- La Plaza de los Conquistadores y la Fuente Monumental del Sector Sur.





Vista aérea de la Plaza de los Conquistadores y los pabellones aledaños.
El nombramiento como Comisario Regio de la Exposición de Cruz Conde en 1926, insufló nuevos aires a la organización, produciéndose un cierto nerviosismo y rapidez ya que era intención del Gobierno inaugurarla en 1927, pronto se vio la necesidad de retrasarla primero al 12 de octubre de 1928 y por último al 9 de mayo de 1929.

Este impulso produjo la etapa de mayor número de construcciones, pero también es cierto que fueron las menos valiosas, a excepción de los pabellones internacionales, cuya realización no corría a cargo del Comité, aparte esta salvedad y algún que otro pabellón oficial o de empresa semi-estatal, lo edificado fue tramoya y decorado, que una vez concluida la Exposición se desmantelaron.

A la rapidez del diseño y construcción, habría que añadirle otra variante que sería clave para el derribo de las edificaciones que se instalaron sobre todo en el Sector Sur, y es el carácter del terreno ocupado por éste, que al no ser en su mayoría de propiedad municipal, fue arrendado a sus propietarios legales.

Uno de los grandes lastres que arrastró los organizadores de la Exposición hasta la llegada de Cruz Conde, fue su falta de toma de decisiones de carácter permanente, sobre todo en lo que se refiere por un lado a realizar presupuestos realistas y por otro a la plasmación en un plano definitivo la superficie necesaria a ocupar. A este respecto hay que hacer constar, que la participación de países, regiones, ciudades, empresas, etc. se hicieron muy de rogar, produciéndose su confirmación a escasos meses de la inauguración, en muchos casos.

Aunque aparecía en planos anteriores a 1925, no hasta el proyecto aprobado en ese año, cuando se le dá autentica carta de naturaleza al llamado Sector Sur, como zona de ampliación de la Exposición después de haberse barajado otras. Ocupaba este sector el terreno comprendido entre la Avenida Reina Victoria (actual de las Palmeras), el Canal Alfonso XIII y el cauce del Guadaíra. Con forma de triángulo rectángulo muy alargado cuyo lado mayor que discurría desde la Glorieta de Méjico hasta el Estadio, medía 1.300 mts.

Vistas aéreas de la Plaza de los Conquistadores durante la Exposición y en la actualidad, con indicación de las calles que actualmente conforman esta zona.
La estructura del Sector Sur, se articula mediante un eje longitudinal en la Avenida de la Raza y un centro en la Plaza de los Conquistadores, no siendo muy acertada la unión entre esta y las instalaciones del su alrededor, según Trillo de Leiva. La ordenación se realizó por sectores, el de la zona de la sección ganadera fue competencia de Pedro Sánchez Núñez, y el de la Plaza de los Conquistadores de Vicente Traver.
La Avenida de la Raza y las Galerías Comerciales, en primer lugar.
El 16 de junio de 1925, se firmó el contrato de arrendamiento con los hermanos Caminos, sobre una parcela de 159.000 m2 con un periodo de vigencia que se iniciaba en el 1 de septiembre de 1925 y finalizaba el 31 de diciembre de 1930, y cuyo importe anual era el de 2.385 pesetas. Es quizás este el motivo por el que se construyó la mayoría de las instalaciones de forma no permanente, y mas tarde supuso la desaparición de prácticamente todo lo edificado.

El proyecto de la Plaza de los Conquistadores fue de Vicente Traver, siendo aprobado el 3 de diciembre de 1927. Debido a la escasez de tiempo la plaza no estaba concluida el día de la inauguración, siendo esta una de las últimas obras oficiales en concluirse.

La plaza era un inmenso espacio rectangular que albergaba galerías, fuentes, jardines, estatuas y pabellones. El acceso principal a la misma, se realizaba a través de la Avenida de la Raza, tras franquear una zona ajardinada que servía para dividir los dos edificios de las Galerías Comerciales Nacionales, que se encontraba a izquierda y derecha de este acceso.
Postal de la época con una vista de la plaza.
Estos dos edificios rectangulares que constituían las Galerías Comerciales, fueron diseñadas por el joven arquitecto José Granado de la Vega, su construcción de carácter efímero, se componían de un pórtico corrido, con ornamentación neobarroca de molduras y esgrafiados con clara influencia levantina de Traver. En los arcos de las esquinas, se levantaban frontones de formas mixtilíneas, decorado su interior con heráldica en relieves y rematado a ambos lados por jarrones. Completaba la zona superior, una balaustrada que recorría todo el perímetro del edificio.

Las galerías se cubrían, con un techo rectangular a cuatro aguas, elevado sobre grandes ventanales, que servían para iluminar naturalmente el interior de las mismas, ocupando estos solo la zona interior del edificio dejando libre una espaciosa balconada que ocupaba el mismo espacio que el pórtico corrido inferior.
Vista de las Galerías Comerciales Nacionales, en primer plano el pórtico.
Según el Catálogo Oficial el interior de las Galerías ofrecía el aspecto de grandes calles comerciales, albergaba unos trescientos expositores en su mayoría de empresas nacionales y locales, siendo el material expuesto muy variado.

Estas construcciones junto con la zona ajardinada central, formaban una espaciosa terraza que ofrecían una magnífica vista del resto de la plaza que se encontraba a sus pies en un nivel inferior.

Para salvar el desnivel que existía entre la mencionada Avenida de la Raza y la manzana donde se encontraba inscrita la Plaza, se había construido una amplia escalinata, instalando en su centro una monumental fuente, que mas adelante pasaremos a describir.
Stand de Philips Radio, dentro de las Galerías Comerciales
Ocupando el espacio central de la Plaza se encontraba una gran alberca de forma rectangular muy alargada, cuyos pretiles estaban revestidos de cerámicas de colores y sobre el que se habían colocados macetas con flores. Esta fuente cuyos potentes surtidores se iluminaban con luces de colores, era todo un espectáculo nocturno.

Estanque central iluminado. (Postal de la época)
Al fondo, cerrando este espacio se encontraba el Pabellón del Patronato Nacional de Turismo, y flanqueando el mismo a ambos lados se distribuían los pabellones andaluces de Cádiz, Huelva, Granada y Jaén, y los regionales de Castilla la Nueva, Asturias, Navarra y Galicia.
Entre la zona ajardinada frente a la fachada del Pabellón de Turismo, y el final del estanque central, cruzaba esta Plaza la Avenida del Salvador, en cuyo centro se levantaba la monumental estatua de Cristóbal Colón donada por Torcuato Luca de Tena, y realizada por Lorenzo Coullaut Valera, presentando al descubridor de forma vigorosa, con el pie derecho adelantado, la mano izquierda portando el pendón de Castilla y con la derecha sosteniendo un ancla.

La estatua se elevaba sobre un bello pedestal con adornos góticos de pináculos en las esquinas, y escenas pintadas en el interior de los arcos inscritos en cada una de las cuatro caras.

Además de esta, otras esculturas representativas de descubridores y conquistadores americanos, adornaban los jardines de esta plaza, situadas entre flores, arbustos, fuentecillas y bancos de azulejería, siendo estas las siguientes:
Estatua de Colón en la Plaza de los Conquistadores

El gran conquistador Francisco Pizarro, se ubicaba delante de la puerta del Pabellón de Castilla la Nueva, fue adjudicada a Manuel Delgado Brackembury, pero debido a falta de tiempo para su ejecución, como le ocurrió en otras obras, tuvo que subcontratarla realizándola Antonio Bidón.
Distribución de las estatuas en la Plaza de los Conquistadores. (Montaje gentileza de Sergio David Cansado)
Rodrigo de Triana, se instaló en el otro extremo del Pabellón de Castilla la Nueva, junto a la Puerta de Madrid. Esta escultura si fue realizada por Manuel Delgado Brackembury, y representaba al trianero universalmente conocido, con el brazo derecho elevado hacia el cielo cogiendo fuertemente un pergamino con su mano, la otra la apoyaba en un madero tras el cual se encontraban aparejos de barcos. El personaje estaba vestido con humildes ropas de marino dejando desnudas las piernas y brazos y cubriéndose la cabeza con una boina.

Hernán Cortés, este gran conquistador y explorador del Nuevo Mundo, tuvo su estatua colocada frente al Pabellón de Granada, en ella se le representaba de pié cubierta la espalda con una amplia capa y vestido con armadura, en la mano derecha portaba una gran espada que hundía en el suelo, la cabeza la llevaba descubierta.

El codescubridor y gran navegante Martín Alonso Pinzón, tuvo instalada su estatua frente al Pabellón de Asturias, obra de escultor Antonio Pinto Soldán, representó a este personaje con atuendo civil de la época, tomando con la mano derecha unos aparejos marinos y con la izquierda llevaba unos libros que apoya en su cadera.

Vaso Nuñez de Balboa, fue el primer europeo que divisó el Océano Pacífico, esta obra la realizó el escultor Francisco Marcos Díaz Pintado, por subcontrata de Manuel Delgado Brackembury, en ella se aprecia a este gran explorador, con vestimentas de la época y cubriendo el pecho con una coraza. Portando en su mano izquierda una bandera enrollada, en recuerdo de la toma de posesión de los Mares del Sur, nombre con el que se conoció entonces al Océano Pacífico, en nombre de la Corona de Castilla.
Estatua de Vasco Núñez de Balboa frente al Pabellón de Navarra.
Por último, en los jardines que antecedían la entrada del Pabellón de Galicia, estuvo ubicada la estatua del primer marino que consiguió completar la circunnavegación de la Tierra Juan Sebastián Elcano. Por los mismo motivo que la de Pizarro, fue ejecutada por Antonio Bidón, en ella plasmó al gran marino erguido con la cabeza tocada, capa que cuelga del hombro izquierdo, portando en la mano de ese lado un globo terráqueo en recuerdo de su hazaña.
La estatua de Colón frente al Pabellón de Turismo.

Rodrigo de Triana en la Puerta de Madrid del Pabellón de Castilla la Nueva

Sebastián Elcano frente al Pabellón de Galicia.


Las estatuas de la Plaza de los Conquistadores.
Como complemento de esta decoración se levantó, junto al lado izquierdo del estanque central, un templete blanco de forma circular de estilo clásico, compuesto por seis columnas toscanas elevadas sobre podio, que soportaban una bella cúpula de media naranja. Esta edificación quedaba algo huérfana al faltarle, en el lado opuesto del estanque, otra construcción que complete la simetría del conjunto.

El heterogéneo conjunto formado en esta plaza por las esculturas, así como las zonas ajardinadas con los bancos de mampostería con azulejería, el templete y el estanque central, con el fondo de los distintos pabellones con su diversidad de formas arquitectónicas, hizo de este lugar algo verdaderamente colorista, consiguiéndose así reunir gran variedad de estilos en tan poco espacio, y proclamar el ideal del estilo ecléctico de la Exposición.

Una vez concluida la Exposición y a pesar de los muchos intentos por parte del Alcalde, Conde de Halcón, de adquirir los terrenos propiedad de los hermanos Camino, que ocupaba la Plaza de los Conquistadores y que habían sido arrendados mientras durara la Exposición, a fin de ampliar la feria y el paseo de coches a dicha Plaza, no tuvieron existo, la serie de acontecimientos acaecidos con la caída de la monarquía y la proclamación de la república con el consiguiente cambio de gobierno municipal, así como el de liquidar los temas herederos del anterior régimen, dieron al traste con este proyecto.

El gobierno municipal decide en 1935, suspender la opción de compra sobre estos terrenos y devolverlos a sus propietarios. En los meses de enero y agosto el diario ABC, recoge distintas resoluciones de Comisión de Parques y Jardines para que se redactasen los oportunos presupuestos para el traslado de emplazamientos, en los lugares ya acordado (desconocemos cuales eran) de las estatuas existentes en la Plaza de los Conquistadores. En el mes de noviembre de dicho año aún no se había hecho efectivo el traslado, pues una nueva Comisión requirió que para la siguiente sesión se traiga una propuesta para encargar el traslado parcial a la Sociedad de Cantero y Marmolistas.

Posiblemente estos traslado no se llevaran a cabo, o por lo menos solo afectaría a alguna de las escultura, ya que el cercano inicio de la Guerra Civil ralentizarían todos estos trabajos.

Sergio David Cansado Valle, ha realizado un magnífico reportaje de investigación en busca de la ubicación de cada una de ellas, que a continuación exponemos.
Estatua de Martín Alonso Pinzón, en Palos de la Frontera
La estatua de Martín Alonso Pinzón, fue trasladada a localidad de Palos de la Frontera en el año 1944, instalándose en la Plaza Comandante Ramón Franco, donde actualmente se puede contemplar.

Hernán Cortés se encuentra en Jerez de los Caballero, ignorándose la fecha de su traslado; consta que González Grotta, hijo, realizó una intervención en 1969, suponemos que lo que hizo fue retocar la obra de su padre, convirtiéndola en Hernando de Soto, cambiando la posición de la espada, ahora aparece con ésta alzada y sustituyendo la cabeza. Se encuentra actualmente emplazada en la Puerta de Burgos de dicha localidad.

Arriba la de Hernán Cortés, modificada por González Grotta y convertido en Hernando de Soto. Y abajo la que estuvo instalada en la Plaza de los Conquistadores.
Vasco Nuñez de Balboa, que realizara Francisco Marco Díaz Pintado, estuvo ubicada desde los años 70 del pasado siglo hasta mediados de los 80, delante de la Ermita de los Santos Mártires, también en Jeréz de los Caballeros. Por esas fechas el Instituto de Cultura Hispánica y la Diputación Provincial de Badajoz, mandaron confeccionar a sus expensas, una estatua en bronce del celebre descubridor. Siendo rebautizada la antigua como Diego de Albítez, fundador de Nueva Granada, a fin de evitar un mal gesto si era devuelta a Sevilla. Parece ser sufrió un gran deterioro sobre todo en la zona baja de la estatua, siendo retirada por lo que seguramente ya no exista.
Vasco Núñez de Balboa, frente a la Ermita de los Santos Mártires, foto años 1960.
(foto gentileza de Sergio David Cansado)
La de Francisco Pizarro, se encuentra en su ubicación original, en los jardines de Colegio Mayor Hernando Colón –esta institución fue inaugurada en 1948-, siendo su estado de conservación aceptable.

Pizarro, en los jardines del Colegio Mayor Hernando Colón.

Restos de la escultura de Sebastián Elcano en los mismos jardines.
(foto gentileza de Sergio David Cansado)
No podemos decir lo mismo de los restos de la escultura del navegante Juan Sebastián Elcano, ya que si bien parte de la misma, el pedestal y parte baja de la estatua, se encuentran en su ubicación original en los jardines del mencionado Colegio Mayor, el resto se fragmentó al caerle la rama de un eucalipto al ser podado, permaneciendo en dicho lugar el busto durante un tiempo, aunque hoy no quedan restos, y la cabeza nunca fue encontrada.
Rodrigo de Triana en su emplazamiento de la Plaza de Chapina en los años 1960.
Con respecto a la efigie de Rodrigo de Triana, esta estuvo durante algún tiempo en la Plaza de Chapina, según la información aparecida en el diario ABC, esta nueva ubicación se inauguró en 1948, y estuvo en ese lugar hasta finales de la década de los años 1970 que, por su deterioro y mal estado de conservación fue retirada -el brazo era mutilado con mucha frecuencia-, posiblemente ya no exista. Actualmente una escultura de nueva factura, se colocó a principio de los años 1980 al final de la calle Pagés del Corro.

La escultura que hiciera Lorenzo Coullaut, representando al descubridor del Nuevo Mundo Cristóbal Colón, se encuentra rodeado de árboles y plantas en la extremeña población de Jerez de los Caballeros, en el Parque de Santa Lucía, como agradecimiento por la cesión de la estatua, está colocada mirando a la ciudad de Sevilla. Sin embargo, es una lástima que esta bella obra no se le haya instalado sobre el hermoso basamento en que estuvo expuesta en el Certamen.
Colón en el Parque de Santa Lucía de Jerez de los Caballeros.
En resumen, de las siete estatuas repartidas por los jardines de la Plaza de los Conquistadores, tres se instalaron en Jerez de los Caballeros, la de Colón, Hernando de Soto y Vasco Núñez de Balboa, aun que esta última ya no existe; la de Martín Alonso Pinzón fue a parar a Palos de la Frontera y las tres restantes quedaron aquí, incluso en el mismo lugar donde habían sido erigidas durante la Exposición, la de Pizarro y Sebastián Elcano a pesar de que ésta, se encuentra en un estado irrecuperable; y la de Rodrigo de Trina la única de las que permanecieron en esta ciudad y que fue movida de su emplazamiento original, no sabemos si perdida o desaparecida. Por los datos que se han podido recoger, parece que hasta entrada la década de los años 1940, estas permanecieron en Sevilla, siendo trasladas por esas fachas para la colocación en los lugares descritos.

Como anécdota recordaremos un acto que tuvo lugar en esta plaza, el 29 de mayo de 1930, con motivo de un homenaje a los descubridores y colonizadores de América, que organizó el Comité de la Exposición y que culminaba con una solemnidad militar. El acto consistió en rendir a las espadas de los Reyes Católicos, de Cortés y Pizarro, un homenaje de las banderas y estandartes del Ejército.

Estuvieron presente las representaciones de todas las Armas y Cuerpos del Ejército en traje de gran gala, así como autoridades civiles y militares, los alcaldes de Trujillo, Campanario, Cádiz, Puerto de Santa María, Sanlúcar de Barrameda, Palos Moguer, Rota, Lebrija, Jerez de los Caballeros, como representantes de las ciudades mas destacadas en el descubrimiento, así mismo todas las representaciones Iberoamericanas y Cuerpo Consular; se ofició una misa de campaña en un altar portátil instalado en la rotonda de acceso a la Plaza, la guardia de honor al altar la realizaban un destacamento de marineros de la carabela Santa María.
Aspecto de la Plaza de los Conquistadores durante un acto.

Del Pabellón de Galicia, fueron sacadas en procesión las espadas y portadas por tres oficiales del Ejército y uno de la Marina de Guerra, esta procesión estaba precedida por los pífanos del Real Cuerpo de Alabarderos, una vez situadas las espadas delante del altar, las banderas y estandartes se colocaron a los lados de las mismas rindiendo los honores correspondientes. Se inició la misa, una vez terminada las espadas, le fueron rendidas nuevamente honores mientras se interpretaba la Marcha Real, siendo trasportadas de nuevo al Pabellón de Galicia, mientras una batería de artillería, hizo la salva de veintiún cañonazos. El acto concluyó con el desfile de las fuerzas terrestres y una escuadrilla de aviones de la Base Aérea de Tablada.

Otra estampa típica de esta plaza, fueron las sillas metálicas plegables que se alquilaban por 20 cts.; no solo se encontraban aquí, sino que estaban repartidas por los siguientes lugares del recinto: San Telmo, Glorieta de María Luisa, Estanque de los Patos, Fuente de las Ranas, Plaza de las Estatuas (Glorieta de Covadonga), Avenida central de la Plaza de España, Plaza de América, explanada de las Galerías Comerciales y explanada de los pabellones de Tabaco y de la Seda.

Una vez terminado el Certamen, quedaron en la ciudad en beneficio de ésta, como así obligaba el contrato. A pesar que hoy están desaparecidas, debido a los estragos del tiempo, los robos y la dejadez, las personas de mediana edad las pueden recordar repartidas en jardines y parques, terminando las últimas que quedaban en la Plaza Nueva. Sirva este recuerdo como reconocimiento a los mas de cincuenta año que han marcado una determinada imagen, entre reuniones familiares, niñeras y soldados.
Imagen típica de los años 50 de la Plaza Nueva, donde se pueden apreciar las sillas metálicas plegables.


LA FUENTE MONUMENTAL DEL SECTOR SUR


Detalle de la Fuente Monumental del Sector Sur. (Ilustración de la revista Sevilla Exposición Iberoamericana)
Para salvar el desnivel que existía entre la avenida de la Raza y la manzana donde se encontraba inscrita la Plaza de los Conquistadores en el Sector Sur de la Exposición, se construyó una amplia escalinata, instalando en su centro una fuente. La llamada Fuente Monumental o Central del Sector Sur, como aparece mencionada en todos los documentos, con la cual se quería rendir homenaje a las rutas comerciales entre España e Hispanoamérica, en el sector precisamente dedicado al comercio y la industria. 

Se encontraba inscrita, como ya se ha dicho, en la amplia escalinata que salvaba el rasante de la citada avenida, entre la zona de las Galerías Comerciales y el resto de la explanada, siendo diseñada por el joven arquitecto sevillano José Granados de la Vega, inspirándose para ello en el estilo clásico italiano de este tipo de monumentos, para lo cual utilizó una serie de elementos alegóricos de estilo Art’Decó.

Su autor, que había obtenido el título en 1922, y que con el cambio del cuadro técnico que llevó a cabo el Comisario Cruz Conde en 1927, pasó a formar parte como auxiliando de Vicente Traver y Thomás, si bien es cierto, que en algunos documentos del proyecto, están firmados por ambos arquitectos. 
Plano de la zona de la Plaza de los Conquistadores, con indicación de la situación de la Fuente Monumental en ella. (Archivo Municipal de Sevilla)
Según la memoria del proyecto, fechado el 29 de octubre de 1927,[1] se pretendía construir una fuente monumental que sirviera al mismo tiempo de escalinata de acceso a la plaza, formando un conjunto que ocupara todo el lado correspondiente a la avenida de La Raza, en el que se situaría en su centro un grupo escultórico compuesta por tres esculturas sobre basamentos, y bajo la base del central, se proyectó la proa de una nave como símbolo representativo de las relaciones comerciales con ultramar.

A ambos lados de la estatua central, dos esculturas de menor importancia que llevarían incorporado unos surtidores cayendo el agua en forma de cascada sobre tazas, para terminar en un lago. 

Las escalinatas debían tener dos tramos, y llevarían pilones, balaustradas y remates decorados, siendo la construcción de tipo económico pero de buen efecto, los muros de hormigón enlucidos con mortero en imitación a la piedra. Los pilares, balaustradas, basamentos y grupo escultórico, serían modelados en piedra artificial y la escalinata de hormigón enlucido. 

En el presupuesto general,[2] se incluían todas las obras necesarias de contención, movimiento de tierras, las esculturas y todos los motivos decorativos, como cartelas y remates. Siendo su importe total de 64.417,19 pts., que se dividían en dos apartados. El de albañilería por importe de 37.189,50, y el decorativo por 27.227,69.
Proyecto de la Fuente del Sector Sur firmado por Granados y Traver. (Archivo Municipal de Sevilla)

En la parte decorativa se especificaba la ejecución de una estatua de 4.50 m. para el pedestal central, por 2.920 pts., y dos de menor tamaño para ambos lados, por 1.100 pts. cada una, todas ellas realizadas en piedra artificial con armazón de alambrado. Así como el modelo en escayola de las estatuas por 1.500 pts., además de las tazas decorativas, los mascarones, remates y la carabela de 4,80 x 3,60 m., también en piedra artificial.[3] En el pliego de condiciones se establecía un plazo de ejecución de cinco meses, y los pagos se harían por certificaciones mensuales o destajo.

Antes de ser aprobado por la Comisión Permanente esta obra, el arquitecto general de la Exposición, Vicente Traver, consultó al decorador valenciano Vicente Benedito, sobre el proyecto, remitiéndole éste una memoria y presupuesto de la parte decorativa de fuente, realizados en alabastro y pintado al óleo imitando a la piedra, siendo su importe el de 36.000 pts., si bien no incluía el montaje ni algunas piezas. Vicente Traver, le contestó que tenía el presupuesto de un industrial sevillano, en piedra artificial mucho más económico, por lo que no le era posible aceptar su oferta.[4]

En la sesión del 9 de diciembre de 1927 de la Comisión Permanente, es aprobado el proyecto y el presupuesto presentado por José Granados de la Vega, con la conformidad del arquitecto general, siendo sacada a concurso la obra, es adjudicada a Manuel Castellanos, la albañilería, y a Francisco Ceballos Montenegro la decoración, firmando los respectivos contratos entre Eduardo Carvajal y Acuña, ingeniero director de obras y proyectos y los concesionarios de las obras el 18 de enero de 1928, fijándose la finalización de ésta seis meses más tarde.[5]

A éste último contratista, también le es adjudicada días más tarde, el concurso para el revestimiento de los bancos de la Glorieta de las Estatuas, actual glorieta de Covadonga.

Las obras debieron iniciarse inmediatamente, y mientras el contratista Manuel Castellanos realizaba los trabajos de movimientos de tierra, rellenos y cimentaciones, Francisco Ceballos, empezó su trabajo con el acopio de piedra y la realización de moldes para la decoración.

Al parecer desde un principio, las relaciones entre éste y el arquitecto general no fueron buenas, y según el relato que hace el primero en una reclamación presentada al Comité,[6] todo se debía a que, a pesar de que en el contrato estaba consignada la realización de las tres estatuas de la fuente, éstas fueron encargadas a otros escultores por tenerlas comprometidas el Comisario Regio Cruz Conde con ellos, cuando el citado contratista ya tenía hecho los modelos.


Modelos para las estatuas de la Fuente Monumental, realizados por Francisco Ceballos Montenegro. (Archivo Municipal de Sevilla)
A partir de ese momento no consiguió que el arquitecto le firmara certificaciones, solo las fechadas el 22 de marzo y el 10 de mayo por un total 7.708 pts., y gracias a la mediación de algunos miembros de la Comisión. Como consecuencia de ello y por falta de recursos, tuvo que paralizar la construcción, motivo por el cual el arquitecto general, pedía la rescisión del contrato por tener abandonada completamente la obra, que es lo que se pretendía, como veremos más adelante.

En la sesión de la Permanente celebrada el 12 de junio, se trató la demanda de Francisco Ceballos Montenegro, en el que el Ingeniero Director de Obras Eduardo Carvajal, informó a este respecto afirmando que, si bien el en contrato figuraba la realización de las tres estatuas por 5.120 pts más 1.500 por los modelos de estas en escayola, se había pensado con posterioridad y de acuerdo con el Comisario Regio, dar más importancia a la parte escultórica, por lo que se le dijo al contratista que no se ocupara de los moldes de las esculturas. Acordándose no ha lugar a la reclamación, y si que se cumpliera estrictamente con los preceptos del contrato, rescindiéndolo si fuera necesario.[7]

Hecho éste que se produjo el 2 de julio, con la liquidación de los trabajos realizados por Francisco Ceballos, tanto para la obra de la Fuente Monumental, como la del revestimiento de los bancos de la Glorieta de las Estatuas por 2.044,90 pts.[8]

Ni en la documentación existente en el expediente, ni en las declaraciones de los interesados, se hace constar que se le comunicara por escrito al contratista la modificación de proyecto, como se establecía en el art. 9 del Pliego de condiciones complementarias, por el cual el contratista estaba obligado aceptarla, siempre que ésta modificación en la sumas de los importes no aumentara o disminuyera, como era el caso, el presupuesto de la contrata en un 10%, La suma de los importes de la confección de las estatuas más la de los modelos, arrojan un total de 6.620 pts., que era casi un 25 % del total del presupuesto de la obra.

El 24 de julio se firma el contrato entre el Ingeniero Director de Obras y Santos Gallego Calvo, industrial especialista en decoración de piedra artificial, para la terminación de la obra, si bien no se indica el importe exacto del contrato, suponemos que estaría de acuerdo con el saldo resultante de la liquidación del anterior contratista, aunque ya se advertía que habría que desechar algún material de acopio por deterioro, estableciéndose cuatro meses para su ejecución.

No habían pasado más de dos semanas desde la firma del nuevo contrato, cuando se redacta un nuevo proyecto de ampliación de las escalinatas. Según la memoria[9] de éste, en el primitivo proyecto la anchura de estas se había fijado en 15 m. de largo cada una, y que debido al efecto de las grandes dimensiones de la plaza, parecían que estas eran reducidas para servir de enlace entre la parte alta y baja de la misma. Por lo que se ampliaban hasta el doble las dimensiones de estas, a fin de aumentar la grandiosidad de la obra y su emplazamiento en el punto más visible de este sector. Además, y como se tenía la intención de que las estatuas fueran de piedras, era necesario reforzar los muros y macizar el interior de los pedestales, resultando un presupuesto de 23.009,43 pts., para las obras de albañilería, y de 11.471,27 para las ampliaciones de la decoración.
Vista del conjunto de la Fuente Monumental del Sector Sur. (Ilustración de la revista Sevilla Exposición Iberoamericana)
A finales del mes de agosto de 1928, se confecciona un nuevo proyecto para la construcción de la estatuas,[10] en él se decía, que se han de construirse en material más rico para darle carácter de permanencia a las estatuas y así mayor importancia al conjunto, especificándose que han de ser talladas en piedra bateig, también llamada de Novelda, de primera calidad.

Para llevar a cabo este proyecto, se presupuesta un total de 26.233 pts., divididas en 11.233 para la estatua central y 7.500 pts, para cada una de las laterales. A este presupuesto se le dedujo 5.120 pts., importe destinado a la confección de las estatuas del primitivo proyecto, quedando un importe total de 21.113 pts.

En la sesión del 8 de septiembre del Comité de la Exposición, son aprobados ambos proyectos por un importe total de 55.593,70 pts. En esa misma sesión, se propone por parte del Ingeniero Director de Obras y Proyectos, le sean concedidas las obras a los mismos destajistas, y las estatuas a José Lafita, Miguel Sánchez-Cid y Francisco Marco «autores de los modelos respectivos», es decir ya habían presentado los bocetos de las esculturas a realizar.[11]

Vista de la Plaza de los Conquistadores desde la escalinata, y detalle de ésta y de la balaustrada. (Postales de la época)
Estas ampliaciones no terminan aquí, el 17 de enero y el 11 de marzo de 1929, se producen nuevas modificaciones adicionales para la decoración, por importes de 5.120 y 1.510 pts., respectivamente. Y el 28 de abril, se contrata directamente con la casa A.E.G., la instalación de un grupo moto-bomba por 6.800 pts, para darle caudal al efecto artístico de la fuente, ya que necesitaban de 100 a 110 m3/hora de agua, lo que suponía un gasto considerable, lo cual permitía utilizar el mismo agua de forma permanente. Se incluía en este precio las lámparas para la iluminación artística de la fuente.[12]

El 28 de mayo, con la Exposición ya inaugurada, se acordó colocar un escudo de España en la parte trasera del pedestal central, realizado en piedra artificial, como complemento decorativo de la Fuente Monumental, encargándosele al escultor Francisco Marco Díaz-Pintado por 5.000 pts.[13]

La fuente con su iluminación artística. (Fotografía gentileza de Carlos Thiriet Castilla)
Este relato detallado de los hechos se traen a colación, por considerarlos paradigmáticos en las distintas etapas del proceso constructivo la Exposición, donde la falta de previsión, el amiguismo y la decisiones arbitrarias, fueron la tónica general.[14]

Para la construcción de Fuente Monumental. se partió de un presupuesto inicial de 64.417,19 pts., que fue ampliándose y modificándose en el transcurso de su construcción, llegando a alcanzar estos presupuestos adicionales más del doble de la cantidad previamente presupuestada, 68.893,70 pts., es decir la fuente tuvo un costo final de 133.310,89 pts. Ello unido a la decisión de conceder alguno de los proyecto a amigos y conocidos, saltándose para ello las formalidades administrativas, fueron lo que generaron esa sensación de mala gestión y derroche del bien público.[15]

La Fuente Monumental finalmente construida, tenía una superficie de 1.076 m2, las escalinatas con 30 m. de longitud cada una, ocupaban 537 m2 y el estanque 539m2.[16]

Presidía el conjunto una dama que representaba a «Iberia» como alegoría de España[17], de 4,5 m. de altura, cuyo autor la concibió erguida como una dama ibérica oferente, con dos niños jugando a sus pies vistiéndola con el tocado y las joyas de la Dama de Elche, siendo prácticamente una copia de ésta. En la mano derecha sostiene un cuerno de la abundancia, del que como guirnaldas salen frutas y flores que se derraman hasta llegar a la tierra, en la mano izquierda portaba la reproducción de Mercurio de Giambologna, como símbolo del comercio hispano-americano. 

La Dama, aparecía altiva, como una diosa sobre la proa de una carabela que estaba a sus pies, adornada con escudos y guirnaldas, parece flotar sobre las aguas. Esta escultura es obra de Francisco Marco Díaz Pintado, por aquel entonces profesor de composición decorativa y escultórica de la Escuela Industrial y de Artes y Oficios de Sevilla.

A este respecto, José Antonio García Hernández[18], encuentra similitud en cuanto actitud, decoración de la cabeza y expresión del rostro, con la obra titulada «Ofrenda», del escultor valenciano Ignacio Pinazo, que representaba un hermoso desnudo de mujer decorando su cabeza con un tocado basado en la Dama de Elche, y que fue presentada en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid de 1917, donde Francisco Marco también participó.



A la izquierda «Iberia» de Francisco Marco (Imagen publicada en el Liberal). A la derecha «Ofrenda» de Ignacio Pinazo (Ilustración de la revista La Esfera)

Acompañaban a la dama ibérica, dos estatuas con aspecto de hombres jóvenes recostados, por razones de estética iconográfica, sobre ondas esquemáticas que simbolizan el agua. Estas figuras representaban alegóricamente los ríos Guadalquivir y Magdalena de Colombia. El que se ubicaba a la derecha era el Guadalquivir, obra de Agustín Sánchez-Cid, escultor y médico sevillano, discípulo de García Ramos, en el se puede apreciar tendida en el suelo, una cabeza de toro y un racimo de la abundancia con frutas y espigas de trigo. La figura varonil del hombre con anchas patilla, tiene un buen modelado y disposición anatómica. Sus manos sostienen un racimo de uva la izquierda, y la derecha espigas de trigo.
Modelo en escayola del río «Guadalquivir» realizado por Sánchez-Cid, que se encuentra en la sede de la Comunidad de Regantes del Valle Inferior del Guadalquivir en Sevilla.
El río Magdalena se situaba a la izquierda de Iberia, fue esculpido por José Lafite Díaz y en ella el joven con aspecto de indio americano, aparece recostado sobre rocas, apoyando la espalda sobre frutas tropicales y un reptil americano, mostraba al parecer en su mano derecha una ave. Su autor muy estimado en Sevilla en aquella época, se caracterizaba por su modelado academicista y frío.

Los surtidores con cabeza humana situados bajo las estatuas de los ríos, vertían sus aguas sobre tres pilas que caían en cascada para fundirse en el estanque central que representaban el Océano Atlántico, por donde navegaba la carabela.

De la hermosa fuente, gracia y orgullo de la Sevilla de esa época, solo nos queda hoy día las tres estatuas. Destruida y desmantelada la fuente tras la Exposición, en 1936 la Academia de Bellas Artes de Sevilla, intentó trasladarla a otro lugar del Sector Sur.[19] Las tres esculturas, por iniciativa de Antonio Sánchez Corbacho, se colocaron en una de las praderas de los Jardines de las Delicias de Arjona, desperdigadas y sobre la yerba, después de años de abandono y múltiples agresiones, fueron recientemente restauradas, para continuar su paulatina degradación, y si nadie lo remedia, pérdida definitiva.




Estado actual de las esculturas de la Fuente Monumental en los Jardines de la Delicias de Arjona. Arriba «Iberia», y abajo las representaciones de los ríos «Guadalquivir» a la izquierda y «Magdalena» a la derecha. (Archivo del autor)
NOTAS
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[1] . Archivo Municipal de Sevilla. Sección XVIII. Exposición Iberoamericana. Caja 71- Exp. Fuente Monumental Sector Sur. Rollo 685 fotogramas 187 y 188.
[2] . A.M.S. Caja 71- Exp. Fuente Monumental Sector Sur. Rollo 684 fotogramas 578 y 579.
[3] . A.M.S. Caja 71- Exp. Fuente Monumental Sector Sur. Rollo 685 fotogramas 193 y 194.
[4] .A.M.S. Caja 71- Exp. Fuente Monumental Sector Sur. Rollo 685 fotogramas 231 a 234.
[5] .A.M.S. Caja 71- Exp. Fuente Monumental Sector Sur. Rollo 685 fotogramas 280 y 281.
[6] . A.M.S. Caja 71- Exp. Fuente Monumental Sector Sur. Rollo 685 fotogramas 273 a 276.
[7] . A.M.S. Caja 71- Exp. Fuente Monumental Sector Sur. Rollo 685 fotogramas 226-227, 277-278 y 324-325.
[8] . A.M.S. Caja 71- Exp. Fuente Monumental Sector Sur. Rollo 684 fotogramas 546 y 547.
[9] . A.M.S. Caja 71- Exp. Fuente Monumental Sector Sur. Rollo 685 fotogramas 168 y 169.
[10] . A.M.S. Caja 71- Exp. Fuente Monumental Sector Sur. Rollo 685 fotograma 184.
[11] . A.M.S. Caja 71- Exp. Fuente Monumental Sector Sur. Rollo 685 fotograma 228.
[12] . A.M.S. Caja 71- Exp. Fuente Monumental Sector Sur. Rollo 685 fotograma 331.
[13] . A.M.S. Caja 71- Exp. Fuente Monumental Sector Sur. Rollo 685 fotogramas 246 y 248.
[14] . Villar Movellán, A. Las Fuentes Monumentales de la Exposición de Sevilla 1909-1929. En Homenaje al Profesor Dr. Hernández Díaz. 1982. Editor Universidad de Sevilla. pp 868-870. Villar Movellán, refiere estos hechos de forma muy escueta, y achaca el cambio de contratista por el trabajo lento de Francisco Ceballos Montenegro.
[15] .- Rodríguez Bernal, E. Historia de la Exposición Ibero-Americana de Sevilla de 1929. 1994. Edita. Servicios de Publicaciones del Ayuntamiento de Sevilla. pp 405-414. En el capítulo VIII. La Post-Exposición. La Exigencia de responsabilidades. Eduardo Rodríguez Bernal hace un estudio pormenorizado de esta situación.
[16] . A.M.S. Caja 71- Exp. Fuente Monumental Sector Sur. Rollo 685 fotograma 196.
[17] . El escultor D. Francisco Marco. El Liberal. 19 de octubre de1928. Pág. 1
[18] . García Hernández, J.A. El escultor Francisco Marco Díaz-Pintado: Aportes biográficos. En ATRIO 7, 1995. pp. 101-111
[19] . Villar Movellán, A. Las Fuentes Monumentales de la Exposición de Sevilla 1909-1929. En Homenaje al Profesor Dr. Hernández Díaz. 1982. Editor Universidad de Sevilla. pp 868-870.


FUENTES
- HISTORIA DE LA EXPOSICION IBEROAMERICANA DE SEVILLA DE 1929, Eduardo Rodríguez Bernal
- ARQUITECTURA DEL REGIONALISMO EN SEVILLA 1900-1935. Alberto Villar Movellán.
- GUIA DE LA EXPOSICION IBERO AMERICANA 1929-1930
- LOS PABELLONES DE LA EXPOSICION IBEROAMERICANA, Alberto Villar Movellán
La Exposición Iberoamericana “Fondos de la Hemeroteca Municipal”
- ARQUITECTURA DEL REGIONALISMO 1900-1935. Alberto Villar Movellán
ABC edición Sevilla.- La Plaza de los Conquistadores 29/10/1929 pág. 7
ABC edición Sevilla.- La Exposición Iberoamericana 30/05/1930 pág. 17
ABC edición Sevilla.- El futuro del Campo de la Feria 05/07/1930 pág. 23
ABC edición Sevilla.- Informaciones municipales 17/01/1935 – 18/08/1935 – 17/11/1935
ABC edición Sevilla.- CASCO ANTIGUO 14/03/1979 pág. 71
ABC edición Sevilla.- CASCO ANTIGUO 03/05/1979 pág.
ABC edición Sevilla.- CASCO ANTIGUO 10/04/1979 pág. 11
ABC edición Sevilla.- CASCO ANTIGUO 10/04/1979 pág. 11
ABC edición Sevilla.- CASCO ANTIGUO 06/03/1984 – 07/03/1984 pág. 11 – 09
ABC edición Sevilla.- CASCO ANTIGUO 13/03/1984 pág. 17
ABC edición Sevilla.- CASCO ANTIGUO 12/02/1984 pág. 15
ABC edición Sevilla.- Los Dioses Secuestrados. 30/12/2002 pág. 28
ABC edición Sevilla.- Una conclusión y varias aclaraciones. 03/06/1989 pág. 44
- http://griegoantiguo.wordpress.com/category/ciudad-y-cultura-clasica/
- http://www.galeon.com/juliodominguez/
- http://www.sevillasigloxx.com/
- http://www.sevilla21.com/foro/viewtopic.php?t=3788