LOS PABELLONES REGIONALES




Conformando la Plaza de los Conquistadores, junto a los pabellones de las provincias andaluzas, se erigieron los edificios representativos de las distintas regiones españolas: Aragón, Asturias, Canarias, Castilla la Nueva, Castilla la Vieja y León, Murcia-Albacete, Navarra, Valencia, y los de las Diputaciones Vascongadas y de Barcelona. Solo la región extremeña edificó su pabellón fuera de este lugar, en concreto en la avenida de Portugal, próximo al edificio de dicho país en la entrada de la Exposición, junto a la Plaza de España. Además de estos pabellones, Valencia, Cataluña-Baleares y Vascongadas, construyeron en la avenida de la Raza del Sector Sur, sus instalaciones industriales que se tratan en el apartado correspondiente a los pabellones comerciales.


Plano con la distribución de los pabellones regionales en el Sector Norte, junto a la Plaza de España, y en el Sector Sur, en la Plaza de los Conquistadores.


Fotografía aérea de la Plaza de los Conquistadores, con una vista general de los pabellones regionales. (Fototeca Municipal de Sevilla. Archivo Sánchez del Pando)

La participación de las regiones españolas, en la Exposición Iberoamericana, ya estaba prevista desde el plan general elaborado por Aníbal González en 1911,[1] dándole un carácter histórico, artístico y etnográfico, como fue recogido más tarde, en 1923, en las bases del programa de la Exposición redactado por el Comisario Regio, Fernando Barón y Martínez de Agulló, conde de Colombí.

No obstante, poco se hizo para potenciar la participación de las regiones en aquellos primeros años, salvo invitar en 1913 a las Diputaciones Provinciales a que proyectaran sus pabellones inspirándose en la arquitectura regional, sin que prácticamente ninguna de ellas se pronunciara. Hubo que esperar hasta 1925 para que, con el nuevo impulso inyectado a la organización a través de la Dictadura de Primo de Rivera, esta participación se pusiera en marcha.

La concurrencia de las provincias y regiones españolas al Certamen Iberoamericano, aunque no parece que en principio pudieran engarzar con el espíritu ibero-americanista, tenían un propósito eminentemente político, pudiéndose justificar estos fines como un engrandecimiento de la patria, propios del momento histórico en que se vivía, con un gobierno de carácter autoritario.

Y la prueba la tenemos en la propuesta presentada por Luis Rodríguez Caso, progenitor de la Exposición al Ayuntamiento de Sevilla en 1923, que pretendía rememorar los actos de “España en Sevilla” de 1908, en la que consideraba la participación de las regiones como lo más apropiado teniendo en cuenta las circunstancias que atravesaba el país.[2]

si las primeras fiestas de España en Sevilla dieron ocasión a una intensa nota de confraternidad española en los albores del regionalismo catalán, excusado es decir que sería aún mejor ocasión ahora, en que ya éste degenera en separatismo, que Sevilla vuelva a reunir todas las regiones en actos y fiestas de amor a España en que el espíritu regional se vea del todo compatible con la veneración a la España única e indivisible”.[3]

A principios de 1925 se dan los primeros pasos para materializar el proyecto de la concurrencia de las regiones, al establecer el Sector Sur del recinto del Certamen, como el lugar donde se levantarían las representaciones regionales, “Se acordó el acoplamiento de las regiones, cerca de la exposición de ganados y del salón del automóvil, todo ello emplazado en la zona de la margen del Guadalquivir, construyendo todos los pabellones con carácter provisional y formando con todo esto y los restaurantes y parque de atracciones un hermoso conjunto de gran visualidad que deberá dar la impresión de una grandísima feria que dure todo el tiempo que la Exposición esté abierta”.[4]

El lugar escogido era una gran plaza de planta cuadrada, que J. C. N. Forestier diseñó y ubicó en su proyecto para el emplazamiento del Sector Sur en el plano de 1924, pero que debido a la gran extensión que ocupaba este emplazamiento y la consiguiente compra de terrenos, hizo que el Ayuntamiento, el 15 de julio de 1925, aprobara uno nuevo con una sensible reducción del espacio, resultando un nuevo trazado del Sector Sur de forma irregular, que se centraba en esta gran plaza cuadrada, que con el paso del tiempo daría lugar a la conocida como Plaza de los Conquistadores.

Proyecto de Forestier para el Sector Sur de la Exposición (1924), con indicación de la zona elegida para la instalación de los pabellones regionales. (Archivo Municipal de Sevilla)

Plano con el emplazamiento de la Exposición aprobado el 15 de julio de 1925, en el que se aprecia la considerable reducción de espacio en el Sector Sur, pero manteniendo la plaza cuadrada que daría lugar a la Plaza de los Conquistadores donde se establecerían los pabellones regionales. (Archivo Municipal de Sevilla)

Así mismo se aceleraron las gestiones para invitar a las distintas regiones a participar en la muestra, con sus diferentes culturas, viviendas, costumbres, indumentarias, productos y artesanía, así como sus bailes y cantes populares, como aportación a la unidad nacional y su múltiple diversidad. La dictadura quiso mostrar la imagen de una España unida, en momentos en que los movimientos regionalistas estaban en pleno auge.[5]

Luis Rodríguez Caso, como presidente de la Comisión de Regiones,[6] auxiliado por el pintor y representante del Ateneo Santiago Martínez, presentó un primer proyecto de emplazamiento e instalación para la “Exposición de las Regiones”,[7] que en sucesivas sesiones de la Permanente le es requerida la reducción de este primitivo proyecto,[8] debido al amplio espacio que ocupaba y la disminución de la superficie que había sufrido esta parte del Sector Sur. Ya en enero de 1926, habiendo tomado posesión de su cargo José Cruz Conde, como Comisario Regio, nuevamente presenta para su aprobación por la Comisión Permanente, el último proyecto para el emplazamiento de las regiones, con las modificaciones requeridas, pero debido a que el referido proyecto afectaba a terrenos donde se habían fijado instalaciones ganaderas, que tendrían alguna de ellas carácter permanente, y estos no eran propiedad del Ayuntamiento, además de superar el presupuesto fijado para estas instalaciones, el Comisario Regio, le pide que lo deje pendiente hasta que se apruebe los nuevos presupuestos presentado por el Comité de la Exposición,[9] no volviéndose a tratar este tema en la Comisión Permanente, desconociéndose el diseño y magnitud del proyecto que presentara el presidente de la Comisión de Regiones Luis Rodríguez Caso, que ascendido poco después a general de brigada, falleciendo el 3 de julio de 1927.

Al mismo tiempo, en 1925, Rodríguez Caso, acompañado Antonio Jaén y Adolfo Rodríguez Jurado, se desplazaron a diferentes puntos de la geografía española al objeto de hacer propaganda de la muestra, y crear unas juntas en pro de ésta, que se encargaran de propagar el interés por Certamen en sus respectivos ámbitos territoriales, e incluso la construcción de los pabellones.[10] Así en mayo viajó a Castilla, en agosto a Navarra, Álava, Guipúzcoa, Vizcaya, Santander, Asturias, Logroño, Burgos y León, y en noviembre a Galicia, Castilla la Vieja, Salamanca y Extremadura. Las Juntas Pro-Exposición Iberoamericana, que se constituyeron en muchas de las provincias, estaban formadas, en su mayor parte, por intelectuales, comerciantes, industriales, periodistas, etc., pero con muy poco respaldo popular y sobre todo político, por lo que la mayoría languidecieron o desparecieron, siendo necesario encomendar a las Diputaciones Provinciales y Ayuntamientos la organización de la concurrencia a la Exposición.

Para la construcción de sus edificios el Comisión Permanente estableció como norma que la concesión de los terrenos que solicitaran las regiones, fuera con carácter provisional, concediéndoseles un plazo para que presentaran el proyecto o boceto del pabellón y para su construcción, para evitar que los sitios preferentes se otorgaran y después quedaran vacíos.[11] Así como que éstos se inspirasen en los correspondientes estilos locales, atendiendo de ese modo las recomendaciones realizadas por el Congreso Nacional de Turismos y el también Congreso Nacional de Arquitectura. En casi todos los edificios que se construyeron, destacaba la intencionalidad regionalista, entendida de distintas maneras. Por ejemplo, las representaciones de Barcelona, Valencia y Aragón, toman como fuente de inspiración la arquitectura rural, en ese momento con un enorme potencial; así mismo, pero en versión solariega de casa rural aristocrática, se construyen los de Vascongadas y Asturias. Los de Murcia-Albacete, Galicia, Castilla la Nueva y Canarias, se decantan por el historicismo tanto urbano como rural, incluso mezclándolos. Y por último Navarra, Extremadura y Castilla la Vieja y León, reproducen trozos de alguno de sus famosos monumentos regionales; encajando estos perfectamente en la corriente pro-turística, al igual que la construcción del Pueblo Español de la Exposición de Barcelona.[12]

Pabellón de Castilla la Vieja y León, en el que se utilizó para su diseño, retazos de monumentos de aquella región, como la torre gótica de la iglesia de San Miguel de Palencia, la Puerta de Romeros del Hospital del Rey de Burgos, las Murallas de Ávila, la Torre del Gallo de Salamanca, etc. (Postal de época)


De todos ellos solo nos ha quedado el Pabellón de las Diputaciones de las Provincias Vascongadas, hoy Hospital Duque del Infantado, muy transformado para cumplir las funciones de centro sanitario que actualmente desempeña. Pero no por ello a perdido el empaque que desde sus orígenes ha tenido este edificio. El resto de ellos, debido a su construcción efímera han desaparecido, perdiéndose así un conjunto de edificaciones que, junto a los de las provincias andaluzas, constituyeron un rincón pintoresco e interesante, que hacía presente la respuesta afirmativa de España a la cita Iberoamericana.

Las Islas Baleares, fueron la excepción en su participación en el Certamen, no construyendo un pabellón propio, a pesar de que se constituyó una comisión organizadora para la participación balear, además de pedir información y folletos propagandísticos, e incluso realizó algunas reuniones y solicitó un crédito a la Diputación y al Ayuntamiento de Palma de Mallorca, éste se lamentaba de que la intensa propaganda desplegada por los representantes de la Exposición de Barcelona, habían difundido la idea de que no era necesario la concurrencia de Baleares en la Exposición Iberoamericana. [13] A pesar de la visita del General Primo de Rivera a las islas en noviembre de 1928, y la reactivación del Comité local, no se consiguió la participación de estas, intentando corregir esta ausencia con la inclusión de alguna propaganda en el pabellón barcelonés.[14]

La rivalidad entre las Exposiciones de Barcelona y Sevilla, se constataban en los informes que los comisionados por esta últimas encontraban en las ciudades donde la comisión catalana ya había estado, la cual había propagando la idea de que ésta era una Exposición de pandereta y turismo, teniendo que argumentar para contraatacar y convencer a los industriales, de que en Sevilla estaría España ante América del Sur, con posibilidades de ventas en aquel continente; mientras que en Barcelona, estarían ante los industrializados países europeos, en los que solo podrían comprar sin poder realizar venta alguna.[15]

Para la construcción de estos edificios representativos de las distintas regiones española, en casi todos los casos, fueron las Diputaciones y Ayuntamientos los encargados de suministrar los fondos para su ejecución, por lo que debido a los problemas económicos que sufrían esto organismos, muchas de las construcciones se retrasaron o se dilataron en su ejecución, siendo inaugurados por SS.MM. los Reyes el 12 de mayo de 1929, pocos día después de la inauguración de la Exposición, solo los pabellones de Asturias, Reino de Murcia (Murcia-Albacete), Navarra y Diputaciones Vascas, teniendo el resto que ser terminados a toda prisa, inaugurándolos los soberanos entre finales de octubre y primeros de noviembre.

Las obras expuestas en los pabellones se centraban fundamentalmente en objetos artísticos e históricos, relacionados con hechos acontecidos en la correspondiente región, así en el pabellón de Aragón se exhibía banderas y banderines de la ciudad de Zaragoza y de las milicias zaragozanas, como recuerdo de la Guerra de la Independencia, y el dosel utilizado por los reyes aragoneses. En el asturiano en una de las salas se reconstruyó la habitación de Melchor Gaspar de Jovellanos en la que figuraba los muebles de la sala que usó y la cama donde murió. En el de Galicia, se podía ver unas columnas de mármol de siglo XI de la primitiva Catedral de Santiago. Y en el de Navarra se encontraban las mazas de combate del Rey Sancho VII el Fuerte, y las cadenas que trajo tras la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, como símbolo de la victoria y que se convirtieron en el escudo de armas del Reino de Navarra.

Además, se exponían útiles, herramientas y aperos típicos de labranza y material antiguo relacionado con la agricultura y ganadería de uso en la región. También se mostraban muebles y enseres rurales como vajillas, arcas, mesas, sillones y otros mobiliarios típicos, así como en algunos también se habían reproducido cocinas, dormitorios y salones propios de cada región; y en relación a su folklore, trajes, indumentarias e instrumentos musicales y de acompañamiento.

La muestra comercial, sin embargo, no fue igual en todas las instalaciones regionales, mientras en algunas se mostraban productos de la industria y el comercio de la región, en otras como los empresarios catalanes, vascos y valencianos, exhibieron sus productos en los pabellones industriales que estas regiones habían montado en la avenida de la Raza para este fin exclusivamente. O en el Pabellón de Industrias Generales, donde extremeños, navarros y murcianos, habían reservado los stands de secciones completas para ello.

Reconstrucción de una cocina rural en el pabellón de Extremadura. (Archivo ABC)

Hubo un intento de organizar unas “Semanas” regionales,[16] antes de la clausura del certamen, pero ante la imposibilidad de poder dar cabida a todas ellas en el calendario, por falta de tiempo, se celebraron algunos conciertos en los que actuaron grupos regionales, como el Orfeón Catalán y Cobla de Sardanas “Barcelona”, o los coros montañeses "El Sabor de la Tierruca". Solo Extremadura celebró su semana, del 12 al 15 de mayo de 1930, por cuyo motivo se desplazó a Sevilla la Masa Coral Cacereña.

El Rey Alfonso XIII acompañado del Director de la Exposición, Cruz Conde, recorriendo la Plaza de los Conquistadores, en la inauguración de algunos pabellones regionales, al fondo los pabellones de Navarra y Galicia. (Fototeca Municipal de Sevilla. Archivo Serrano)

Clausurada la Exposición, no todos los edificios regionales fueron derribados de inmediato, algunos permanecieron algún tiempo de pie, incluso prestando algún servicio, como es el caso del pabellón extremeño utilizado en 1931 como caseta de feria; el de la Diputación de Barcelona, contiguo al de las Diputaciones Vascas (hospital primero de Aviación y después dependiente del Virgen del Rocío), en el que instaló algunas salas de hospitalización y servicios generales, no siendo derribado hasta 1976; o el valenciano, que no se derribó hasta después de 1956, seguramente acogiendo alguna actividad, y el aragonés hasta 1934. Sin embargo, hubo uno, el canario, que debido al hundimiento de una de las naves laterales, días antes de finalizar el certamen, tuvo que cerrarse antes de tiempo.
 
Vista aérea de la Plaza de los Conquistadores con el estanque central y el Pabellón del Patronato Nacional de Turismo presidiéndola, alrededor los pabellones regionales y de las provincias andaluzas. (Fototeca Municipal de Sevilla. Archivo Sánchez del Pando)

NOTAS:
[1] . Memoria del proyecto ganador presentado en 1911 por Aníbal González para La Exposición Hispano Americana. Artículo II “Ideas Generales del proyecto”
[2] . Rodríguez Bernal, E. Historia de la Exposición Ibero-Americana de Sevilla de 1929. Sevilla (1994) Edita Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento de Sevilla, p. 115.
[3] . Archivo Municipal de Sevilla. Sección XVIII. Exposición Iberoamericana. Negociado de Fiestas y Festejos. Expediente 11. Año 1923.
[4] . A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Libro de actas de la Comisión Permanente núm. 1. Sesión del 21 de febrero de 1925.
[5] . Graciani García, A. El Pabellón Vasco en la Exposición Iberoamericana. En revista Aparejadores. Núm. 36. 1º trimestre 1991, p. 11-12.
[6] . La Comisión de la Exposición Regional estaba compuesta por: Luis Rodríguez Caso como Presidente; Diego Martínez Barrios, Alfredo Amores Domingo, Francisco Jiménez Bazo, Antonio Muñoz Urbano, José Galán Rodríguez, marqués de San José de Sierra, los presidentes del Ateneo y del Círculo de Labradores, y como Secretario el pintor Santiago Martínez.
Lemus López, E. La Exposición Ibero-Americana a través de la prensa (1923-1929). Sevilla (1987) Edita E.M. Mercasevilla, S.A, p. 64.
[7] . A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Libro de actas de la Comisión Permanente núm. 1. Sesión del 14 de marzo de 1925.
[8] . A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Libro de actas de la Comisión Permanente núm. 2. Sesión del 19 de octubre de 1925.
[9] . A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Libro de actas de la Comisión Permanente núm. 2. Sesión del 29 de enero de 1926.
[10] . A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Libro de actas de la Comisión Permanente núm. 1. Sesión del 12 de junio de 1925.
[11] . A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Libro de actas de la Comisión Permanente núm. 4. Sesión del 25 de mayo de 1928.
[12] . Villar Movellán, A. Arquitectura del Regionalismo en Sevilla 1900-1935. Sevilla (1979) Edita Diputación Provincial de Sevilla, pp. 440 a 449
[13] . A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Libro de actas de la Comisión Permanente núm. 5. Sesión del 10 de agosto de 1928.
el escaso entusiasmo demostrado ahora depende de los hechos de que por los agentes de la Exposición de Barcelona han propalado que no era necesaria la concurrencia de Mallorca a la Exposición Ibero Americana, habiendo efectuado una intensa propaganda de la Exposición catalana”.
[14] . Lemus López, E. La Exposición Ibero-Americana a través de la prensa (1923-1929). Sevilla (1987) Edita E.M. Mercasevilla, S.A, pp. 229-230
[15] . A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Caja 35. Secretaría General – Propaganda.
Rodríguez Bernal, E. Historia de la Exposición Ibero-Americana de Sevilla de 1929. Sevilla (1994) Edita Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento de Sevilla, p. 116.
Referente a la concurrencia industrial, hemos tropezado con la gravísima dificultad de que Barcelona había hecho creer a los industriales vizcaínos que la exposición de Sevilla era sólo una Exposición de pandereta y turismo, y que la Exposición industrial española tendría lugar en Barcelona.
Por esta causa ha sido preciso luchar mucho para convencer a los industriales de que en Sevilla estará España ante América del Sur, es decir, con posibilidad de vender, mientras que en Barcelona estará España ante Europa, es decir, que lo único que podrán hacer es comprar.

[16] . A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Libro de actas de la Comisión Permanente núm. 8. Sesión del 25 de febrero de 1930.







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