también envió para su exposición, el nuevo escudo de la provincia, en azulejos, con los emblemas de las cabezas de partido, así como el libro de oro de la provincia con prestigiosas firmas.[24]

Además de la galería, salones y salas, el pabellón también contaba con espacios para servicios y una conserjería. El personal de servicio del pabellón, había sido proporcionado con personal de las plantillas de las diferentes diputaciones que, además de la vigilancia, acompañaban y servían de guía proporcionando información a los visitantes, siendo el Delegado del pabellón el conde de Cedillo, que a su vez también lo era de la representación madrileña, habiendo sido nombrando expresamente por el ayuntamiento para que se ocupara de la exhibición de la Corte en el pabellón.

El Ayuntamiento de Madrid organizó un programa de fiestas y actividades culturales que se desarrollarían con motivo de la Exposición, dedicadas especialmente a los turistas que pudiera recibir la ciudad en tal ocasión ya que era punto de paso entre las dos Exposiciones.

El pabellón se inauguró el lunes, 13 de mayo de 1929, por SS.MM. los Reyes D. Alfonso y Dña. Victoria Eugenia, que estuvieron acompañados por sus hijas las infantas Dña. Beatriz y Dña. Cristina, los infantes D. Carlos y D. Alfonso de Bobón y D. Alfonso de Orleans, y el general Primo de Rivera, entre otras autoridades. Éstos fueron recibidos por los presidentes de las Diputaciones provinciales castellanas que les esperaban en la puerta del pabellón, siendo interpretada la marcha real por la Banda Municipal de Música de Madrid.

En Jurado Superior de Recompensas de la Exposición, concedió al pabellón castellano la recompensa de Diploma de Honor,[25] y a la representación de la Diputación de Guadalajara el Gran Premio.[26]

En Sesión Permanente de la Corporación madrileña celebrada el 30 de Julio de 1930, se aprobó la cesión al Ayuntamiento de Sevilla de la parte correspondiente del Pabellón de Castilla la Nueva, donde se estimaba podía instalarse una Biblioteca Hispanoamericana.[27]

A pesar del carácter provisional del edificio, en un informe realizado por la Oficina Técnica para el Secretario General de la Exposición, días antes de la clausura del Certamen, aparece éste pabellón, junto a los también regionales de Murcia, Navarra, Cataluña y Vascongadas, que por su forma de construcción podían quedar como permanente.[28] El único inconveniente que a la vez tenían todos ellos, era que se encontraban situados en terrenos propiedad de los hermanos Camino, los cuales habían sido arrendados por el Ayuntamiento mientras durara la Exposición. No prosperando la intención de expropiación por parte del Ayuntamiento, la Comisión Liquidadora acordó el 18 de mayo de 1932, el abandono de estos terrenos.

El 20 de julio de 1931, se produce la cesión definitiva de todo el edificio a la Comisión Liquidadora para su derribo, solicitando la Diputación de Madrid se le reservaran unos objetos cuando se produjera éste, como eran una veleta de hierro de Don Quijote, unas verjas de la fachada posterior, toda la ornamentación de cerámica de la fachada de la Puerta de Madrid, incluidas sus fuentes y reflectores luminosos instalados en ella; las vidrieras con el escudo de la Villa de la citada puerta y otras cuatro vidrieras artísticas de la linterna del pabellón,[29] todas ellas realizadas por la afamada casa de este tipo de trabajos Maumejean Hermanos.[30]

Publicado el concurso para el derribo del edificio, se presentaron tres ofertas, siendo adjudicada, por ser la de mayor cuantía, la presentada por Francisco Domínguez Horrillo por 7.500 pts., el 8 de junio de 1932.[31] Este importe que a priori podría parecer inferior a la importancia del edificio, se justificó por qué, como ya se especificaba en el concurso, los materiales que debían quedar en poder de la diputación madrileña eran los de mayor valor y el resto del edificio, al ser de hormigón armado incluidas las cubiertas, teniendo poco aprovechamiento el material restante, por lo que los gastos de demolición eran bastante importantes. El edificio quedó totalmente derribado y retirado los materiales, el 16 de mayo de 1933.[32]

LA FILMOTECA ESPAÑOLA HA EDITADO UNA OBRA TITULADA "LAS EXPOSICIONES DE 1929", EN LA QUE SE RECOGEN IMÁGENES DE LA EXPOSICIÓN IBEROAMERICANA DE SEVILLA Y LA INTERNACIONAL DE BARCELONA

A CONTINUACIÓN SE HA INSERTADO UNA RECOPILACIÓN DE DISTINTOS CORTES RELACIONADOS CON ESTE PABELLÓN QUE APARECEN EN DICHA OBRA


NOTAS.-
[1] . Ocaña Rodríguez, E. Toledo en la Exposición Ibero-americana de Sevilla de 1929. (1985) Cuenca. Edita Caja de Ahorros de Toledo, pp. 49-50.
[2] . El 08 de junio de 1928, presentó ante la Comisión Permanente su dimisión, por haber sido requerido por el concesionario del Parque de Atracciones para que le auxiliara en la gestión del mismo. Aunque fue aceptada su dimisión, se le pidió continuara encargándose de las gestiones ante el Ayuntamiento y Diputación de Madrid para la concurrencia al certamen.
Archivo Municipal de Sevilla. Sección XVIII. Exposición Iberoamericana. Libro de actas núm. 4 de la Comisión Permanente. Sesión de 08 de junio de 1928.
[3] . A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Libro de actas núm. 4 de la Comisión Permanente. Sesión del 16 de marzo de 1928.
[4] . Bonet Correa, A. “El edificio Rockefeller”. Y Guerrero, S. y García González, C. “El edificio Rockefeller y los arquitectos Luis Lacasa y Manuel Sánchez Arcas. Notas sobre la arquitectura de la Segunda República en Madrid”. En Física y química en la Colina de los Chopos. 75 años de investigación en el edificio Rockefeller del CSIS. (2008) Madrid. Editado por Carlos González Ibáñez y Antonio Santamaría García, pp. 86 (nota a pie de página) y 96.
- Fernández López, R. De instituto psiquiátrico “La Milagrosa” a Base Primo de Rivera “Vulgo Manicomio” 1926-2007. (2014) Madrid. Editado por Cultiva Libros, p. 63 (notas pie de página)
[5] . Ocaña Rodríguez, E. Toledo en la Exposición Ibero-americana de Sevilla de 1929. (1985) Cuenca. Edita Caja de Ahorros de Toledo, p. 50.
[6] . El Pabellón de Castilla la Nueva en la Exposición Ibero-Americana costará aproximadamente un millón de pesetas. En El Liberal, de Sevilla. 05 de julio de 1928, p. 1.
[7] . A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Libro de actas núm. 5 de la Comisión Permanente. Sesión del 19 de octubre de 1928.
[8] . Villar Movellán, A. Arquitectura del Regionalismo en Sevilla. 1900-1935. Sevilla (1979) Edita Diputación Provincial de Sevilla, p. 447.
[9] . Ibídem.
[10] . El pabellón de Castilla. En El Debate, de Madrid. 24 de octubre de 1928, p. 3.
[11] . Lemus López, E. La Exposición Ibero-Americana a través de la prensa (1923-1929). Sevilla (1987) Edita E.M. Mercasevilla, p. 230.
[12] . A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Expediente Pabellón de Castilla la Nueva. Caja 86. Rollo 712. Fotogramas Memoria (380 y 381)
[13] . Según Vicente Mora Arenas, Gobernador Civil de Sevilla, en su libro “El Avance de la provincia de Sevilla desde el 13 de septiembre de 1923” p. 160.- dice que la superficie del pabellón fue de 1.222 m2 y su coste aproximado de 700.000 pts.
[14] . El Pabellón de Castilla la Nueva en la Exposición Ibero-Americana costará aproximadamente un millón de pesetas. En El Liberal, de Sevilla. 05 de julio de 1928, p. 1.
[15] . Ibídem.
[16] . España: sus Exposiciones Barcelona – Sevilla 1929. Editorial de la revista LABORATORIO. (1930) Barcelona. Imprenta Borras, pp. 187 a 190.
- García Jiménez, E. El pabellón de Castilla la Nueva en la Exposición. En El Noticiero Sevillano, de Sevilla. 23 de octubre de 1929, p. 5.
- Real, F. Lo que fue la Exposición Iberoamericana. En El Correo de Andalucía, de Sevilla. 22 de agosto de 1963, p. 16.
[17] . De Rapide, P. Paginario de la Exposición. Castilla la Nueva. En La Libertad, de Madrid. 20 de junio de 1929, p. 4.
[18] . Ibídem.
[19] . La inauguración del pabellón de Castilla la Nueva de la Exposición de Sevilla. En Renovación, de Guadalajara. 17 de mayo de 1929, p. 4.
-El pabellón de Guadalajara. En ABC, de Madrid. 07 de mayo de 1929, p. 35.
-Guadalajara en la Exposición de Sevilla. En Flores y abejas, de Guadalajara. 19 de mayo de 1929, p. 3.
[20] . Exposición Ibero-Americana de Sevilla. Pabellón de Castilla la Nueva. Toledo. Catálogo. 1929. (Toledo) Imp. Provincial a cargo de Sebastián Rodríguez.
[21] . Ocaña Rodríguez, E. Toledo en la Exposición Ibero-americana de Sevilla de 1929. (1985) Cuenca. Edita Caja de Ahorros de Toledo.
[22] . web de la Diputación Foral de Bizkaia. “Despacho del Diputado General. Este retrato de San Ignacio de Loyola que pintó Elías Salaverría para presentarlo a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1916. El autor, natural de Lezo (Gipuzkoa), realizó dos ejemplares idénticos de este lienzo: uno que es propiedad de la Diputación de Gipuzkoa y éste. Se trata de una visión un tanto tétrica del Santo Fundador Vasco, que parece salir de una caverna, cuando en realidad tiene detrás la mole rocosa de Aia, frente a la Santa Casa de Loyola, de blanquísima piedra caliza.”
[23] . Instalaciones de Ciudad Real. En ABC, de Madrid. 10 de mayo de 1929.
-Ciudad Real. Objetos artísticos. En El Correo de Andalucía, de Sevilla. 19 de enero de 1929, p. 2.
-Un mapa en relieve de la ruta de Don Quijote. En El Correo de Andalucía, de Sevilla. 22 de enero de 1929, p. 1.
-La concurrencia de Castilla en la Exposición Iberoamericana. En Heraldo de Madrid, de Madrid. 18 de enero de 1929, p. 12.
[24] . Para la Exposición Ibero-Americana. En ABC, de Madrid. 13 de marzo de 1929, p. 38.
[25] . Sesión de la Permanente provincial. En El Debate, de Madrid. 04 de julio de 1930, p.4.
[26] , Sección de noticias. En Flores y abejas, de Guadalajara. 20 de julio de 1930, p. 7.
[27] . Informaciones y Noticias Municipales. En ABC, de Madrid. 31 de julio de 1930, p. 23.
[28] . A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Documentos Varios. Caja 100. Rollo 720 fotogramas del 490 a 506.
[29] . A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Libro de actas núm. 1 de la Comisión Liquidadora. Sesión del 22 de octubre de 1931.
[30] . Información facilitada por la Casa de Vidrieras Artísticas Maumejean Hermanos. Relación de algunos, entre los trabajos más importantes ejecutados por la Sociedad J.H. Maumejean Hermanos S.A.
[31] . A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Derribos. Caja 119. Rollo 735, fotograma del 160 a 163.
Las otras dos ofertas presentadas correspondían a:
-Rafael Garrido Campos por 7.250 pts.
-Francisco Portillo Méndez por 5.031 pts
[32] . A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Derribos. Caja 119. Rollo 735, fotograma del 160 a 163.












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