EL PARQUE DE MARÍA LUISA




La Exposición Iberoamericana de Sevilla, legó a la posteridad una serie de transformaciones en la fisonomía urbana de la ciudad, con la apertura de nuevas avenidas, la construcción de bellos edificios y la expansión del casco urbano hacia el sector sur.

Dentro de este legado que podemos disfrutar hoy en día, como pieza clave destaca con luz propia, todo el recinto de jardines y pabellones que llamamos Parque de María Luisa, que en transcurso de los años ha conferido a la ciudad el carácter propio del mismo y la ciudad ha reflejado en él su espíritu romántico; produciéndose una simbiosis tal, que decir Parque de María Luisa equivale a decir Sevilla; lo mismo que identificamos esta ciudad, con la Giralda, la Torre del Oro, la Catedral o el Barrio de Santa Cruz.

Imagen del un rincón del Parque de María Luisa en los años 20. (Fototeca Universidad de Sevilla)

Es pues la realidad de una esencia arquitectónica en el aspecto urbanístico que sumado a una carga lírica, la articulan como una obra de arte. Y es que pasear por el Parque, por sus amplias avenidas protegidos por la sombra de sus altos árboles, adentrarse por senderos y vericuetos, y reposar junto a frescas fuentes escuchando el canto de los pájaros, son las esencias arquitectónicas del mismo.

Y todo esto pudo ser realidad gracias a que desde el primer momento, el Comité Ejecutivo con una visión clara de aunar los trabajos preparatorios de la Exposición con las reformas urbanísticas de Sevilla, eligieron en 1910 los terrenos entorno al Parque (Huerta de Mariana, Naranjal y Delicias) para el emplazamiento de los pabellones, dejando a éste como lugar de esparcimiento del público que la visite. La idea principal consistía en la utilización de la superficie existente entre el Prado de San Sebastián y la Corta de Tablada, que unida a los jardines construidos por el Asistente de Sevilla D. José Manuel de Arjona en 1830, denominado por el pueblo, Delicias de Arjona, nombre de su creador y que en la actualidad conocemos como Jardines de Las Delicias, configuraran el Parque, como zona verde necesaria en ese emplazamiento.

El Parque de María Luisa, era una donación que S.A.R. la Serenísima Sra. Infanta de España Doña María Luisa Fernanda de Borbón y Borbón, Duquesa de Montpensier, hizo a la ciudad de Sevilla el 23 de mayo de 1893, de parte de los jardines del Palacio de San Telmo de su propiedad, para uso público y que llevaría en su honor el nombre de “Parque de María Luisa” y que comprendía una amplia superficie ajardinada entre el Paseo de María Luisa y los límites del Huerto de Mariana. Dichos jardines de corte romántico, fueron creados por Lecolant, jardinero de los Duques de Montpensier, sobre los terrenos del antiguo Convento de San Diego y de “La Isabela”. En 1910 su estado debió ser deplorable, debido a la desidia y abandono de la Corporación Municipal, hecho este denunciado reiteradas veces por la prensa local, situación esta que debió darle un aspecto aún más romántico al recinto.

En la Memoria presentada al Comité, el 12 de noviembre de 1910, se enumeraban las múltiples deficiencias existentes en la ciudad, entre las mismas se encontraban el mencionado estado de abandono del Parque; solicitándose en las conclusiones la convocatoria de un concurso de jardinero nacionales y extranjeros para su reforma.

En enero de 1911, el Comité consulta a Jean Claude Nicolás Forestier (1861-1930), figura de reconocido prestigio, formado en la Escuela Forestal de Nancy, conservador de los parques y paseos de París desde 1887, creador de una espléndida rosaleda en el Parque de Bagatelle en la ciudad del Sena y conocedor de las experiencias de las Exposiciones parisinas de 1899 y 1900.

Desde Sevilla se le envía a Paris, un plano del recinto exposicional, para que le sirva como base para la confección de un anteproyecto, en el que se le detallan las zonas de actuación, respetando en lo posible la arboleda existente.

Este anteproyecto llega a Sevilla el 1 de abril de 1911. El Comité lo acepta, encargándole un proyecto más amplio dividido en dos fases; uno de las zonas ajardinadas señaladas en el anteproyecto donde no se aprecian construcciones y otro del resto del Parque y el Huerto de Mariana donde se uniría con el esquema general del recinto de la Exposición.

Proyecto de J.C.N Forestier. (Archivo Municipal de Sevilla)


A fin de ultimar detallas del proyecto, Forestier se traslada a Sevilla, tomando contacto con estas tierras el 1 de septiembre de 1911. Visitó la ciudad, el Parque y algunas fábricas de cerámicas, las cuales le atrajeron como recurso decorativo. La presencia de Forestier en la ciudad atrae a periodistas, obteniendo una entrevista que es publicada en “El Liberal” el 2 de septiembre; dejando claro en la misma que plasmaría en su proyecto los conceptos que sobre España y Andalucía tenía, es decir, la luminosidad y la alegría de esta tierra, la composición de conjunto para que reúna una gran variedad dentro de una marcada intimidad y las condiciones climatológicas. Asimismo desvela sus fuentes de inspiración que son: las fuentes de los Venerables, la Alhambra, el Retiro de Madrid, el Alcázar de Sevilla, el Generalife de Granada y algunas casas antiguas de Sevilla y Granada.
En el mes de octubre de 1911, concluye la confección del proyecto, haciendo entrega del mismo al Comité en el mes de noviembre, en el se contemplaba una actuación sobre una superficie de 135.829 m2, con un presupuesto inicial de 250.000 pts; de inmediato se puso de manifiesto lo insuficiente del mismo, por lo que después de varios incrementos, el Comité Ejecutivo aprueba a finales de ese mismo año un presupuesto por valor de 500.000 pts, cantidad considerable para la época, pero digna para un proyecto que era no solo un jardín, sino una obra de arte.

Desde 1911 hasta el 18 de abril de 1914 -fecha de su inauguración- se desarrollan las obras, algunos dudaron y se mostraron recelosos de que un francés fuera el encargado de la reforma; es mas surgieron discrepancias entre Forestier y Aníbal González -responsable arquitectónico de la Exposición- pero el Comité supo otorgarles a cada uno poder en sus respectivas áreas. Al finalizar las reformas todos los comentarios fueron de alegría por los resultados obtenidos y prueba de ello es el magnifico recinto que podemos disfrutar hoy día.

El Parque diseñado por Forestier, se estructuraba básicamente en un perímetro de forma hexagonal, con un trazado interior ortogonal, completado interiormente por sendas que discurren entre frondosa arboleda, provocando sensaciones sugerentes de nostalgia y melancolía, heredadas del jardinero de los Montpensier, muy al gusto del carácter sevillano. A modo de foco central establece el ya existente “Estanque de los Patos”, con su isleta central donde se haya enclavado el Pabellón de Alfonso XII, de tipo islámico, poseyendo el conjunto las características propias del revival historicista, utilizando como recurso decorativo la rocalla en los bordes del estanque.

Estanque de los Patos y Pabellón de Alfonso XII. (Postal de la época).


De este centro arterial, crea un eje longitudinal, Norte-Sur, de destacado valor decorativo, situando en el mismo y en posiciones equidistante, dos conjuntos alimentados por las tomas de agua ya existente, con la intención de resaltar este elemento precioso y esencial en los países secos, que nos acompaña durante todo el recorrido con su murmureante ruido y refresca nuestra estancia con finos y estilizados surtidores.

Pabellón de Alfonso XII, estado actual. (Archivo del autor)


Al norte “El Estanque de los Lotos” y al Sur “La Fuente de los Leones”, réplica de su homónima en la Alhambra, rematando ambos conjuntos, el primero con una construcción en forma de pérgola, y el segundo con “El Monte Gurugu” ya existente, nota de carácter manierista trasplantado al romanticismo y que debe su nombre a la relación de Sevilla en la guerra de África, escenificada en parte en el monte marroquí del mismo nombre.


A este eje longitudinal, traza otros trasversales que se constituyen en dos avenidas paralelas entre sí orientadas hacia la posible apertura sobre el Prado de San Sebastián, cosa que no ocurrió al construirse la Plaza de España; enlazadas a estas avenidas se adosan una serie de sendas algo mas intrincadas preexistentes sin romper la fisonomía intima de ciertos rincones.

Estanque de los Lotos, foto de la época. (Fototeca Universidad de Sevilla).

En el estudio de este proyecto lo que más llama la atención es la primacía de ese eje longitudinal, el cual pasamos a describir a continuación:

Partiendo de la posición Norte y dirigiéndonos hacia el Sur, encontramos en primer lugar el ya mencionado “Estanque de los Lotos”, de forma rectangular, este lugar rememora el romántico Patio del Ciprés de la Sultana del Generalife en Granada, en el que según la leyenda era el lugar donde se encontraban Soraya y el Caballero Abencerraje. En el centro del estanque se sitúa una isleta, en cuyo centro, se alza una fuente de mármol con alto surtidor, que se encuentra dentro de otro estanque más pequeño y acompañada a ambos lados por dos arriates con vegetación . Se contornea con pérgolas de dobles pilares, de sección cuadrada de ladrillo visto, con bancos también de ladrillo visto.

Estado actual del Estanque de los Lotos.

En el extremo meridional de toda la composición una pequeña glorieta semicircular, tras un espacio rectangular de menores dimensiones, alberga en la actualidad el monumento a la Infanta María Luisa, que da nombre al Parque, es elemento posterior y ajeno a la intervención de Forestier y que más adelante comentaremos.

Siguiendo nuestro camino hacia el Sur, nos encontramos con un parterre de forma rectangular de setos de arabescos y a continuación una “Glorieta Elíptica”, que hoy lleva el nombre de la celebre cantante Juanita Reina, con fuente surtidor de cerámica azul y blanca de forma estrellada, si seguimos mas adelante y a una altura superior a la anterior se ubica el “Estanque de los Patos”.

Consiste éste, en un estanque rodeado de piedras con una isleta de perímetro irregular en el centro, a la cual se accede por un pequeño puente. En ella se encuentra el pequeño pabellón de Alfonso XII en forma hexagonal con bellos arcos de herradura de claro tinte árabe, sostenidos por columnas de mármol blanco. Cuenta la historia popular, que fue en este lugar, de gran romanticismo, donde iniciaron su noviazgo el rey Alfonso XII y María de las Mercedes, cuando todo este conjunto formaba parte de los jardines del Palacio de San Telmo. Tanto el estanque como el templete están descritos como existentes ya en el Jardín de San Telmo y respetados por Forestier en sus proyectos para el Parque de María Luisa. Toda la zona junto a otras glorietas del parque han sido restauradas recientemente (2002) dotando a la isleta central de otro puentecillo de madera, para hacer más fácil su acceso y desalojo.

Fotografía del Estanque de los Patos en los años 20. (Fototeca Universidad de Sevilla).

A continuación de éste, un estanque en forma de T de cerámica con surtidores manando de los bordillos con macetas y rodeado de setos de arrayanes; mas adelante la “Fuente de las Ranas” de forma circular, en cerámica de vistosos colores ejecutada por Manuel García Montalvan, siendo sustituida por su mal estado, por la que actualmente existe ejecutada por la fabrica de Mensaque y Rodríguez y Cía.

Ya por último en el extremo Sur, otro estanque largo con surtidores, en un gran espacio ajardinado y rodeada de naranjos da paso a la “Fuente de los Leones” o Jardín de los Leones, es la mayor y más vistosa de todas las fuentes del Parque. Elevada del suelo, su forma es poligonal es cruzada por dos pasillos perpendiculares que dividen la fuente en cuatro estanques o piscinas. En el cruce de los paseos figura una taza muy baja, con surtidor, decorada con dibujos cerámicos, inicialmente fabricada por Ramos Rejano, y la de ahora debida a Mensaque Rodríguez y Cía.

Estanque en forma de T, años 20. (Fototeca Universidad de Sevilla).


Estanque de los Patos, isleta y Pabellón de Alfonso XII, estado actual.


Fuente en forma de estrella en la Glorieta Elíptica, hoy Glorieta Juanita Reina.(Archivo del autor)


Casa de los Pájaros, junto a la Glorieta Elíptica, este edificio es anterior a la reforma de Forestier, Jean Laurent lo fotografió en 1872, formando parte de los Jardines de San Telmo. (Archivo del autor).


Los leones que dan nombre a esta fuente, y que fueron labrados por el escultor Manuel Delgado Brakembury, los cuales se sustituyeron por los actuales de Juan Abascal en 1956, dentro de un plan amplio plan de reformas del parque, siendo recobrada mas tarde después de una cuidadosa limpieza realizada en 1992. Este último conjunto se completa de parterres de rosas que se apoyan en un juego de pérgolas de pilares de sección cuadrada decorados con rombos cerámicos de color azul, cubiertas por plantas trepadoras. De espaldas al monte Gurugú se sitúa un banco con celosía de ladrillo en la parte alta del respaldo, combinando ladrillo y cerámicas de varios colores el resto, todo lo cual se conserva tal y como la diseñó Forestier a principios de siglo al proyectar el Parque de María Luisa.

Fuente de la Rana, fotografía de los años 20. (Fototeca Universidad de Sevilla)

Esta es en síntesis la descripción de los elementos decorativos construidos en el parque, pero no debemos olvidar el elemento vegetal, cuya rotundidad, en algunas especies vegetales plantadas, hacen que la primavera sea una verdadera explosión de colorido, que unido al perfume de la floración de los naranjos embriagan el aire del Parque para disfrute de los que lo visitan.

Fuente de la Rana, estado actual. (Archivo del autor)

Para ello Forestier pone principal empeño en la selección de las especies, teniendo en cuenta la climatología de estas tierras, sombreando con acacias, plátanos, palmeras y sicomoros las avenidas; entre los arbustos escoge los que producen flor como el júpiter, las adelfas, abutilones de flor roja, además de mirtos, arrayanes, bojes y laureles. Para enseñorear el Parque elige flores como el lirio, las clavellinas, los pensamientos y los geranios, reinando sobre todas los rosales y para los estanque los nenúfares. Es, por tanto, comprensible las expresiones de júbilo y alegría cuando el 18 de abril de 1914, coincidiendo con el primer día de feria, abrió sus puertas al público con este magnífico cuadro de fragancias y frondosidad enmarcado en un singular recinto.



Detalles de la Fuente de las Ranas.




Estanque largo que antecede a la fuente de los leones, dos tomas ayer y hoy del mismo lugar. Conjunto de la Fuente de los Leones y detalle de una de las esculturas. (Fototeca Universidad de Sevilla y Archivo del autor).


Las mismas imágenes con noventa años de diferencia. (Archivo del autor y Fototeca Universidad de Sevilla)

Forestier crea un parque al gusto de los sevillanos, para lo cual realiza un minucioso estudio a todos los niveles, tanto formales como técnicos y de conceptos, y actúa de forma psicológica haciéndose eco de las preferencias de los sevillanos y de los jardines de carácter islámicos de la Alhambra y del Alcázar de Sevilla que tanto lo habían impresionado; dejándose llevar por la frescura del agua borboteante manando de los surtidores de las pequeñas fuentes a nivel del suelo o del borde de las acequias; por el perfume de los arrayanes y jazmines; por el juego de colores de los azulejos reflejados en los estanques. Y todo esto unido al respeto de los elementos ya existentes con unos leves toque de influencia francesa y la utilización del paisajismo ingles solo en algunas zonas con praderas de césped insertas entre árboles, dan lugar a un parque que no solo sirve de marco al recinto exposicional, sino que posteriormente se entregue al goce y disfrute de todos los ciudadanos.

Pérgolas que rodean la Fuente de los Leones. (Archivo del autor)

El estilo que Forestier imprime al Parque de María Luisa, lo podemos clasificar como ecléctico, quizás en su deseo de sumarse al propósito del Comité Ejecutivo, siendo este un compendio de elementos del pasado unidos a elementos regionalistas, románticos e islámicos con una casi nula presencia de la influencia francesa e inglesa, dejando clara su inspiración hispana, sobre todo andaluza, fuertemente islamizada, heredera ésta de los jardines musulmanes de Granada y Sevilla, con el uso de estanques que se asemejan a su uso de riego como acequias; fuentes que surgen del suelo de formas octogonales o circulares, y sobre todo la utilización del agua como espejo donde se reflejan cerámicas de vivos colores y macizos de arrayanes; parterres de pequeño tamaño con perfiles poligonales; y el ladrillo y el azulejo como elemento constructivo para bancos y pérgolas, y la olambrilla para el enlosado del pavimento.

Esta fue la primera obra culminada por el Comité Ejecutivo en la que tuvo un acierto reconocido por todos, que redundó en la fama de Sevilla. Dando lugar a que el Comité encargara a Forestier en 1915, los proyectos encaminados a la perfecta cohesión entre el Parque y el resto de los espacios del recinto, concretándose en dos proyectos uno el del Huerto de Mariana y su unión al Parque, es decir, el enlace del Parque con la Plaza de Honor, futura Plaza de América, donde se sitúa el Pabellón de Manufacturas y Artes Decorativas o Mudéjar de espaldas al Monte Gurugú y la rosaleda; y otro el espacio incorporado de la linde del Parque con el Prado de San Sebastián, desde San Telmo hasta el Huerto de Mariana.

El primero, aun siendo un espacio pequeño, lo resuelve multiplicando las sendas y creando una avenida que divide en dos la zona, con estas actuaciones desaparece la forma hexagonal primitiva del Parque, prolongándola hacia el Sur, y conservando la vegetación existente.

Para el segundo proyecto, diseña una amplia avenida con anden central y calzadas laterales, interrumpida de vez en cuando por espacios abiertos, formando glorietas, respe-tando los naranjos existentes e Intercalando arbustos de flores.

Banco con celosía que da espalda al Monte Gurugú. (Archivo del autor).


Además de estas actuaciones Forestier intervino también en un proyecto para acondicionar la Plaza de San Fernando en 1911, que no se llegó a ejecutar. Y en sesión celebrada el 22 de septiembre de 1924, se acepta el nuevo plano presentado por Forestier para el Sector Sur de la Exposición; posteriormente se vería muy modificado por exigencias del programa a fin de ajustarse a las necesidades previstas tras las reuniones celebradas entre Forestier, Aníbal González y miembros del Comité Permanente.

Independiente a las intervenciones de Forestier en el Parque de María Luisa, también se construyeron para perpetuo recuerdo de personajes ilustres sevillanos, distintas glorietas.


Cascada del Monte Gurugú, y túnel por donde circulaba el tren miniatura de la Exposición. (Archivo del autor)

A modo de conclusión y a la vista de los resultados podemos decir que Sevilla recibió en su Zona Sur la presencia de un Parque, cuya superficie actual es de 38 hectáreas, producto de la expansión de la ciudad en esa dirección, y que a pesar de ser diseñado por un francés, refleja la esencian del sentimiento andaluz y que por si mismo se constituye en obra de arte.

Por todo ello el Parque mas que nunca es el sedante de las prisas, la sombra fresca del tórrido verano, un oasis de paz accesible, paraíso del ciudadano que cubre sus horas de descanso con el disfrute de la naturaleza en el corazón de la ciudad, contemplando su abundante vegetación, el trinar de los pájaros o el majestuoso plumaje de los pavos reales con su señorial andar.



VÍDEO DEL CANAL SOBRE LA EXPOSICIÓN IBEROAMERICANA DE SEVILLA DE YOUTUBE SOBRE EL PARQUE DE MARÍA LUISA








BIBLIOGRAFÍA.
 
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- Domínguez Peláez, C. El Parque de María Luisa un jardín “obra de arte” que ensalza la esencia sevillana.. En Revista APAREADORES, Núm. 19. Agosto 1986.

- SEVILLA BARRIO A BARRIO, coleccionable del “ABC”

- www.sevillasigloxx.com

- www.sevilla.org

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