-Pabellón Real




Imagen de la fachada del Pabellón Real. (Fototeca de la Universidad de Sevilla)
           
El Pabellón Real, al igual que los pabellones de Bellas Artes e Industrias y Artes Decorativas, ya se encontraban presentes en el proyecto de emplazamiento para la Exposición que Aníbal González ganó en el concurso celebrado en 1911, situando el primero de ellos al fondo de la gran plaza de recepción que precedía al Gran Casino como entrada principal del recinto, y los otros dos, uno junto al otro, paralelos al Paseo de las Delicias, tras el estadio.

En 1912, al objeto de introducir algunas recomendaciones realizadas por la Real Academia de Bellas Artes, se modifica el primitivo plano de emplazamiento, apareciendo por primera vez la Plaza de Honor, como se le denominó en un principio a la que hoy conocemos como Plaza de América, en el espacio que ocupaba el estadio, que cambió de ubicación, situándose en su lado menor el Pabellón Real, y los otros dos pabellones, el de Bellas Artes y el Mudéjar, enfrentando, quedando constituida la plaza por tres edificios en sus tres lados y abierta al Paseo de las Delicias en el cuarto, donde Aníbal González ya tenía planeado la erección de un monumento a Cervantes y con ello a la lengua española como vehículo de unión de todos los países hispanoamericanos, que al final no llegó a construirse.

En la memoria de dicho anteproyecto su autor estableció que el pabellón se destinaba a la exposición de objetos de la Real Casa, y su planta en “forma de cruz y consta de un salón central y el pórtico y tres grandes salas que forman los brazos de la cruz. Entre ellas existen galerías de comunicación de bastante amplitud. La superficie total se eleva a 800 metros cuadrados”. Es decir que estaba formada por una cruz latina, en cuyo centro se insertaba un cuerpo octogonal de lados irregulares, es decir un cuadrado achaflanado, de cuyos brazos serían las salas de exposiciones, comunicadas entre sí por una galería exterior, y “El estilo adoptado para la composición de las fachadas era el gótico español de la época de los Reyes Católicos que se relaciona estrechamente con el carácter general de esta Exposición y con el destino de pabellón que nos ocupa”, y su construcción, de carácter no permanente en un principio, tenía un presupuesto de 64.000 pts.[1]


Plano general de emplazamiento del concurso ganado por Aníbal González en 1911, sobre el que se ha indicado los lugares donde inicialmente se instalarían los pabellones de Bellas Artes, Mudéjar y Real. Y boceto donde se aprecia el lugar que ocuparía el Pabellón Real en la plaza de acceso al recinto exposicional. (Ilustraciones revista La Exposición)

Perspectiva general del emplazamiento de pabellones de 1912, en el que aprecia por primera vez la situación de la plaza de Honor, futura Plaza de América, y situación definitiva de los pabellones de Bellas Arte, Mudéjar y Real. (revista La Exposición)

Otra de las sugerencias de la Academia de Bellas Artes era la de construir de forma permanente este edificio, a fin de dar al conjunto toda la monumentalidad y grandiosidad que la Plaza requería tras la nueva situación de los edificios, con esta transformación en permanente aprobada por Comité Ejecutivo, también se quería de alguna manera rendir homenaje a la memoria de la Infanta María Luisa de Orleans por la cesión a la ciudad de la mayor parte de los jardines de su palacio, donde se construiría parte de la Exposición y a la Corona española por su decisiva intervención.

Boceto del Pabellón Real presentado por Aníbal González en 1911 para el concurso que, salvo pequeñas modificaciones como la sustitución de las imitaciones de sillares por ladrillo visto en sus muros, fue el que se edificó. (Ilustración revista La Exposición)

El proyecto del pabellón para hacerlo permanente, fue redactado por Aníbal González y Álvarez Ossorio en 1912, modificando su primera concepción de los paramentos verticales de sus fachadas, que simulaban sillares, por unos lienzos de ladrillo visto. En el primer concurso público para su construcción quedó desierto, no siendo adjudicado hasta la segunda convocatoria celebrada el 11 de mayo de 1914, a José Barnedo Arévalo, el 17 de junio,[2] estableciéndose la fecha de terminación el 1º de noviembre de 1915 con un coste final de 293.522,76 pts.,[3] aunque el edifico no fue entregado hasta los primeros meses de 1916. Hemos de tener en cuenta que, en octubre de 1912, se retrasó la inauguración del certamen prevista para 1914 a 1915.

Si para el Pabellón de Bellas Artes su autor se había inspirado en el estilo renacentista español, y para el Pabellón de Manufacturas y Artes Decorativas (Mudéjar) se decantó por el tradicional arte mudéjar, para el Pabellón Real optó por el llamado gótico español, concibiéndolo como una cruz inscrita en un cuadrado al que secciona sus aristas, simbolizando el triunfo de la cristiandad sobre el Islán bajo la monarquía de los Reyes Católicos.

De esta de forma se relacionaba el estilo arquitectónico gótico isabelino de finales de siglo XV, con la importancia que tuvieron aquellos años en la historia de España y su nueva identidad nacional. Así este pabellón junto al Mudéjar y a la Plaza de España, son un canto al barro en todas sus posibilidades, labrando un pequeño cofre de ladrillo y cerámica vidriada, constituyendo el conjunto monumental de la plaza en una excelsa manifestación del historicismo que tanto anhelaba Aníbal González.

Alzados de las fachadas principal y lateral. (revista La Exposición)


Sección general del pabellón (arriba) y planta de techos (abajo). En la sección se puede apreciar el artesonado que contaba el salón central y el vestíbulo, la claraboya que se instaló en los otros salones. (revista La Exposición)

Aun siendo este edificio el de menores dimensiones de los construidos en la plaza, no por ello tiene menos importancia simbólica, presidiéndola como tributo del destacado papel que los Reyes Católicos tuvieron en la historia de España y en el descubrimiento de América,[4] así como en memoria permanente y agradecimiento a la infanta María Luis de Orleáns por la cesión a la ciudad de la mayor parte de sus jardines, realizándose en estilo gótico isabelino reinterpretado en ladrillo tallado y cerámica vidriada, como símbolo de la unidad de las regiones de España.[5] La elección del gótico en su último período de la época isabelina, se relaciona directamente con la importancia de aquella época en la historia de España.[6]

El edificio originalmente contaba de planta sótano y baja, y como ya se ha dicho, su planta es una cruz griega, cuyo espacio central lo ocupa un octógono en que los chaflanes de los ángulos son menores que el resto de sus lados; de los mayores parten cuatro alas rectangulares que junto al central conforman los espacios expositivos. La volumetría del edificio está claramente marcada por los distintos niveles de altura, siendo los menores los formados por las galerías, algo más desarrollados los brazos de la cruz a los que se les añade una crestería que le proporciona mayor esbeltez, para culminar en el cimborrio formado por el cuerpo central que le da verticalidad y monumentalidad remarcada ésta por la bella crestería.

El propio Aníbal González en la memoria del proyecto dice haberse inspirado en ejemplos de la arquitectura española, en el llamado estilo Reyes Católicos, consistente en el gótico tardío que tuvo su mayor esplendor durante el reinado de los Reyes Católicos; teniendo los ejemplos más claros en la Capilla Real de Granada, Santo Tomás de Ávila y San Juan de los Reyes de Toledo.

Los tres niveles de volumetría del edificio, galería, brazos de la cruz y cimborrio. (Archivo del autor)

La decoración y diseño de las piezas de cerámica que exornan tan interesantemente el exterior del pabellón, fueron debidas al escultor Antonio Bidón Villar y al pintor Manuel de la Cuesta Ramos, que las realizaron entre 1914 y 1916, desconociéndose los talleres que llevaron a cabo estos trabajos cerámicos.[7]

El elemento decorativo, es fundamentalmente el cerámico vidriado y el barro tallado, dispuesto en las cresterías, escudos y esculturas ornamentales exteriores en contraste con los lisos paramentos de ladrillo fino evocando claramente el estilo plateresco, pero “sevillanizándo” al sustituir la dura piedra de muros, tallas y esculturas, por el ladrillo tallado y la cerámica.

Fachada lateral donde se aprecian la combinación de la cerámica y el ladrillo “sevillanizando” el estilo plateresco del pabellón. (Archivo del autor)

Es notable la semejanza de la crestería con la de la Capilla Real de Granada, utilizándose con profusión todos los elementos propios del gótico. Otro detalle digno de destacar es el magnífico escudo real en el frontón de la fachada, similar a los de San Juan de los Reyes y los imponentes maceros sobre pilastras que custodian la entrada, con tabardo blasonado con la heráldica de los reinos de Castilla y León, realizados por Antonio Bidón.


Detalle de la delicada crestería que se asemeja a la de la Capilla Real de Granada, y del Escudo Real en el frontón de la fachada (Fotos de la web de la Gerencia de Urbanismo de Sevilla)




Maceros con tabardo que escoltan la puerta principal, y composición de los arcos y columnas de las galerías exteriores. (Archivo del autor), e imagen desde el interior de la galería antes de ser cerrada con cristaleras. (revista Bética)

Los cuerpos rectangulares se unían por medio de las galerías exteriores de aspecto claustral que estaban abiertas y servían de deambulatorio entre las distintas salas expositivas. El autor se inspira para su decoración en la galería alta del patio de la Capilla Real de Granada, utilizando en cada una de ellas módulos de tres arcos rebajados con guarnición de bolas sobre columnas helicoidales surcadas con motivos geométricos y capiteles decorados con elementos vegetales en cerámica de color blanco con dibujos azules, al igual que el antepecho calado con filigranas ojivales y las basas de las columnas, en las que se pueden leer en carácter góticos “Edificio construido en el año MCMXIV para Pabellón Real”, pintados por Manuel de la Cuesta.


Detalle de las columnas, antepecho cerámico y friso de ladrillo tallado bajo éste de las galerías, y lacerías góticas que coronan los ventanales. (Archivo del autor)

Otro elemento cerámico interesante, y de iguales características cromáticas que los anteriores, se sitúa sobre las galerías en la preciosista lacería gótica de los ventanales partidos por estilizado ajimez, con arcos dobles polilobulados, enmarcados por delgadas columnas helicoidales y baquetón superior decorado con bolas.

El acceso al edificio se encuentra precedido por un amplio espacio exterior elevado a modo de atrio, delimitada en cada uno de sus ángulos, por cuatro bancos de ladrillo con respaldos de hierro forjado, que servían de basamentos a igual número de mástiles coronados por un águila, del que pendía un farol, todo ello también de hierro forjado. Completaban este espacio seis pedestales de ladrillo tallado con escenas y cenefa de estilo gótico, sobre los que descansan el mismo número de águilas en piedra artificial, ejecutadas por José Ordóñez Rodríguez en 1916,[8] las cuales sostienen entre sus garras los escudos de otros estados de la Monarquía Española, como son: el Señorío de Vizcaya, el Reino de España, el Ducado de Borgoña y Toscana, el Señorío de Molina y el Reino de Jerusalén. Estas esculturas debido a su deterioro han sido sustituidas recientemente por unas copias de los originales.

Una amplia escalinata de forma poligonal, sirve para salvar la diferencia de rasante y dar acceso al pórtico o puerta principal la cual carecía de batientes por lo que directamente se accedía al vestíbulo, pieza rectangular de 10 m de largo por 8 de ancho. Justo enfrentada a la puerta principal se encontraba el salón central y a derecha e izquierda existen los accesos a las galerías exteriores de comunicación.



Águila realizada por José Ordoñez (Archivo del autor), pedestal de ladrillo tallado y banco-basamento de una de las farolas de la glorieta de acceso. (Revista Bética).

Artística cadena que servía como cierre del pabellón al carecer de puertas. (Fotografía gentileza de José Luis Pérez Pino)

En sus cuatro salones se evocaban por medio de cuadros cerámicos las etapas culminantes de las cuatro órdenes militares españolas de rancio abolengo, distribuidas de la siguiente forma; en el vestíbulo de entrada se encuentra representada la Orden Militar de Montesa, en el salón derecho la Orden de Calatrava, al fondo la de Santiago y por último en el de la izquierda la Orden Militar de Alcántara.

A este respecto merece una mención especial los pintores ceramistas que trabajaron en la decoración interior que fueron Gustavo Bacarisas y Podestá, Manuel Rodríguez y Pérez de Tudela, Manuel García Montalván, el Marqués de Benamejí (Manuel de la Lastra Liendo) y Manuel Cañas Martínez.

En los paramentos de ambos lados del vestíbulo, nos encontramos con dos preciosos paños cerámicos ejecutados por Gustavo Bacarisas y operarios de la fábrica Los Remedios de Julio Laffite, compuestos por azulejos planos pintados de 13,5 X 13,5 cm. con una altura de 2 m. aproximadamente,[9] que representan escenas históricas de la Orden, a la izquierda y según se narra en la filacteria “En presencia de D. Jaime II de Aragón el Abad de Santas Cruces consagra a D. Guillen de Eril primer Maestre de la Orden de Montesa año de mil trescientos diez y nueve” y a la derecha “En el año de mil trescientos noventa y nueve reinando D. Martín I de Aragón se unió la Orden San Jorge de Alfama con la de Montesa. Eran Maestres frey D. Francisco Ripollés y frey D. Berenguer March”

Planta del Pabellón Real, y distribución interior donde se ha indicado la disposición de la Órdenes Militares en las distintas salas.

Ambas escenas presentan gran número de personajes vestidos con túnicas, y capas ostentando las cruces características de ambas órdenes, se completan el resto de paramentos con una serie de guerreros y escudos relacionados con la Orden de Montesa, éstos zócalos, de mayor altura que el resto de los del pabellón, a excepción del Salón Central, están pintados en vivos colores.

También es de destacar en este salón, el entallado de los ladrillos del arco de ingreso al Salón Central ejecutado por los tallistas José Roldan y Francisco Reyes, así como el ancho friso de yesería realizado por Eduardo Muñoz con motivos góticos al igual que las ménsulas del artesonado. Del mismo modo sobresalen el esgrafiado de los paramentos y la pintura del artesonado plano ambas obras de Manuel Cañas Martínez, en el que se mezclan heráldica, con efigies de los Reyes Católicos y sus iniciales, así como elementos iconográficos góticos como la caza, la recolección y animales mitológicos. Este salón, junto al central, no disponían de montera acristalada para la iluminación cenital de los mismos, conservándose el artesonado original.

Panel que representa la fundación de la Orden de Montesa pintado por Gustavo Bacarisas. En la parte superior se puede apreciar el esgrafiado de las paredes realizado por Manuel Cañas. (Fototeca de la Universidad de Sevilla)




Vista general del vestíbulo y acceso al Salón Central mediante una bella portada de ladrillo tallado por José Roldan y Francisco Reyes. Detalles de los paneles de cerámica que decoran las paredes pintados por Gustavo Bacarisas, entre ellos la escena de la derecha con la fusión de las Órdenes de Montesa y San Jorge de Alfama. (Fondos fotográficos de la Asociación Amigos de la Cerámica Niculoso Pisano)


Detalles del friso de yesería de Eduardo Muñoz y del artesonado pintado por Manuel Cañas. (Archivo del autor)

La sala de la derecha está decorada con un zócalo con cuadros cerámicos correspondientes a la Orden de Calatrava, pintados por Manuel Rodríguez y Pérez de Tudela en 1918, compuestos por azulejos de 13 X 13 cm. con una altura aproximada de un metro.[10] En ellos se reproducen en gran formato escenas de momentos históricos de la Orden, como la donación en 1158 de la villa de Calatrava por Sancho III al Abad D. Raimundo de Fitero de la Orden del Cister para su defensa.

En otra escena se representa a Alfonso VIII arengando a las tropas antes de la batalla de las Navas, y en la siguiente los ejércitos cristianos y musulmanes en el campo de batalla de las Nava de Tolosa ocurrida el 16 de julio de 1212. Este hecho histórico fue fundamental para el afianzamiento definitivo de la Orden. Las escenas están pintadas en blanco y azul, sobre fondo amarillo, y las enmarcan una preciosa orla de motivos góticos en color tierra y blanco sobre fondo azul cobalto.

Se acompañan estas escenas, con otras de combates entre caballeros de esta Orden y guerreros musulmanes, también hay escudos con la cruz de Calatrava, y los treinta Maestres ordenado cronológicamente, junto a distintos reyes que dieron gran impulso a la misma.



Vista de un ángulo de la sala con la disposición de las distintas escenas de la historia de la Orden de Calatrava, y composición de los paneles cerámicos por Manuel Rodríguez y Pérez de Tudela. (Fondos fotográficos de la Asociación Amigos de la Cerámica Niculoso Pisano)

En el Salón de la izquierda, se encuentra representada los caballeros de la poderosa Orden de Alcántara, mediante diferentes escenas donde los caballeros aparecen montados a caballos en diversas actitudes. Estas escenas se sitúan en el campo rodeadas de árboles y vegetación sobre fondo amarillo, y enmarcadas por una cenefa de contorno mixtilíneo guarnecida por bolas y rodeado por una hojarasca de acanto de marcada inspiración gótica. Como separación de las distintas escenas, y formando parte de la cenefa, aparecen los escudos heráldicos de las familias y de los Maestres que pertenecieron a la Orden sobre la Cruz de Alcántara.

Estos paneles de azulejos de 13 X 13, con una altura de un metro aproximadamente, fueron pintados por Manuel García Montalván en 1917.[11]



Diferentes detalles de los paneles cerámicos pintados por Manuel García Montalván para el salón dedicado a la Orden de Alcántara. (Fondos fotográficos de la Asociación Amigos de la Cerámica Niculoso Pisano)

El salón posterior está dedicado a la Orden de Santiago, y a través de una serie de retablos cerámicos de un metro de altura aproximadamente, se narra la historia de esta Orden, estos paneles fueron pintados por Manuel de la Lastra y Liendo, Marqués de Benamejí en 1917.[12]

En ellos se describen la aparición de la Virgen a Santiago, la declaración como Santa la Peregrinación a la tumba del Apóstol, y la intersección de éste en la batalla de Clavijo, así como la participación de sus caballeros en las batallas de Alarcos, las Navas y la conquista de las ciudades de Jerez, Córdoba y Sevilla. Las escenas están realizadas en tonos azules sobre fondo blanco y de forma panorámica ocupando cada una de ellas los paños de las paredes por completos. Se completan con una preciosa cenefa en la parte superior de tracería gótica y unas cartelas con el escudo de la Orden entre ángeles.




Distintas escenas que narran hechos históricos de la Orden de Santiago, que fueron pintadas por el Marqués de Benamejí en 1917. (Fondos fotográficos de la Asociación Amigos de la Cerámica Niculoso Pisano)

El Salón Central, tiene unas dimensiones en ambos ejes de 14 m., y era la pieza más importante del edificio, no solo porque exteriormente con sus 15,60 m. de altura coronara la máxima elevación del mismo, sino que interiormente tenía la función primordial de ser el lugar de unión y distribución de los distintos espacios expositivos que lo rodeaban con acceso directo desde el vestíbulo, es por ello por lo que en esta sala se había cuidado más su decoración.

El techo se encontraba cubierto por un artesonado a cuatro aguas, muy alabado en su tiempo por ser una muestra del alarde de la carpintería artística local, cuyo diseño había realizado Aníbal González personalmente. Estaba formado este artesonado por ocho faldones acabados estos en un pequeño octógono con florón dorado central que constituía el almizate, lo conformaban lacería de estrellas de ocho puntas y enlaces rectangulares, pintada por Manuel Cañas Martínez, en 1915,[13] al igual que el ancho friso que soportaba el artesonado, el cual se encontraba decorado con pinturas de escenas y escudos.

La iluminación de este salón, a diferencia de los otros tres que eran cenitales, se obtenía de cuatro ventanales laterales doble, con columna central común ajimezadas y vidriera emplomada, que se sitúan en los cuatro lados menores del octógono, elevados al objeto de salvar la altura de las galerías exteriores.

Para los accesos al vestíbulo y a los otros tres salones expositores, fueron realizadas por los tallistas José Roldan y Francisco Reyes, cuatro portadas talladas en ladrillo de estilo gótico, tres de ellas caladas.



Salón Central en el que se puede apreciar parcialmente la amplitud de éste, parte del artesonado que lo cubría, los zócalos de cerámica y la portada de comunicación con una de las salas laterales. (Fototeca de la Universidad de Sevilla y postales de la época)

Los paramentos se encontraban decorados con unos magníficos zócalos de azulejos vidriados de unos dos metros de altura, que representaban en gran formato los escudos de los reinos de la monarquía española como los de Castilla, León, Granada, Dos Sicilia o Jerusalén ricamente ornamentados; en tamaño más reducido los de las capitales de provincias formando una cenefa en la parte superior, y en ambos lados de cada una de las puertas heraldos ataviados con los escudos de armas de los diferentes reinos históricos. Tanto estos paneles cerámicos como la extraordinaria policromía y dorados del artesonado y friso, fueron realizados por pintor Manuel Cañas Martínez en 1917.

Estado actual del Salón Central, con el hueco de luces abierto en uno de los ángulos. (Archivo del autor)


Imágenes de dos de los lienzos cerámicos que decoraban el zócalo del Salón Central del Pabellón Real pintados en 1917 por Manuel Cañas Martínez. En la imagen inferior se representa el escudo de Castilla entre pilastras figuradas que aloja los escudos de León y el Borbón, y encima un friso con los escudos de las ciudades castellanas. Y el superior el reino de las Dos Sicilia entre los de Granada y Jerusalén. (Sevilla y la Exposición Hispano Americana. Álbum Artístico. Enrique Piñal. 1921)

Las paredes de este salón, estuvieron durante la Exposición cubiertas por cuatro sargas pintadas, no tapices, realizadas por Gustavo Bacarisas entre 1920 y 1922, que formaban parte de una colección de ocho en total y que se encontraban distribuidos entre este pabellón y el Mudéjar,[14] para ello se utilizó una técnica pictórica que simulaba el efecto de un tapiz.

Las instaladas en este Salón Central, corresponden a las apaisadas de mayor tamaño que representan escenas del Descubrimiento de América, como la partida de las naves de Colón bajo la protección de la Virgen de los Navegantes el 3 de agosto de 1492, la navegación de las carabelas colombinas impulsadas por el viento del Atlántico en agosto de 1492, el desembarco de Colón en la isla de San Salvador el 12 de octubre de 1492, y la arribada de la nave de Colón al puerto de Barcelona en abril de 1493.[15]

Uno de las cuatro sargas pintadas por Gustavo Bacarisas que estaba colgada en el Salón Central y en la actualidad situada en el Salón Gótico de los Reales Alcázares, (Archivo del autor)

Estas sargas se encuentran colgadas actualmente en el Salón Gótico de los Reales Alcázares, estando en proceso de restauración, desde 2017, por el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH), cuyos trabajos se preen finalicen en 2022. Junto a ellas se sitúan en el Alcázar, otras dos sargas, pintadas en 1923 por Manuel Cañas Martínez para el Pabellón Mudéjar, en las que aparecen en el centro el escudo de la monarquía española y el Portugal, rodeado por los de las repúblicas americanas.[16]

De esta bella estancia nada queda ya que, debido a la falta de mantenimiento, el interior del mismo se encontraba muy deteriorado, principalmente el artesonado del cuerpo central hoy día desaparecido. En 1964 se realizaron obras de consolidación, habiéndose perdido el artesonado de esta sala así como las claraboyas de los techos de las salas laterales; y ante la necesidad de albergar algunos servicios municipales, se macizó el interior levantándose cuatro plantas en el cuerpo central, abriéndose en un ángulo un hueco de luces; y en los otros tres salones y en las galerías se construyeron plantas intermedias, siendo el vestíbulos el único espacio que se conserva prácticamente sin modificaciones.[17]

Los objetos que se expusieron en este pabellón se centraban fundamentalmente, en los tesoros de la Casa Real, con las piezas más interesantes conservadas en las Reales Armería y Caballerizas y de la colección de tapices de la Corona; muebles, armas, porcelanas, marfiles y cuadros, procedentes de los Reales Sitios de Aranjuez y del Escorial, mucho de los cuales habían sido expuestos en el Pabellón Real de la Exposición Universal de París de 1900. Según el catálogo que se editó, estos objetos se exhibían en seis salas, de las cuales haremos una breve descripción de cada una de ellas.[18]

La Sala I, correspondiente a la Orden de Calatrava, se destinó a la Real Armería, donde se exponían armaduras ecuestres y de a pie de Carlos V, una de las ecuestre para torneo, llamada de Valladolid, tenía un peso total con todas las armas de 115 kg., También había espadas y roelas como la del “Plus Ultra” y el arnés de guerra alemán llamado de Mulhberg. En una vitrina central, se mostraban manoplas góticas, borgoñotas, estribos, pistolas y adargas, entre ellas la de Felipe II, realizada con plumas de diversas aves sobre cuero, confeccionada por los indios Amantecas de Méjico y considerada como una de las piezas más importante de las existentes en los museos europeos. En los cuarteles de esta adarga se representaban las batallas de las Navas de Tolosa, la entrada de los Reyes Católicos en Granada, la conquista de Túnez, y la batalla de Lepanto; y la litera de viaje que utilizaba el emperador Carlos V. En esta sala se exhibieron en total 39 objetos, y en sus paredes colgaban una colección de tapices de seda y lana compuesta por siete paños con escenas de la historia de Escipión, y nueve paños con la historia de Teseo. Los primeros fueron adquiridos por Isabel de Farnesio durante su estancia en Sevilla entre 1730 y 1734.[19]



Alguno de los objetos de la Real Armería que se expusieron como: Celada morrión, al parecer representa la cabeza de Carlos V, con cabellera rizada dorada en relieve; arnés de fajas espesas que también perteneció a Carlos V. (Catálogo del Pabellón Real), y adarga de Felipe II confeccionada con plumas por indios mejicanos. (Postal de época)

La Sala II se situó en el salón central, en ella se mostraban dieciséis piezas de la Reales Caballerizas, como sillas de montar, estribos, monturas, guarniciones, etc. Se exhibía una magnífica carroza negra tallada, conocida como de “Doña Juana la Loca” del siglo XVII, y una silla de mano rococó con pinturas de Felipe V. En vitrinas se exhiben piezas bordadas en reposteros, penachos y pistoleras de distintas épocas, así como dalmáticas de los reyes de armas de la Casa Real; entre las sillas de montar se encontraba la regalada por el Sultán del imperio Otomano a Carlos III; cuatro maniquíes vestidos con traje del servicio de la Caballerizas Reales del siglo XVII, y cinco guarniciones a la calesa regalo del Ayuntamiento de Sevilla para el coche de Isabel II.


Carroza del siglo XVII, conocida como de Dña. Juana la Loca, y silla de mano de Felipe V. (Postales de época)

La sala de la Orden de Santiago era la Sala III, y estaba ocupada preferentemente por tapices, entre ellos los seis paños que narraban la historia de la fundación de Roma, del siglo XVI, confeccionados en oro, plata, seda y lana; ocupando un lugar especial el incomparable dosel de Carlos V y Felipe II compuesto de tres piezas y tejido también en sedas, plata, oro y lana, en los que aparecen ricas pinturas flamencas. En el techo de este dosel, se presentaba a Dios Padre con el Espíritu Santo, rodeado de serafines. El vertical superior aparece Jesucristo en la cruz, a la derecha María y San Juan y a la izquierda dos figuras femeninas, una que representa la Justicia divina, y otra que recoge la sangre de Cristo en una copa de oro, todo ello con fondo de un paisaje flamenco; siendo esta pieza la de más valor. Y por último en el inferior se representaba a despedida de Jesús de las santas mujeres. Los cartones del Padre Eterno y de la Redención, se atribuían a Quintín Meteys o Roger van der Weyden, y habían sido adquiridos en Bruselas por Margarita de Austria en 1523. Completaban la sala una alfombra antigua de seda de gran valor situada delante del dosel, y dos tapices del siglo XV que representaban a la virtud suprema concediendo honores a los hombres más dignos.

Dosel de Carlos V siglo XVI. (ilustración Catálogo del Pabellón Real)

Y colocados en los ángulos, maniquíes con uniformes y armaduras representativas de los tercios de Milán, Nápoles, viejo de Castilla, y Lombardía, estas figuras llevaban al pie breves leyendas en las que se contaban los principales hechos de armas de cada tercio.[20]

La sala correspondiente a la Orden de Alcántara, se dedicó a los borbones, en ella se expusieron muebles, relojes y candelabros de bronce, arañas de cristal talladas de la época de Carlos IV, tapices de cartones de Goya y otros de estilo Luis XVI, y preciosas alfombras procedentes de los Reales Sitios. Esta sala se dividió en tres saloncillos, separándolos por tapices, para la exhibición de los objetos; el primero con cuatro tapices que representaban la Escala de Job y asuntos bíblicos, y que contenía mesas, sofá, espejos y lámpara de cristal, todo ello procedente del Real sitio de Aranjuez. La segunda estaba formada por ocho tapices y cortinas estilo Luis XVI, y en ella se exhibían mesas de caoba con incrustaciones de bronce dorado, sillones, sillas, relojes, candelabros, jarrones, etc., todos estos objetos procedía del Escorial. La tercera salita estaba conformada por ocho tapices de cartones de Goya, entre los que sobresalían dos de “El quitasol” y “El ciego cantor”, además de mobiliario y jarras de cerámica de la Real fábrica del Buen Retiro, todo este material también había sido traído desde El Escorial.


“El ciego cantor” y “El quitasol”, cartones para tapices de Goya. (Web del Museo del Prado)

Salón de los Tapices del Palacio Gótico del Alcázar de Sevilla, donde se mostraron la serie de la Conquista de Túnez por Carlos V. (Fototeca de la Universidad de Sevilla)

Como complemento de esta exposición de la Casa Real, se instaló en los Reales Alcázares una exhibición de tapices con los fondos de la misma, que ocupaban la capilla y los salones de Fiestas y de los Tapices del Palacio Gótico, que previamente habían sido enlucidos y pavimentados a cargo del Comité de la Exposición.[21] En dicha muestra se encontraban los que representaban momentos de la Conquista de Túnez por el emperador Carlos V, entre ellos un maravilloso mapa topográfico de aquel país, todos ellos copia de los originales del siglo XVI, encargados a la Real Fábrica de Tapices en 1740 por Felipe V debido al deterioro de estos,[22] así como otros sobre los Pecados Capitales y de la serie de la Vida de la Virgen o paños de oro de principios del siglo XVI, estos últimos de gran valor. La entrada para admirar esta exposición tenía un importe de tres pesetas, y se abrió al público a finales del mes de mayo.[23] Actualmente en el Salón de los Tapices del Alcázar sevillano, aún se pueden contemplar en el mismo lugar donde se expusieron en 1929, los tapices de la Conquista de Túnez.[24]


Uno de los tapices de la Conquista de Túnez que aún hoy día se puede contemplar en la misma sala del Alcázar sevillano. Y los Pecados Capitales. La Soberbia. (Fototeca Patrimonio Histórico)

Entre 1978 y 1984 por cesión del Ayuntamiento, se ubicó la Junta de Andalucía y más tarde la Delegación Provincial de Educación. Pasado un tiempo, vuelven organismos municipales a ocupar el edificio, ubicándose después la Delegación de Economía y Empleo y la Sede de la Bienal de Arte Flamenco. En julio de 2014, se firmó un acuerdo entre el Ayuntamiento de Sevilla y el coleccionista de arte Mariano Bellver, para exponer su colección,[25] redactándose incluso los proyectos de acondicionamiento museístico y de intervención, a fin de que recuperara su estado original el edificio, sin que al final se llevara a cabo tal propósito.[26]

Hasta hace poco tiempo, el estado del edificio exteriormente era bastante bueno, en lo referente a la fábrica de ladrillo, siendo deplorable en lo que respectaba a los elementos cerámicos tanto de la crestería, con problemas de estabilidad y desprendimientos, así como el acusado deterioro de los escudos y estatuas que necesitan una urgente restauración, habiendo sufrido desastrosas modificaciones, a raíz de la adecuación en los años sesenta como oficina, entre ellas nos encontramos, la eliminación de las galerías, que mediante un cierre metálico cumplen la función de despachos, la colocación de sistemas de aire acondicionado, han destrozado paños de azulejos y celosías, sin su posterior recuperación e incluso se habían perdido alguna basa de cerámica de las columnas de los balcones.

Ante esta situación, en el verano de 2017 se inicia una intervención centrará única y exclusivamente en las fachadas, para la recuperación de la imagen original del edificio centrándose principalmente en la restauración de las piezas cerámicas que componen la decoración del edificio, escudos, gárgolas, cresterías, esculturas, etc., y la consolidación y aislamiento de humedad de sus muros.[27] Finalizadas esta obras de rehabilitación en 2019, al año siguiente, el Ayuntamiento aprueba los pliegos para la redacción del proyecto de reforma interior y adaptación del Pabellón Real para acoger el museo de Aníbal González y del Regionalismo.[28]

Con este centro artístico junto a los museos Arqueológico y de Artes y Costumbres Populares, convertirán este espacio de la plaza de América, en la plaza de los museos, revitalizando este emblemático punto de interés turístico.

Vista general del Pabellón Real. (Postal de la época)

VÍDEO DEL CANAL SOBRE LA EXPOSICIÓN IBEROAMERICANA DE SEVILLA DE YOUTUBE SOBRE EL PABELLÓN REAL




FUENTES
- EL PABELLÓN DE LA CASA REAL. José Carlos Babiano Álvarez de los Corrales. Revista APAREJADORES nº 23. Octubre 1987.
- EL CICERONE DE SEVILLA, MONUMENTOS Y BELLAS ARTES. Alejandro Guichot y Sierra
- HISTORIA DE LA EXPOSICION IBEROAMERICANA DE SEVILLA DE 1929. Eduardo Rodríguez Bernal
- LOS PABELLONES DE LA EXPOSICION IBEROAMERICANA, Alberto Villar Movellan. La Exposición Iberoamericana “Fondos de la Hemeroteca Municipal”
- EL RECINTO DE LA EXPOSICION IBEROAMERICANA, AREA URBANIZABLE, PABELLONES Y CONSERVACION, José María Cabeza Méndez. Andalucía y América en el Siglo XX, Actas de las VI Jornadas de Andalucía y América 1987
- GUIA DE LA EXPOSICION IBERO AMERICANA 1929-1930
- ARQUITECTURA DEL REGIONALISMO 1900-1935.- Alberto Villar Movellán.
- CATÁLOGO DEL PABELLÓN REAL
- La Colección de Tapices de la Corona de España, Notas sobre su formación y conservación.
Concha Herrero Carretero. Arbor CLXIX, 665 (mayo 2001), pp 163-192.
- Ana Souto. La Exposición Iberoamericana en contexto. Tesis presentada en la Universidad de Nottingham para el grado de Doctor en Filosofía. Mayo 2007.
- Blázquez Sánchez, F. La Escultura sevillana en la época de la Exposición Ibero-Americana de 1929: 1900-1930. Ávila (1989). Edita Diario de Ávila S.A.
- La Exposición de tapices de la Casa Real española en el Alcázar Sevilla. El Noticiero Sevillano. 04 de mayo de 1929, pág. 8
- Por la Exposición. Revista La Exposición. 24 de septiembre de 1911, pág. s/n
- Sevilla y la Exposición Hispano Americana. Álbum Artístico. Enrique Piñal. 1921
-El Pabellón Real. Revista Bética. 15 de septiembre de 1916. pp. 39 a 42
- Información de la estancia del Rey en Sevilla. El Liberal. 08 de diciembre de 1928, pág. 1
- Lo que fue la Exposición. Fernando Real. El Correo de Andalucía. 07 de agosto 1963.


NOTAS
[1] . El Concurso de arquitectos. Memoria de D. Aníbal González. En La Exposición, de Sevilla. 24 de septiembre de 1911.
[2] . Certificado concesión construcción Pabellón Real a José Barnedo Arévalo. Archivo Municipal de Sevilla. Sección XVIII Exposición Iberoamericana. Expediente de Hacienda desde 1913 a1918. Caja 40, rollo 662, fotograma 314.
[3] . Babiano Álvarez de los Corrales, J. C. El Pabellón de la Casa Real. En Aparejadores, de Sevilla. Núm. 23. Octubre 1987, pp. 11 a 15.
[4] . Souto, A. La Exposición Iberoamericana en contexto. Tesis presentada en la Universidad de Nottingham para el grado de Doctor en Filosofía. Mayo 2007.
http://eprints.nottingham.ac.uk/10411/1/Microsoft_Word_-_Exp._Iberoamericana._Ana_Souto.pdf. Consultado 04.06.2015
[5] . https://guiadigital.iaph.es/bien/inmueble/21870/sevilla/sevilla/pabellon-real-para-la-exposicion-iberoamericana-de-1929. Consultado el 27. 12 2014.
[6] . Souto, A. La Exposición Iberoamericana en contexto……
[7] . Ficha 5301. Decoración cerámica exterior del Pabellón de la Casa Real de la Exposición Iberoamericana de 1929. www.retabloceramico.net
[8] . Blázquez Sánchez, F. La Escultura sevillana en la época de la Exposición Ibero-Americana de 1929: 1900-1930. Ávila (1989). Edita Diario de Ávila S.A. p. 127.
[9] . Ficha 5317. Zócalos de la Sala de la Orden de Montesa. Pabellón de la Casa Real de la Exposición Iberoamericana de 1929. www.retabloceramico.net
[10] . Ficha 5307. Zócalos de la Sala de la Orden de Calatrava. Pabellón de la Casa Real de la Exposición Iberoamericana de 1929. www.retabloceramico.net
[11] . Ficha 5306. Zócalos de la Sala de la Orden de Alcántara. Pabellón de la Casa Real de la Exposición Iberoamericana de 1929. www.retabloceramico.net
[12] . Ficha 5308. Zócalos de la Sala de la Orden de Santiago. Pabellón de la Casa Real de la Exposición Iberoamericana de 1929. www.retabloceramico.net
[13] . Guichot y Sierra, A. El Cicerone de Sevilla. Monumentos y Artes Bellas, Tomo I. Sevilla (1925) Imprenta Álvarez. pp. 324-325.
[14] . Guichot y Sierra, A. El Cicerone de Sevilla. Monumentos y Artes Bellas, Tomo II. Sevilla (1935) Imprenta Municipal. pp. 339-340.
[15] . Restauran cuatro sargas de Bacarisas conservadas en el Alcázar de Sevilla. Agencia EFE. 24 de agosto de 2020.
https://www.efe.com/efe/andalucia/cultura/restauran-cuatro-sargas-de-bacarisas-conservadas-en-el-alcazar-sevilla/50001113-4326396. Consultado el 08 de diciembre de 2021.
[16] . Guichot y Sierra, A. El Cicerone de Sevilla. Monumentos y Artes Bellas, Tomo II. Sevilla (1935) Imprenta Municipal. p. 341.
[17] . Babiano Álvarez de los Corrales, J. C. El Pabellón de la Casa Real. En Aparejadores, de Sevilla. Núm. 23. Octubre 1987, pp. 11 a 15.
[18] . Para la descripción de los objetos expuestos en las distintas salas, se ha utilizado la información aparecida en:
- Catálogo del Pabellón Real. Casa de Su Majestad. Sevilla. 1930. Impreso en la imprenta de la Sección del Libro de la Exposición.
- Real, F. Lo que fue la Exposición. En El Correo de Andalucía, de Sevilla. 07 de agosto 1963, pp. 12 y 10.
[19] . Herrero Carretero, C. La Colección de Tapices de la Corona de España, Notas sobre su formación y conservación. En Arbor CLXIX, 665 (mayo 2001), pp. 163-192. http://arbor.revistas.csic.es. Consultado 07.01.2015
[20] . Información de la estancia del Rey en Sevilla. Las instalaciones del Pabellón Real en la Plaza de América. Iniciativas del rey. En El Liberal, de Sevilla. 08 de diciembre de 1928, p.1.
[21] . El importe total del presupuesto aprobado por la Comisión Permanente de las obras y reparaciones de los salones de los Reales Alcázares alcanzaba la cifra de 89. 965,45 pts. A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Libro de actas de la Comisión Permanente núm. 5, Sesión del 8 de febrero de 1929.
[22] . Herrero Carretero, C. La Colección de Tapices de la Corona de España, Notas sobre su formación y conservación. En Arbor CLXIX, 665 (mayo 2001), pp. 163-192. http://arbor.revistas.csic.es. Consultado 07.01.2015
[23] . La Exposición de tapices de la Casa Real española en el Alcázar Sevilla. En El Noticiero Sevillano, de Sevilla. 04 de mayo de 1929, pág. 8
[24] . http://es.wikipedia.org/wiki/Reales_Alc%C3%A1zares_de_Sevilla#Sal.C3.B3n_de_Tapices. Consultado 07.01.2015
[25] . Ramos, R. La colección Bellver se inaugurará en el Pabellón Real a finales de 2016. En Diario de Sevilla, de Sevilla. 24 de junio de 2014.
[26] . Flores, A/ Alvarado M. D. El Ayuntamiento descarta el Pabellón Real para museo de la colección Bellver. En ABC, de Sevilla. 23 de junio de 2016.
[27] . Comienza la restauración del Pabellón Real. Blog Cultura de Sevilla. 17 de julio de 2017. Consultado el 16 de diciembre de 2021. http://culturadesevilla.blogspot.com/2017/07/comienza-la-restauracion-del-pabellon.html
[28] . Parejo, J. El museo de Aníbal González y el Regionalismo en el Pabellón Real, más cerca. En Diario de Sevilla, de Sevilla. 26 de mayo de 2020.









3 comentarios:

  1. Es muy interesante el reportaje fotográfico

    ResponderEliminar
  2. Me parece impresionante lo que estas haciendo. Si yo fuese alcalde de Sevilla, no dudes que te hecia un homenaje como te mereces.
    Un saludo
    Ignacio Pérez de Avilés
    blmoraleja@hotmail.com

    ResponderEliminar
  3. alberto cañas02 marzo, 2014

    yo me adhiero a la propuesta de Ignacio Pérez de Avilés, pero que se puede esperar de los políticos de este País, ya lo sabemos corrupcióm miseria e ignorancia
    Espero que el tiempo haga justicia a la magna labor que estás haciendo
    Un abrazo

    ResponderEliminar