- Pabellón Renacimiento



Vista general de la fachada del Pabellón de Bellas Artes. (Fototeca-Laboratorio de Arte. Universidad de Sevilla)

El Pabellón o Palacio de las Bellas Artes, actual Museo Arqueológico de Sevilla, fue proyectado en 1911 dentro del primer diseño para la Exposición Iberoamericana, entonces Hispano Americana, formando parte del conjunto de edificios permanente que constituirían lo que poco después pasó a llamarse Plaza de América, junto a los pabellones Mudéjar y Real. El primer concurso para su construcción, quedó desierto por lo que hubo que esperar hasta 15 de junio de 1912, para que se publicara nuevamente en el Boletín Oficial del Comité Ejecutivo, junto al Palacio de Industrias y Artes Decorativas - actual Pabellón Mudéjar -, con un presupuesto, modificado del primero, por un total de 746.328,08 pts., que al final casi duplicara esta cantidad, finalizándose siete años más tarde en 1919.

En 1912, la ciudadanía se encontraba en un estado de crispación debido a que a falta de un año y medio de la fecha la inauguración del certamen, entonces prevista para 1914, solo se encontraban redactados los planos generales del recinto, y los proyectos de los pabellones permanentes, Bellas Artes e Industrias, y se estaba replanteando su ubicación por lo que se cuestionaba la propia celebración de la muestra y por tanto la construcción de los edificios. Por ello se aceleraron los trámites, y poco después de la fecha fijada para la finalización del plazo, para la presentación de ofertas – el 15 de Julio – se inician las obras. En el primitivo proyecto este pabellón, igual que el Pabellón Mudéjar, daba su fachada al Paseo de las Delicias, pero cambiada la ubicación del Stadium, quedaron situados en el lugar que ocupan.

Diseñado por Aníbal González y bautizado como Palacio del Renacimiento, fue el edificio más caro de la Plaza de América sobrepasando ampliamente el presupuesto del Pabellón Mudéjar. Desde el primer momento se decidió que la futura utilización del mismo tuviera funciones museísticas, por ello Aníbal Gonzáles estudió los principales museos de Europa antes de disponer el espacio, procurando, según expuso su autor en la correspondiente memoria, dos objetivos, por una parte la buena circulación de los visitantes por la distintas salas y la mínima ornamentación, y por otra la iluminación cenital de las mismas, dado que un museo debe estar pensado para las obras que en él se exhiben.[1]

Planta del Pabellón de Bellas Artes con la distribución de las salas.

Para ello se aplicaron los criterios de la instalación de numerosas salas de reducido tamaño, para así evitar la aglomeración de obras en un mismo espacio, y la utilización de paramentos lisos de color neutro, preferentemente en color gris, con una ornamentación en la parte superior para evitar distracciones del espectador, recibiendo una iluminación cenital indirecta.

En relación a este último objetivo, fue el que más problemas acarreó a los arquitectos conservadores, que más tardes intervinieron en el mantenimiento de edificio. Desde un principio se había intentado respetar la luz central con que se había dotado al edificio, pero en la práctica se demostró los inconvenientes que ello conlleva, primero las inevitables goteras ya que, por falta de un equipo permanente de mantenimiento, el enmasillado de los cristales, que constituían la cubierta, no fuera renovado en el tiempo adecuado produciéndose el endurecimiento y por tanto la filtración de agua en la época de lluvia, y por otro lado, debido al clima extremo sevillano en verano, las altas temperara que se tenían que soportar en las distintas salas, hasta la instalación del sistema de aire acondicionado.

Sistema colgante para la limpieza y mantenimiento de la montera instalada en la Sala Elíptica. (Ilustración revista Aparejadores)

Con respecto al primer objetivo de la buena circulación de los visitantes por las salas, ha de tenerse en cuenta que fue un acierto la disposición longitudinal del edificio jalonado de cuerpos transversales, conectando la circulación interior de las salas, con las galerías abiertas, que ponen al visitante en contacto con el paisaje ajardinado exterior que rodea al edificio, esta solución tiene antecedentes en la Galería inglesa de Dilwich. Y la rotonda oval central del conjunto, está inspirado en los Museos Vaticanos, así mismo otros detalles recuerdan los modelos alemanes en Munich.[2]

El estilo neo-plateresco está claramente marcado tanto en su fachada como en sus interiores. Al espíritu romano y culto de la Sevilla occidental, le cabe la gloria del Descubrimiento y Colonización de América, así los valores estéticos más queridos por la Academia se basan en el Renacimiento que inundan todo el edificio.

El arquitecto estructura el edificio con un bloque longitudinal atravesado por cinco cuerpos tomando como muestra el palacio salmantino de Monterrey,[3] así como las Universidades de Salamanca y Alcalá, con sus patios de columnas sacados al exterior por las galerías porticadas, con un aspecto intencionadamente sobrio.[4]

En el exterior, su imponente fachada culmina por un bello frontón que es acompañado de una delicada crestería que recorre toda la cubierta del edificio. A través de su pórtico, nos introducimos a un pequeño hall, donde nos encontramos con la monumental puerta de caoba de su entrada principal, con temas alegóricos y expresa indicación de nombre de artistas, músicos, literatos y pintores; en especial al sevillano Murillo, dentro de cartelas en relieve.

Para esta labor de diseño, Aníbal González contó con la colaboración inestimable de su hermano, Cayetano González; del pintor Manuel de la Cuesta, del escultor Antonio Bidón y del artista del taller del pintor de la Cuesta, Fernando Ponti.[5]

Distintos detalles del exterior del pabellón. (Ilustración Sevilla y la Exposición Ibero-Americana. Álbum Artístico. Editado por E. Piñal)

El edificio se diseñó con dos plantas, actualmente el interior dispone de tres; la planta sótano se creó con funciones de aislar de la humedad el piso expositivo y servir para que las canalizaciones de servicios (agua, electricidad, calefacción, alcantarillado, etc.) no estuvieran visibles.

Como museo, hoy día esta planta sótano sirve como exposición de prehistoria, la baja como exposición romana hasta la época árabe, y la planta superior alberga distintas dependencias del museo arqueológico, esta última de nueva construcción. Sin duda la sala más impresionante es la Sala Elíptica, situada tras la entrada principal y adornada en mármol, alberga una de las mejores colecciones de escultura clásica extraída en suelo español, de esta sala parten las dos alas laterales.

Detalle de la reja de acceso y puerta principal (arriba) y rotonda oval central vista desde la puerta principal, al fondo se puede apreciar las vidrieras que daban a la fachada posterior, que más tarde fueron cegadas. (Fototeca-Laboratorio de Arte. Universidad de Sevilla)

La distribución en pequeñas salas muy poco decoradas, para que no distraigan la atención sobre las obras expuestas, con haces de luz indirectas y cenitales; algo que hoy en día es normal en los edificios para estos usos, pero que en aquella época fue una gran novedad, cuyas claraboyas fueron realizadas por la prestigiosa casa Hermanos Maumejean;[6] así mismo fue la construcción del sótano para aislar el edificio de las humedades.

Las obras sufrieron grandes retrasos por problemas económicos, otro factor que influyó en la tardanza de su construcción fueron las disensiones que produjeron al poco de iniciarse las obras entre Aníbal González y el contratista Hijo de Miguel Fernández Palacios. Cuando la empresa se comprometió a la construcción del edificio, no sabía las dificultades que conllevaba el vaciado de los motivos ornamentales en piedra artificial, así como otras cuestiones, lo que dio lugar a la dimisión de José Gómez Millán como arquitecto de la empresa y la rescisión del contrato en 1915 por el Comité, adjudicándose más tarde la construcción a Antonio Granado Olier; cuando se inauguró la Plaza de América aún no se habían finalizado las obras, concluyéndose estas en 1919.[7]

Según la Memoria del proyecto,[8] el edificio se situaba a 3 m. del rasante de la plaza, ocupando una superficie de 3.143,48 m2; los lados mayores tenían una longitud de 119 m, y los laterales 25,40 m., y el cuerpo central, que es de mayor anchura, posee 40,60 m desde la fachada principal a la posterior.

El acceso se proyectó mediante tres entradas, la más importante en la fachada principal, y otras dos en las fachadas laterales. La principal se diseñó como una portada monumental de casi 8 m. de altura por 4,5 de ancho, precedida esta como las laterales, por una amplia escalinata. Esta puerta central daba acceso a un pequeño vestíbulo, donde se situaba a derecha e izquierda las puertas a la portería y al guardarropa, situándose también en estos departamentos la entrada al sótano y a la cámara situada entre el techo y la cubierta. En la fachada posterior de este cuerpo central, se situó un pórtico con dos pequeños departamentos para aseos.

Desde el vestíbulo, se accedía tras franquear la imponente puerta de caoba bellamente tallada, al Salón de Honor, más conocido como Elíptico por la forma de este. Su eje mayor tenía 23 m. y el menor 14, y una altura de 13,45 m. Aprovechando el grueso de la unión de los muros, se instalaron en el salón cuatro hornacinas en la que se proyectaba instalar igual número de grupos escultóricos. A derecha e izquierda del Salón Elíptico, se desarrollaba el resto del edificio, comunicándose con grupos de salas de mayores dimensiones de 219 m2. y otras más pequeñas de 82, 56 m2, y casi 9 m. de altura en todas ellas.

Para la decoración y ornamentación del edificio, se había adoptado el estilo Renacimiento español, interpretado con sobriedad y severidad de líneas, por ello se debía procurar “que no haya excesiva profusión, para lo que se combina el empleo de los sillares, decorados con el de los lisos. Columnas estriadas con capiteles provistos de sendas ménsulas ornamentadas, arquitrabes de sencillo trazado, frisos con diferentes motivos de decoración, cornisas en lo que predomina la línea constructiva y útil para el fin a que se destinan, archivoltas y molduras de diferentes clases contorneando las puertas y ventanas, cresterías de gran altura y calado dibujo coronando los distintos muros, frontones de tranquila silueta, plintos, impostas……toda la decoración en fin, hallase subordina al estilo adoptado para el edificio y a la estructura interior de la construcción”[9]

Para la decoración en relieve de los frisos de los entablamentos de los pórticos que rodean todo el edificio, se representaron en medallones, retratos de artistas españoles que fueron maestros en la pintura, escultura, música, poesía y artes industriales sevillanos o que trabajaron aquí, cuya relación fue facilitada por el arqueólogo José Gestoso, y entre otros se encontraban los pintores Murillo, Velázquez, Valdés Leal, Pacheco, Goya; los arquitectos Juan de Hoces, Diego de Siloe, Juan de Herrera; los escultores Pedro Millán, Duque Cornejo, Salcillo, Pedro Roldán; los literatos Juan de la Cueva Francisco de Rojas, Cervantes; los músicos Guerrero y Eslava, y los artesanos Juan de Arfe, Bartolomé Morel, etc.[10]

Para la realización de todos estos elementos se utilizaría piedra artificial, debiendo procederse antes del modelado de las diferentes piezas, a ejecutarlas en yeso o barro los modelos correspondientes, que debían ser aprobadas por la dirección técnica. Para facilitarles esta labor a los contratistas de las obras, Aníbal González diseñó y mandó ejecutar, a mitad del tamaño real, distintos modelos de escudos, capiteles y frisos, que sirvieran para la ornamentación del pabellón.[11]

Modelos diseñados por Aníbal González para la decoración del Pabellón de Bellas Artes. Se muestra un escudo para el cuerpo central, y capitel, columna y friso del entablamento de los pórticos exteriores, a mitad de tamaño de los originales. (Revista La Exposición)

El proyecto fue ejecutado prácticamente sin modificaciones esenciales, salvo la eliminación de las puertas laterales, que pasaron a ser galerías abiertas, y lugar donde los visitantes podrían descansar y deambulatorio entre distintas salas, dando lugar a uno de los elementos más desconocidos y a la vez más bellos del exterior del pabellón, sus balconeras, de estilo renacentista clásico, y sus esquinas son adornadas con escudos acompañados de dragones.




Imágenes de la construcción del Pabellón de Bellas Artes, y el taller de vaciado de yeso en la que se aprecian los distintos motivos ornamentales del pabellón. (Revistas La Exposición y Bética)


Acceso lateral que se convirtió en balconada en el extremo del Pabellón y distintos detalles ornamentales, como frontón con el escudo de Sevilla. (Archivo del autor)


Detalles de la crestería y sus remates, puti y escudo con dragón y león en las esquinas. (Archivo del autor)

También en el exterior encontramos múltiples elementos decorativos, como frisos y estatuas, entre éstas las personificaciones de las artes, mediante esculturas en hornacinas, así podemos apreciar la Cerámica, la Historia, y la más curiosa la Arqueología; representada por una hermosa dama de pie, reposando sobre su pierna derecha, con la mano izquierda apoyada en un astil de un enorme pico, y la derecha que elevada hasta la altura de la cabeza para sujetar una pieza que contempla.




Taller para el esculpido de las estaturas (Revista La Exposición) y La Arqueología, de Coullaut Valera, y La Escultura de Delgado Brackenbury (Revista Bética)

Para proveerse de las esculturas necesarias para la ornamentación del edificio, fue convocado por el Comité Ejecutivo un concurso nacional restringido fallado en 1913, entre cuyas bases se pedían ocho estatuas, de dos metros y medio de altura, para las hornacinas exteriores que representaran: la Arquitectura, la Pintura, la Escultura, la Música, la Literatura, la Historia, la Arqueología y las Artes Industriales; así como la realización de cuatro figuras infantiles “putis” con escudos para el remate de las cuatro esquinas; y cuatro grandes grupos escultóricos alegóricos, de tres metros de alto por dos de ancho, sobre el Arte, la Ciencia, el Trabajo y el Genio, para las cuatro hornacinas del Salón Elíptico, y que sin embargo al final, estas últimas, fueron colocados en la Glorieta de Covadonga, obteniendo el premio del concurso Lorenzo Coullaut Valera, que estaba asociado con Manuel Delgado Brackenbury, cuyo fallo no estuvo exento de polémica.[12] Por dichos trabajos los escultores percibieron la cantidad de 41.997 pts.[13]






La Música, La Literatura, La Historia y La Pintura, en la actualidad. (Archivo del autor)


Fachada principal y fachada trasera, los huecos de los dos arcos fueron cerrados y colocaron las ventanas gemelas, sustituyendo a unas vidrieras originales. (Archivo del autor)


Acceso al vestíbulo, puerta principal bellamente tallada, y galería exterior delantera. (Archivo del autor)

El Pabellón es una muestra del eclecticismo de Aníbal González, obsesionado por renovar la arquitectura sevillana, reinventando los estilos anteriores, es sin duda uno de los edificios más impresionantes de siglo XX en Sevilla, además de ser un museo en sí mismo con múltiples esculturas, artesonado, mármoles, etc., a lo largo de todo el edificio, y por supuesto una de las mejores mezclas del eclecticismo en Sevilla, eso sí, alejado de lo neo-mudéjar y el ladrillo que tan característica hacen a la obra de Aníbal González. Mención especial merecen los magníficos artesonados con que cuenta el edificio, que merecen por si solo un estudio aparte, y su urgente conservación.[14]


Alzado del proyecto de edificio. (Archivo Municipal de Sevilla). Muestra de artesonado (Archivo del autor)

Las obras que se exhibían eran cesiones gratuitas de instituciones y particulares, en número de 1.380 piezas,[15] por lo que la Comisión se vio obligada a rechazar múltiples ofrecimientos ante la falta de espacio.

Para gestionar la exposición se encargaron los miembros de la Comisión de Arte Antiguo, formada por el Alcalde de Sevilla Nicolás Días Molero, el Director del Museo Provincial de Bellas Artes, Cayetano Sánchez Pineda y el canónigo de la Catedral de Sevilla Antonio Muñoz Torrado como representante del Arzobispado. La selección de las obras corrió a cargo del Catedrático de la Universidad de Sevilla Francisco Murillo Herrera, y su colaborador Diego Angulo Íñiguez.

La procedencia de gran parte de las piezas expuestas era muy variada, sobre todo de iglesias de Andalucía y Extremadura y se componían de pinturas, esculturas, muebles, orfebrería, ornamentos sagrados, armas, joyas y un largo etc. También la calidad era muy variada, siendo en su mayoría realmente muy valiosas, con autores como Rafael, Velázquez, Alejo Fernández, Tiziano, El Greco, Zurbarán, Caravaggio, Murillo, Valdés Leal y Goya, entre otros.

La instalación resultó abigarrada y sin orden cronológico por falta de espacio, distribuyéndose las obras con que contaba en 16 salas, incluida la Sala Elíptica, y 8 galerías, las cuales fueron acristaladas. Las paredes de las salas fueron entonadas en colores verde, gris y rojo, para adaptarlas a los diferentes tonos de coloración de los zócalos. A pesar de contar el edifico con iluminación cenital, las ventanas tuvieron que ser paneladas, ya que tenían instaladas cristales de colores, para evitar la distorsión cromática que provocaban en su interior, necesitando la utilización de luz eléctrica tanto de día como de noche.[16]

Distribución de las Salas y Galerías del Pabellón de Bellas Artes. (Catálogo General del Palacio de Bellas Artes)

A continuación, realizaremos un recorrido por las distintas salas de la exposición, donde describiremos de forma somera las obras de arte que se exhibieron.[17]

Para ello empezaremos por el espacio central constituido por la Sala Elíptica. Contaba esta Sala de Honor, de grandes proporciones, de 111 piezas instaladas tanto en sus paredes como en las cuatro hornacinas, en dos facistoles para documentos y en las ocho vitrinas con que estaba dotado este espacio.

En la parte central se situaba una monumental custodia procesional de plata cincelada de cuatro cuerpos de alto, procedente de la iglesia de San Miguel de Morón de la Frontera, considerada la más alta de España y la tercera en valor artístico, destruida durante la Guerra Civil, era obra de José Alexandre Ezquerra de 1764. Cubrían los muros de esta sala unos tapices de la serie de la Historia de Aquiles, realizados sobre cartones de Rubens en Bruselas, propiedad del marqués de los Álamos del Guadalete, además de otros enviados por el Cabildo Catedral de Santiago y desde Zaragoza, de más de diez metros de longitud, en los que se representaban antiguos episodios guerreros; completaban la decoración muebles y sillerías antiguas talladas, así como en las vitrinas ornamentos litúrgicos, reales cédulas de los Reyes Católicos y libros cantorales de los siglos XV y XVI, procedentes del Real Monasterio de Guadalupe, que debido a la importante aportación a esta sala en el Catálogo aparece nombrada con esta denominación. También se hallaban las esculturas de San Pablo y San Bartolomé de José de Arce de la Colegiata de Jerez de la Fronteras, que ocupaban dos de las hornacinas; un mueble relicario de la Catedral de Jaén, esculturas y piezas de la de Salamanca, de la Colegial del Salvador, un San Cristóbal que ocupaba otra de las hornacinas, y bustos y jarrones de mármol del Ayuntamiento de Sevilla.

Vista del Salón Oval durante la Exposición. © ICAS-SAHP, Fototeca Municipal de Sevilla, Archivo Serrano.

En la Sala 1ª, se expusieron 97 objetos, en su mayoría cuadros de distintos autores, como La Adoración de los Magos, del Maestro de Amberes; una Inmaculada de Francisco Pacheco y un retrato de Alonso de la Milla atribuido al mismo autor; destacaba una Virgen con el Niño en Gloria, de Francisco de Zurbarán, de la casa ducal de Osuna, característico de la época de madurez del pintor. También había cuadros de diversas atribuciones como varios Valdés Leal, una Anunciación y un San Fernando de Murillo; Bernardino Suarez de Rivera de la iglesia de San Hermenegildo atribuido a un Velázquez en su primera época; un Crucificado de El Greco; una Virgen con el Niños de Rafael, y otros de Claudio Coello, Roela, Herrera el Viejo, etc., así como de las escuelas italiana, alemana y flamenca.

La 1ª Galería, estaba decorada con 13 piezas, compuesta por una colección de objetos de hierro forjado, como balcón, reja, farol y brocal. Un tenebrario de hierro repujado y cincelado de la Catedral de Jaén; azulejos y objetos antiguos de cerámica, y algunos cuadros.

Sala 1ª. La Adoración de los Magos, propiedad de la viuda de Cervera. (Fototeca-Laboratorio de Arte. Universidad de Sevilla)

La Sala 2ª, contenía 39 piezas y estaba dedicada a las Santas Justa y Rufina, patronas de la ciudad, en ella se exponían distintas obras que representaba a estas santas sevillanas, como el magnífico cuadro pintado por Goya y que se encuentra en la Catedral hispalense, así como otro de Murillo del Museo Provincial, el de Juan de Espinal del Ayuntamiento, y del entonces atribuido a Alejo Fernández de la Real Parroquia de Santa Ana, y otros atribuidos a Zurbarán, que eran acompañadas por dos vitrinas con cerámica trianera, la mayoría de la viuda de José Gestoso, con clara alusión a simbología de las santas.

Santas Justa y Rufina de la Real Parroquia de Sta. Ana de Triana del Maestro de Moguer. (Fototeca-Laboratorio de Arte. Universidad de Sevilla), y aspecto general de la Sala 3ª. (Ilustración del Catálogo del Palacio de Bellas Artes)

La 2ª Galería, contenía una colección de hierros forjados formada por un llamador, un trozo de reja, utensilios de hierro de una antigua cocina navarra y velón de metal dorado; un ánfora árabe de barro vidriado de grandes dimensiones, decorada con motivos ornamentales de reflejos metálicos, encontradas en unas excavaciones en la Cartuja de Jerez de la Frontera, siendo el resto de objetos expuestos hasta el total de 23 que contenía, cuadros de los siglos XVII y XVIII de temática religiosa.

En la Sala 3ª, se exhibían 42 piezas habiéndose colocado presidiendo uno de sus muros el magnífico tríptico de Sta. Marina acompañada por San Andrés y Sta. Bárbara, de la Iglesia de Sta. María de Carmona, así como la Virgen de la Rosa procedente de la Real Parroquia de Santa Ana de Sevilla, atribuidas entonces ambas obras a Alejo Fernández, siendo la primera del Maestro de la Mendicidad; de la misma parroquia trianera, también se podía ver dos tablas de Hernando de Esturmio, Santa Lucía y Santa Apolonia. Además de estas tablas, también figuraban otras de diferentes santos de autores flamencos e italianos del siglo XVI como Jan Sanders van Hemessen y Antoniazzo Romano, entonces de autoría anónima.

La Sala 4ª, situada en el extremo del ala este del edificio, contuvo una exposición de 102 lotes de armas blancas y de fuego propiedad de coleccionistas particulares; destacaba un lote de 20 espadas de principios del siglo XIX con empuñaduras de nácar, carey y plata de la Viuda de José Gestoso, así como la vitrina que contenía 79 escopetas, trabucos y pistolas perteneciente a la colección de Narciso Ciáurriz, componente de la primera Comisión Gestora de la Exposición. También se podía ver un biombo de la Cancillería de Méjico del siglo XVII; una monumental balanza artística del siglo XVIII construida en la Maestranza de Sevilla, y una montura del Gran Capitán.

En la Sala 5ª, se instaló una importante colección de pintura religiosa sobre tabla de los siglos XVI y XVII, entre las cuales se podían contemplar una Piedad de Luis de Morales de la Catedral de Badajoz, rodeada de tablas flamencas de mediano formato. Otras obras expuestas fueron Los Funerales de San Alberto de Francisco Pacheco; San Jerónimo atribuido a Hernando de Esturmio y un San Jorge sobre tabla del siglo XVI de la iglesia de San Juan de la Palma.

En esta sala de los primitivos, se mostraban un amplio repertorio de pinturas sobre tabla de Pedro de Campaña, sus discípulos y artistas de la escuela sevillana, procedentes de iglesias sevillanas y particulares. Del convento de Santa Clara de Moguer se trajeron un San Miguel y un San Bartolomé del Maestro de Moguer que debieron formar parte de un tríptico, y la Virgen de la Granada, donde según la leyenda Cristóbal Colón estuvo toda una noche orando después de uno de sus viajes.

Aspecto de la Sala 5, al fondo la Sala 3. (Fototeca-Laboratorio de Arte. Universidad de Sevilla)

Esta sala contenía un total de 50 obras en tabla, y en las dos vitrinas con que contaba, varias ejecutorias en pergamino miniado y pequeñas esculturas en madera y marfil.

La 3ª Galería, exhibía una tinaja de barro cocido con ornamentación de colores de arte mejicano del Hospital de los Venerables, y diversos cuadros entre ellos un Arrepentimiento de San Pedro, catalogado de Velázquez de la época de cuando era discípulo de Herrera el Viejo; dos atribuidos a Murillo, uno a Jan Brueghel y otro a Andrés Pozzo; y un bargueño de madera tallada y dorada con aplicaciones de marfil tallado.

En la Sala 6ª, se instaló un San Pedro, de Juan de Roelas de la Hermandad de San Pedro Ad-Vincula, de grandes dimensiones, y del mismo autor se expusieron otras obras como Sta. Ana enseñando a leer a la Virgen del Museo Provincial, La adoración de los Magos y La muerte de San José, entre otros. De Zurbarán, un San Antonio de Padua, La entrevista de San Bruno con el Pontífice Urbano II, Fray Diego de Deza y Santo Domingo en Soriano, esta última de la Iglesia de la Magdalena. De José de Ribera Santa Teresa de Jesús, y una Magdalena de la iglesia de Paradas, atribuida a El Greco. En total 58 lienzos colgaron de sus paredes, más 17 objetos que encerraron sus dos vitrinas con ejecutorias y pequeñas esculturas en diferentes materiales, así como dos bargueños.

La Sala 7ª, tenía un retablo compuesto por ocho tablas original atribuidas entonces a Pedro de Berruguete el Viejo, propiedad del jerezano exdiputado en Cortes Francisco Pérez Asencio, coleccionista de arte, que también prestó para ser expuestas otras obras entre las que destacamos cuadros atribuidos a Valdés Leal y Van Dick, de Alonso Cano un Cristo de La Expiración, un San Juan Bautista de Zurbarán, un San Pablo de Ribera, la Virgen de la Visitación de Federico Zúccaro y La Venta de Esaú de Miguel Ángel Caravaggio. Una Sagrada Familia, una Anunciación y una Concepción de Murillo. De este mismo autor una Purísima de gran tamaño, obra inacabada documento interesantísimo para el estudio de la técnica pictórica del gran maestro, así como un San Juan Bautista que es el original del que existe en el Museo Nacional de Viena, además de un San Bernardo. La mayor parte de las atribuciones de difícil afirmación hoy día.

Hemos de hacer esta mención especial a Francisco Pérez Asencio, cuya aportación desinteresada de cuadros procedentes de su colección particular, cubrieron las paredes de distintas salas, los cuales, además de su alto valor artístico, se unían la novedad de no haber sido expuestos en exhibiciones nacionales ni extranjeras, siendo desconocidos incluso para estudiosos del tema. De las 55 obras con que contaba esta sala, 49 eran pinturas, de las cuales 24 eran propiedad del exdiputado jerezano Pérez Asencio. También se exhibía en esta sala un cuadro propiedad del Director del Museo, Cayetano Sánchez Pineda, que representaba Viejo en actitud de espulgarse, que se atribuía con dudas a Herrera el Viejo.

La 4ª Galería, contenía un bargueño sobre el que reposaba un paño de seda bordado en plata y sedas de colores, así como varios cuadros, nueve en total, tres atribuidos a Murillo, una Virgen del Rosario, una Cabeza de San Juan Bautista y un San José y El Niño; un Ecce Homo de la escuela italiana y un San Jerónimo de la flamenca; una Resurrección de Lázaro de Atanasio Bocanega; un Martirio de San Sebastián entonces atribuido a José Rivera, que es de Mattia Petri; una Inmaculada de Roelas, y una Sorpresa del dios Vulcano de Lucas Giordano, todos ellos propiedad de Francisco Pérez Asencio, así como varias ánforas de barro cocido.


Retablo de ocho tablas, y Martirio de San Sebastián atribuidos entonces a Berruguete y a José Rivera (El Españoleto) respectivamente, y actualmente a Mattia Preti. Estas fueron algunas de las muchas obras pertenecientes a la colección del ex diputado Francisco Pérez Asencio, que fueron expuestas en el Pabellón de Bellas Artes. (Fototeca-Laboratorio de Arte. Universidad de Sevilla)

En la Sala 8ª, colgaban de sus paredes 27 cuadros y un tapiz con la representación de la Anunciación del siglo XVI de la catedral de Gerona. La obra pictórica era propiedad de varios expositores particulares, siendo en su mayoría de autoría anónima de los siglos XVI y XVII, del Director del Museo Provincial, Cayetano Sánchez Pineda, se expuso una Asunción de la Virgen. En el interior de la vitrina que se ubicaba en esta sala, se hallaba una colección de 38 piezas de tarros, pequeñas ánforas, tazas y platos de cerámica y porcelana.

La 5ª Galería, disponía de una litera de madera con aplicaciones de madera tallada y dorada del siglo XVIII y diferentes cuadros de temática religiosa y jarrones de flores, así como el Sacrificio de Isaac de Valdés Leal.

En la Sala 9ª, se expusieron 87 objetos, entre mobiliario ricamente tallado, colección de espadas, cerámica, porcelana y cuadros, estos últimos de temática muy variada con bodegones, paisajes de figuras formadas por flores, retratos y temas mitológicos. Entre estos objetos estaban dos vitrinas, en una de ella se exponían 54 miniaturas de los siglos XVI al XIX, y en la otra 60 de los siglos XVI al XVIII, todas ellas propiedad de Cayetano Sánchez Pineda, Director del Museo Provincial y miembro de la Comisión de Arte. Y del marqués de Viana, una serie de cuadros relacionado con los sentidos de Jan Brueghel.

La 6ª Galería, estuvo decorada con un armario de madera profusamente tallado con figuras de ángeles y águilas, y algunas esculturas, medallones y bustos en mármol, así como un alto relieve en alabastro policromado del siglo XIV de La Resurrección de Cristo.

La Sala 10ª contenía 91 obras, y excepto un par de sillones y una escultura policromada de la Virgen de la parroquia trianera de Santa Ana, todas eran cuadros.

En sus paredes estuvieron colgadas, entre otras, una Imposición de la Casulla a San Ildefonso de Juan Bautista Maino, y un San Sebastián asistido por Santa Irene de Francisco Pacheco, procedentes de la Iglesia de San Sebastián de Alcalá de Guadaíra, éste último destruido en la Guerra Civil. De Luis de Morales se exhibían dos obras, una Piedad y un Cristo atado a la columna con San Pedro.

También figuraba Santa Clara, de Valdés Leal, donado al Ayuntamiento de Sevilla por la escultora autora de la estatua de El Cid, Anna Huntington, esposa del hispanista y multimillonario Archer Milton Huntington, fundador de la Hispanic Society of America de Nueva York, que en aquella época estuvo muy vinculado con la ciudad. O una Sagrada Cena, atribuida a Murillo, procedente de la Hermandad Sacramental de la iglesia de Santa María la Blanca de Sevilla, donde aparece un autorretrato del pintor.

La Virgen de Belén y el Cristo de la Columna del Convento de Sta. Clara. (Fototeca-Laboratorio de Arte. Universidad de Sevilla)

La Sala 11ª se dedicó exclusivamente a tablas góticas y renacentistas. El obispado de Tarazona presentó una rica colección cuadros inspirados en la vida de la Virgen, con catorce tablas del retablo gótico de Santa María de Borja. El coleccionista zaragozano Vicente Bernis presentó una importante muestra de pintura y escultura, destacando sobre todas ellas el panel central del retablo de la Iglesia de Sta. María de Tobed, conocido como la Virgen de Tobed del siglo XIV, actualmente en el Museo Nacional del Prado.

Otras obras de interés fueron las tablas góticas del Convento de Sta. Clara de Moguer, así como algunas esculturas de los siglos XIII al XV, una mesa de estilo barroco, y dos frontales de catedral de Córdoba. En total en esta sala se expusieron 65 obras.

La Sala 12ª, estuvo dedicada íntegramente a la colección de antigüedades propiedad del escultor Mateo Inurria Lainosa (1867-1924), que expuso su viuda María Serrano, así como algunas obras de este artista cordobés realizadas en mármol y bronce, para lo cual se había confeccionado un catálogo aparte del general del Pabellón de Bellas Artes.

La Virgen de Tobed, actualmente en el Museo del Prado. (Fototeca-Laboratorio de Arte. Universidad de Sevilla)

Según dicho catálogo,[18] el gran número de objetos antiguos que se expuso en esta sala se dividían en varias apartado, como imágenes, mobiliario, camafeos, ágatas y joyas antiguas, telas antiguas indias, ornamentación árabe en piedra, puertas talladas antiguas y varios objetos.

Entre las primeras se exhibían un Cristo Crucificado en madera de raíz de olivo del siglo XVII, varias tallas como una de la Virgen con el Niño, del siglo XV, una piedad del siglo XI, la Virgen de la Rosa del siglo XIII, un grupo de Santa Ana, la Virgen y el Niño del siglo XII, etc.

El mobiliario, formado por 84 piezas, estaba compuesto de bargueños, contadores, mesas, arcones sillas y sillones, espejos, ceniceros de cobres, aguamaniles, atriles, marcos etc., de los siglos XVI, XVII y XVIII.

Las joyas antiguas que se mostraron se dividían en camafeos, de distintos tipos con retratos de emperadores romanos y cabezas femeninas; ágatas de diversas formas, y alhajas antiguas, como sortijas, colgantes, alfileres, pulseras, broches, cajas de filigrana, pendientes y aderezos de diamantes, etc. En el apartado textil había piezas indias, mantillas lagarteranas, chantillí, tapetes antiguos, etc. En la ornamentación en piedra había, una cruz gótica en piedra del siglo XIV, y un gran número de azulejos árabes; también se mostraron cuatro puertas antiguas talladas. Y en el apartado de Varios, un sinfín de objetos como arcones y urnas de madera talladas y doradas, jarras, tarros, libros antiguos de medicina y misales, peinas de concha, tazas chinas, tinteros árabes, abanicos, grabados, figuras, etc.

La Sala 13ª, estuvo dedicada a Francisco de Goya, especialmente en su faceta como retratista, En ella se expusieron diez lienzos del pintor aragonés, entre los retratos los del conde de Floridablanca, marquesa de Caballero, del Sr. Zapata, Carlos María Isidro de Borbón, etc., llamando poderosamente la atención, la obra de este genial pinto La Anunciación, cedida por la casa ducal de Osuna, también había dos cartones para tapices del mismo autor procedente de la colección de Pérez Asencio titulados Bebedor y Fumador, y Bebedor y mesonera, así como numerosos retratos y cuadros de distintos géneros y autores, representando uno de ellos el bombardeo de Cádiz por los franceses. Completaba la decoración de esta sala mobiliario compuesto de espejos, mesas, rinconeras, consolas, relojes, lámparas y quinqués, así como jarrones de alabastro y tibores chinos y japoneses. Sesenta y cuatro objetos fueron los que se situaron en esta sala.

La Anunciación de Goya, propiedad de la duquesa viuda de Osuna. (Fototeca-Laboratorio de Arte. Universidad de Sevilla)

La 7ª Galería contaba con una litera de cuero con aplicaciones de bronce del siglo XVII, y cinco cuadros con escenas de caza, costumbrista y retratos, todos ellos fechados en el siglo XIX.

La Sala 14ª, denominada “María Regordosa”, fue una de las que despertó mayor curiosidad, en ella el ex-matador de toros Ricardo Torres Reina “Bombita”, expuso la riquísima colección particular, traída de Barcelona, propiedad de la esposa del matador, María Regordosa (1888-1920), de trajes regionales joyas y abanicos, todo ello instalado en vitrinas.

En una vitrina central, se encontraban expuestos, montados sobre maniquíes, diez trajes regionales femeninos, de entre los siglos XVII y XVIII, estos eran de: Armuñesa (Salamanca), Ibiza, Segovia, Candelario (Salamanca), Charra (Salamanca), Murciana, Catalana (payesa), Valenciana, Maja y Catalana (burguesa).

Las joyas, situadas en varias vitrinas, abarcaban una gran parte de la historia desde la época fenicia hasta el siglo XIX, en total se expusieron 171 piezas entre pendientes, medallones, sortijas relojes, broches, etc. Y la colección de abanicos la componían un total de 103, con piezas Luis XIII, XIV, XV y XVI, primer imperio, isabelinos y segundo imperio, y todo tipo de varillaje, en madera, metal, marfil, etc.

Esta sala se adornaba con diez antiguos tapices flamencos del siglo XVII, que representaban pasajes de la vida del militar romano Publi Deci Mus. Estaban basados ​​en unos cartones creados por Rubens, y diverso mobiliario como bargueños, clavicordio, escritorio, banco y sillas. Con motivo de la Exposición, fue la primera vez que se expuso en su casi totalidad esta bella colección.[19]

Las vitrinas donde fueron expuestas los objetos y los maniquíes con los trajes regionales, fueron realizadas exprofeso por la Comisión, tras la clausura de la Exposición, Ricardo Torres Reina, manifestó su deseo de adquirirlas, acordando la Permanente dicha venta, autorizando ampliamente a la Dirección de Hacienda, para que realizara el justiprecio de estos muebles. No obstante semanas después la citada Dirección, emitió un informe contrario a la venta, revocándose la anterior decisión.[20]

Sala 14. Vista general de esta sala, en primer plano vitrina con trajes regionales de la colección de Ricardo Torres “Bombita” cedidos por su esposa María Regordosa. (Arxiu Mas Fundació Institut Amatller d'Art Hispànic)



Algunos maniquíes expuestos con trajes de valenciana (izda.), murciana (centro) e ibicenca (dcha.). Fichas de piezas de la exposición “Col·lecció María Regordosa de Torres Reina”, 1935. Museu del Disseny de Barcelona. Y joyas de la colección Regordosa. (Ilustración revista Mercurio, núm. 751-753, Barcelona, ​​1935, p. 92)

Con motivo de esta participación tan destacada por parte del diestro en la muestra sevillana, le fue solicitado al Director General de Enseñanza la concesión a Ricardo Torres de la Gran Cruz del Mérito Civil, cuya solicitud estuvo refrendada por 1.800 firmas.[20] bis 

La 8ª y última Galería, estaba decorada con 18 cuadros de distintas épocas y temáticas, los había religiosos, costumbristas, retratos, escenas campestres, bodegones, etc., todos ellos de autores anónimos. También se encontraba una chimenea de estilo barroco de madera tallada y dorada con cabezas de ángeles y guirnaldas.

En la Sala 15ª, se habían instalado en vitrinas piezas de incalculable valor, traídas del Tesoro de la Catedral primada de Toledo, como ornamentos, dos tapices de la serie del Triunfo de la Eucaristía de talleres flamencos, documentos, libros cantorales, etc., destacando entre ellas por su simbolismo, el célebre dosel del “Tanto monta” de los Reyes Católicos, además de El Tránsito de Santa Leocadia de Maella y un San Pedro de El Greco, mostrándose exclusivamente piezas cedidas para la ocasión por cabildo catedral toledano.

Sala 15, con objetos del tesoro de la Catedral de Toledo, entre ellos el dosel del “Tanto monta” de los Reyes Católicos. (Fototeca-Laboratorio de Arte. Universidad de Sevilla)

Una vez clausurada la muestra y siendo el edificio de propiedad municipal, parece que quedó sin finalidad alguna a pesar de que ya en 1924, el Comité había empezado a gestionar con el Ministerio de Instrucción Pública, el traslado del Museo Arqueológico Provincial desde el Convento de la Merced a estas instalaciones,[21] pero en 1926 la dirección del museo consideró, que era más apropiado “organizar los objetos de forma cronológica y se completaría el discurso del arqueológico con el de Bellas Artes”,[22] entonces ambos situados en el mismo edificio.

En 1931, el Ayuntamiento se compromete a ceder a dicho ministerio el pabellón Mudéjar o Renacimiento de la Plaza de América, para la instalación del Museo Arqueológico de Sevilla, entonces en la Torre de Don Fadrique, cuyas piezas se unirían al Provincial, siendo entonces favorable la dirección de este último a dicho traslado, debido a la falta de espacio,[23]pero no produciéndose dicho traslado, debido a las obras necesarias para su adaptación.

Al carecer de un local adecuado, debido a las obras que se estaban llevando a cabo, el claustro del Conservatorio de Música de Sevilla solicitó en 1935, le fuera concedida de forma provisional, algunos salones del pabellón, para que pudieran comenzar a impartir las clases del curso 1935/36.[24]

Durante los años de la guerra civil, sirvió como hospital para soldados italianos, de lo cual quedan algunos testimonios gráficos en las paredes exaltando la figura del Duce,[25] pasada esta, el edificio quedó de nuevo sin actividad, hasta que el 31 de diciembre de 1941, fecha en que el alcalde de Sevilla Miguel Ibarra y Lasso de la Vega lo cedió al Ministerio de Educación Nacional con la exclusiva finalidad de instalar el Museo Arqueológico Provincial, tomando posesión del mismo el inspector general de museos, Joaquín María de Navascués, en marzo de 1942, comenzando poco después las obras de adecuación para museo a cargo del arquitecto Félix Hernández Giménez, con la colaboración del director del museo Juan Lafita.[26]

Como tal, fue inaugurado por el General Franco el 25 de mayo de 1946, continuando con las actuaciones que se han ido produciendo durante el paso de los años para ofrecer un espacio adecuado a los nuevos conceptos museísticos.

Curioso recortable con la maqueta del Pabellón de Bellas Artes, editado durante la Exposición. Gentileza de Francesc López Sala.

Cerrado al público desde el 12 de enero de 2020, el museo se está sometiendo a un profundo proyecto de reforma, que ganó el arquitecto sevillano Guillermo Vázquez Consuegra en un concurso nacional ​en 2009 para la reforma completa del edificio y la renovación del discurso museográfico. El proyecto contempla abrir el Salón Elíptico como recibidor y colocar ascensores y pasarelas acristaladas en la fachada posterior, y mejoras sustanciales que repercutirán en la iluminación y la climatización del edificio.​ El coste total del proyecto es de veinte millones de euros, más cinco invertidos por la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico para los traslados de las piezas, su restauración, almacenaje y exposición temporal en Santa Inés, estando prevista la finalización de las obras en 2025.[27]


VÍDEO DEL CANAL SOBRE LA EXPOSICIÓN IBEROAMERICANA DE SEVILLA DE YOUTUBE SOBRE EL PABELLÓN DE BELLAS ARTES O RENACIMIENTO




FUENTES:
- EL PABELLON DE BELLAS ARTES DE LA EXPOSICION IBEROAMERICANA DE 1929, Fernando Fernández Gómez. Revista APAREJADORES núm. 24 / DICIEMBRE 1987
- HISTORIA DE LA EXPOSICION IBEROAMERICANA DE SEVILLA DE 1929, Eduardo Rodríguez Bernal
- Blázquez Sánchez, F. La escultura sevillana en la época de la Exposición Ibero-Americana de 1929: 1900-1930. 1989 Ávila. Edita Diario de Ávila S.A.
- LOS PABELLONES DE LA EXPOSICION IBEROAMERICANA, Alberto Villar Movellan.
La Exposición Iberoamericana “Fondos de la Hemeroteca Municipal”
- EL RECINTO DE LA EXPOSICION IBEROAMERICANA, AREA URBANIZABLE, PABELLONES Y CONSERVACION, José María Cabeza Méndez
Andalucía y América en el Siglo XX, Actas de las VI Jornadas de Andalucía y América 1987
- GUIA DE LA EXPOSICION IBERO AMERICANA 1929-1930.
- ARQUITECTURA DEL REGIONALISMO 1900-1935.- Alberto Villar Movellán.- pág. 280
- EL CICERONE DE SEVILLA. MONUMENTOS Y ARTES BELLAS, Alejandro Guichot y Sierra
-EL ESCULTOR LORENZO COULLAUT VALERA, SUS TRABAJOS PARA LA EXPOSICION IBERAMRICANA DE SEVILLA (1929). Juan Manuel Covelo López.
- ARTE ANTIGUO EN LA EXPOSICION IBEROAMERICANA DE 1929. Francisco Murillo Herrera y Diego Angulo en la exposición de Arte Antiguo de 1929: una actuación clave para el Laboratorio de Arte de la Universidad de Sevilla. Benito Navarrete Prieto.
-Catálogo de la exposición ARTE ANTIGUO EN LA EXPOSICION IBEROAMERICANA DE 1929. Benito Navarrete Prieto.
- Revista LA EXPOSICION nº 49 septiembre 1913
- Revista LA EXPOSICION nº 51 noviembre 1913
-MUSEO ARQUEOLÓGICO DE SEVILLA ORIGEN, EVOLUCIÓN, CAMBIO Y CONTINUIDAD. Yolanda Torrubia, Patricia Monzo.

 NOTAS  


[1] . El Palacio de Bellas Artes. Memoria del arquitecto D. Aníbal González. Revista La Exposición, de Sevilla. 10 de marzo de 1912.

[2] . Villar Movellán, A. Los Pabellones de la Exposición Iberoamericana. En La Exposición Iberoamericana de 1929. Fondos de la Hemeroteca Municipal de Sevilla. (1987) Edita Obra cultural del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Sevilla.

[3] . Villar Movellán, A. Arquitectura del Regionalismo en Sevilla. 1900-1935. (1979) Sevilla. Edita Excma. Diputación Provincial de Sevilla. p. 280.

[4] . Villar Movellán, A. Los Pabellones de la Exposición Iberoamericana. En La Exposición Iberoamericana de 1929. Fondos de la Hemeroteca Municipal de Sevilla. (1987) Edita Obra cultural del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Sevilla.

[5] . Los edificios de la Exposición. En revista La Exposición, de 11 de febrero de 1912.

[6] . Exp. Maumejean Hermanos, Vidrieras Pabellón de Bellas Artes. Archivo Municipal de Sevilla. Secc. XVIII E.I.A. Caja 75. Rollo 687, fotogramas 573-613.

[7] . Villar Movellán, A. Arquitectura del Regionalismo en Sevilla. 1900-1935. (1979) Sevilla. Edita Excma. Diputación Provincial de Sevilla. pp. 281-282.

[8] . El Palacio de Bellas Artes. Memoria del arquitecto D. Aníbal González. Revista La Exposición, de Sevilla. 10 de marzo de 1912

[9] . Ibídem.

[10] . Ibídem.

[11] . Hacia la Exposición. El Palacio de Bellas Artes. Revista La Exposición, de Sevilla. 25 de febrero de1912.

[12] . Blázquez Sánchez, F. La escultura sevillana en la época de la Exposición Ibero-Americana de 1929: 1900-1930. 1989 Ávila. Edita Diario de Ávila S.A. pp. 158-161.

[13] . Relación de los ingresos y los pagos que se han realizado durante el año 1914. A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A., Caja 40. Rollo 662, fotograma 288.

[14] . La realización de los artesonados corrió a cargo de José Ortega Soto, por un importe total de 43.253,63 pts. Relación de los ingresos y los pagos que se han realizado durante el año 1914. A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A., Caja 40. Rollo 662, fotograma 376.

[15] . El número de objetos expuestos debió ser mucho mayor, teniendo en cuenta que por ejemplo las piezas expuestas en la Sala Mateo Inurria, no están contabilizada en el Catálogo general, y las instaladas en algunas vitrinas se contabilizaron en conjunto y no unitariamente.

[16] . Navarrete Prieto, B. Francisco Murillo Herrera y Diego Angulo en la Exposición de Arte Antiguo. En Arte Antiguo en la Exposición Iberoamericana de 1929. 2014 (Sevilla). Edita ICAS Ayuntamiento de Sevilla. p.78.

[17] . Para las descripciones de las salas y sus contenidos, nos hemos basado en las realizadas en las siguientes obras:

-Exposición Ibero-Americana. Catálogo del Palacio de Bellas Artes-Arte Antiguo. 1930. Sevilla. Impreso en la Imprenta de la Exposición.

-Navarrete Prieto, B. Francisco Murillo Herrera y Diego Angulo en la Exposición de Arte Antiguo. Y Catálogo. En Arte Antiguo en la Exposición Iberoamericana de 1929. 2014 (Sevilla). Edita ICAS Ayuntamiento de Sevilla.

-Sevilla de Ayer. En El Correo de Andalucía, de Sevilla. 07 de agosto de 1963, p. 10.

-En el Pabellón de Bellas Artes. En El Correo de Andalucía, de Sevilla. 14 de mayo de 1929, p. 2.

-La Exposición Iberoamericana. En ABC, de Madrid. 14 de mayo de 1929, pp. 23-24.

[18] . Exposición Ibero-Americana Sevilla 1929. Sala Mateo Ynurria. Colección de antigüedades instalada en el Palacio de Bellas Artes. Plaza de América. Expositora: Sra. Viuda de Ynurria.

[19] . Beltrán Catalán, C. y López Piqueras, M.A. La fascinación por la indumentaria: la colección de vestidos regionales

de María Regordosa de Torres Reina (1888-1920). En I Coloquio de Investigadores en Textil y Moda. (17 y 18 de noviembre de 2017, p. 63.

[20] . A.M.S. Sección XVIII. E.I.A. Libro núm. 1 de Actas de la Comisión Liquidadora. Sesiones del 30 de abril y 16 de mayo de 1931.

[20] bis . La gran cruz del Mérito Civil a Bombita. En El Adelanto, de Salamanca. 03 de febrero de 1931. p.3.

[21] . A.M.S. Sección XVIII. E.I.A. Libro núm. 1 de Actas de la Comisión Permanente. Sesión del 4 de abril de 1924.

[22] . Torrubia, Y., & Monzo, P. (2012). Museo Arqueológico de Sevilla. Origen, evolución, cambio y continuidad. ROMULA, (8), 257–316. Recuperado a partir de https://www.upo.es/revistas/index.php/romula/article/view/212.

[23] . Ibídem.

[24] . A.M.S. Sección XVIII. E.I.A. Libro núm. 3 de Actas de la Comisión Liquidadora. Sesión del 28 de agosto de 1935.

[25] . Fernández Gómez, F. Pabellón de Bellas Artes de la Exposición Iberoamericana de 1929. Museo Arqueológico Provincial de Sevilla. En revista Aparejadores. Núm. 24 diciembre 1987, p. 17.

[26] . Torrubia, Y., & Monzo, P. (2012). Museo Arqueológico de Sevilla. Origen, evolución, cambio y continuidad. ROMULA, (8), 257–316. Recuperado a partir de https://www.upo.es/revistas/index.php/romula/article/view/212.

[27] . Parejo, J. Reforma del Arqueológico de Sevilla: recuperar el edificio original y llevar el museo al siglo XXI. En Diario de Sevilla, de Sevilla. 08 de junio 2021.

 



















4 comentarios:

  1. Te felicito por ese blog. Dispongo de un recortable de la época sobre el Palacio de Bellas Artes del a Expo de Sevilla de 1929. Si lo quisieras incluir en tu blog solo tienes que pedirmelo.

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    1. Gracias Francesc por tu ofrecimiento, será para mi un orgullo el poder incluir el recortable en la entrada del Pabellón Renacimiento.
      Si quieres me puedes escribir al correo personal, que te indico.
      jujoca1340@gmail.com
      Recibe un cordial saludo
      Juan José Cabrero

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  2. Estoy interesado en saber si existe algún tipo de imagen de la obra de Bartolomé Esteban Murillo "La anunciación a María" cedida por la Sra. Concepción Ortiz de Urruela, viuda de Monzón para la exposición de 1929-1930. Si me informara al respecto le estaría muy agradecido.

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    1. He consultado el catálogo y solo aparece una Anunciación de Murillo, pero no indica el expositor.
      Si me escribes a mi correo jujoca1340@gmail.com te podría enviar la descripción de cuadro como aparece en el catálogo por si coincidiera, además con más tiempo podría ver que obras aportó la viuda de Monzón a la Exposición.

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